El escandaloso verano en Pinamar que terminó uniendo las vidas de Ferro Viera, Guillermo Coppola y Diego Maradona
Mientras el jet set disfrutaba de los meses de calor de 1996, se desataba un raid de operativos policiales en búsqueda de éxtasis, la droga en auge; el final del juez Bernasconi
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“Ahí está, no se nos puede escapar. Lo encaramos, lo llevamos al baño y lo registramos: seguro que pesa más la merca que lleva encima que él”. Ardía el verano del ‘96 en la disco Ku de Pinamar mientras los policías Gustavo Daniel Diamante y Antonio Gerace mantenían éste diálogo antes de iniciar el operativo para detener a Carlos Ferro Viera, el empresario y publicista platense al que apodaban, en la Ciudad de las diagonales, como “El Rey de la noche”.
A paso firme, armados y con chalecos en los que en sus espaldas podía leerse un intimidante “Narcotráfico” avanzaron hacia el sector VIP donde Ferro Viera bebía champagne helado, la bebida de moda por aquellos años. Sentado entre confortables almohadones y rodeado de señoritas, el hombre no paraba de hablar y gesticular. Intentó cruzar algunas palabras con los uniformados pero fue en vano. Ambos lo tomaron cada uno de un brazo y casi sin que sus pies rozaran el suelo lo metieron en el baño. Como periodista que cubría las temporadas de verano pude presenciar la escena porque me encontraba allí. De inmediato desalojaron el toilette durante varios minutos. Cuando salieron de allí consulté qué pasaba y apenas balbucearon que se trataba de un operativo antidrogas. Horas después, se conocía la noticia de que había sido detenido con cocaína y pastillas de éxtasis –la droga vedette de aquel verano- entre sus ropas. Terminó preso en la cárcel de Dolores. Era, sin embargo, el inicio de un escándalo que lo llevaría a entablar, destino mediante, una relación con Diego Maradona.
El escándalo de la investigación
En ese tiempo la investigación y los operativos estaban a cargo del por entonces Juez Federal de Dolores, Hernán Bernasconi, que había iniciado una causa por infracción a la ley antidrogas (23.737) en Pinamar a través de la denuncia del oficial inspector de la policía bonaerense Sergio Cammarata –años más tarde implicado y condenado por el asesinato del reportero gráfico José Luis Cabezas, y fallecido en 2015- que compareció el 11 de marzo de 1996 dando inicio a la Causa Nº 575 que dice en sus fojas iniciales: “Que habiendo efectuado distintas averiguaciones relacionadas con la causa nº 554, caratulada “Daniel Pla s/infracción Ley 23.737, con intervención del señor Juez Federal Dr. Hernán Gustavo Bernasconi, de Dolores y de acuerdo con las tareas de inteligencia efectuadas y por manifestaciones de una persona, cuya identidad reserva, la que dijo que el mencionado Pla, presuntamente se hallaría prófugo en Paraguay, quien estaría directamente relacionado con personajes de la farándula, los cuales enviarían droga en temporada estival a la costa atlántica. A tales efectos y de acuerdo con los ‘datos precisos otorgados’ por el informante suministró números telefónicos de los cuales podrían surgir distintas conexiones de comercialización de estupefacientes, como así también otros tipos de delitos”.
Camaratta entonces aportó los nombres de Guillermo Coppola y Gustavo Palmer, entre otros, y definió a éste último como “uno de los propietarios del boliche KU de la ciudad de Pinamar y Las Leñas”, y volvió a mencionar a Pla, alias Flipper, y expresó acerca de él lo siguiente: “Haría de puntero en la comercialización de la droga de estos personajes, que a los fines de profundizar la investigación, el que habla considera que sería necesario contar con la intervención de los números telefónicos mencionados y que continúa con las tareas de inteligencia”.
Las falsas pastillas de éxtasis, la droga de aquel verano
En dicho verano del ‘96, además de detener a Carlos Ferro Viera en la disco Ku, los policías habían encabezado varios procedimientos más, entre ellos el que realizaron en el supermercado Marco Polo, propiedad de Juan Odriozola, al que se llevaron preso y le secuestraron 68 pastillas que dijeron que eran de éxtasis y luego se comprobó que no. También allanaron la casa donde residía el tal Flipper, pero como no lo hallaron se llevaron un arma, pastillas otra vez del “supuesto éxtasis” y detuvieron a María Solange, su pareja.
Y no pararon. En febrero, quien cayó en las garras de los “policías de elite de Bernasconi”, como se llamaban ellos mismos, fue Carlos Fazzari, quien siempre veraneba en la zona y conocía a Flipper. Lo pararon en la ruta, revisaron el baúl de su auto y otra vez salieron a escena las famosas pastillas. En este caso había 80.200. Los policías le dijeron al Juez Bernasconi, que llegó raudo al lugar: “Las mismas de éxtasis que encontramos en la vivienda de Flipper”.
Fazzari dijo riéndose que en su casa tenía cinco kilos más, que eran para la osteoporosis y que él se las había recomendado para tratarse. Terminó tras las rejas, le allanaron su departamento de Buenos Aires y se lo saquearon. Tiempo después, ya liberado porque no hubo pruebas contra él ya que las píldoras eran inocuas, en la comisaría de Pinamar se cruzó con Gustavo Prellezo, por ese entonces segundo en jerarquía allí –luego condenado por ejecutar al año siguiente al fotógrafo José Luis Cabezas en una cava de General Madariaga- y vio sobre su escritorio un reloj que era de su propiedad. Prellezo disimuló como pudo y le sugirió que se lo llevara porque no era de él.
La visita de El Diez tras las rejas
A Gustavo Palmer lo terminaron deteniendo en junio en la ruta mientras viajaba rumbo a Castelli donde tenía otra disco. Después cada una de las imputaciones se fueron cayendo, pero mientras tanto cada una de las personas presas la pasaron mal tras las rejas. El 6 de octubre de ese 1996 escandaloso el que cayó en las garras de Bernasconi fue el exfutbolista Alberto Tarantini en Recoleta, y días después le tocó el turno a Guillermo Coppola, quien sabía que le iban allanar su departamento de avenida Libertador y por eso hasta le dejó las llaves al portero. Cuando los policías revisaron la vivienda del manager de Diego Maradona “encontraron” un envoltorio en el famoso jarrón con 406 gramos de lo que ellos llamaron cocaína, pero había más talco y bicarbonato que otra cosa. Igual Coppola luego se entregó y fue a parar a la Unidad 6 de Dolores. ¿Quién lo recibió, además del jefe del penal, Rolando Fracchia, quien solía pisotearle con sus borcegos llenos de barro la celda que Guillermo hasta enceraba para sentirse pulcro? Carlos Ferro Viera, que se movía con tanta inteligencia con las autoridades de allí que estaba a cargo de cierta forma en la colaboración de la recepción de los nuevos engayolados. “A mí Fierrito me ayudó mucho dentro de la cárcel”, siempre reconoció Coppola. Y se hicieron amigos.
Como no podía ser de otra manera, su representado, Diego Maradona, fue a visitarlo. La primera vez no le permitieron entrar. Era 12 de octubre, día del cumpleaños de su manager y amigo. Volvió indignado. Para colmo, El 10 sabía que querían ir por él, y Coppola también. “Además de Maradona, en la causa apuntaban a los nombres de Marcelo Tinelli y hasta Luis Miguel, un delirio”, le reconoció Guillermo a este periodista en sucesivas notas. Al tiempo Maradona regresó y logró ingresar. Le llevó un colchón y una TV. Ahí conoció a Carlos Ferro Viera, bautizado por ambos “Fierrito”. “El juez Bernasconi es muy rápido, es capaz de meterle un supositorio a una liebre”, reflexionó Diego furioso al salir del penal.
Con el correr del tiempo, Guillermo Coppola -que luego fue trasladado al penal de Caseros- y Carlos Ferro Viera obtuvieron la libertad porque la justicia comprobó que en los operativos se plantaba droga y había todo tipo de vicios en la investigación. Los policías y el ex Juez Bernasconi terminaron presos por dirigir una banda que fabricaba causas judiciales contra ricos y famosos bajo los cargos de “falsedad ideológica, adulteración de documentos públicos y asociación ilícita”.
La amistad entre Maradona, Coppola y Ferro Viera siguió por años. Vivieron juntos la tragedia de Punta del Este, que dio lugar al inicio de la serie Maradona: Sueño Bendito, donde Diego estuvo al borde de la muerte. Y superada la situación, continuaron viajando por el mundo, en especial a Cuba donde compartieron mucho tiempo e intimidad juntos.
A propósito, hace muy poco Mavys Álvarez, la joven cubana que tenía 16 años cuando fue pareja de Maradona, dijo que el exjugador la había llevado “a la droga” y que “la golpeaba”. También fue traída misteriosamente en su momento a Buenos Aires para una cirugía de mamas. Representada por el abogado Gastón Marano se presentó ante la Justicia argentina y pidió ser querellante en la denuncia por trata de personas al entorno de Maradona que está en manos del juez Julián Ercolini, entre los que se encuentran Coppola y Ferro Viera, aquellos viejos amigos de El Diez, que dijeron lo suyo en la tevé y luego deberán expresar ante un magistrado, lejos de las luces de la fama, los sets de las series y los sórdidos calabozos donde se conocieron.
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