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El dolor, en un fútbol sin excusas
No todo se reduce a patadas descalificadoras, agresiones, chicanas, falsedades, miserias, avivadas e ironías. El fútbol de verano, el de todo el año, en realidad, también tiene otras expresiones. Ese escenario de pasiones y sentimientos, muchas veces desvirtuado, no suele abonar el terreno para las reflexiones y la grandeza. Muy por el contrario, las bloquea. No es el caso de Sebastián Domínguez.
"Boca luchó igual que nosotros, pero tuvo un poco más de juego. En el primer tiempo, cuando sumamos tres o cuatro pases creamos situaciones. Fueron muy pocas."
Todavía agitado por la exigencia del partido que frustró el acceso de Vélez a la Copa Libertadores, el zaguero desalentó la búsqueda de la bronca sin tamiz. En el dolor, habló desde la mesura y el equilibrio.
"No estuvimos finos. Ninguno. Ni nosotros pudimos hacerles llegar bien la pelota a los volantes desde atrás, ni los volantes a los delanteros. Nos faltó intentar jugar un poco más. No pudimos."
Domínguez no se refugió en las excusas. No recorrió el camino más corto para eludir responsabilidades. No apeló al recurso tan funcional a un deportista como a un político, a un chico como a un adulto, al que se echa mano para no asumir errores. Podía haberlo hecho. Vélez había conseguido la clasificación a la Copa legítimamente. Tanto como anteanoche la perdió en la cancha, aunque para llegar a esa instancia se haya transitado por la dudosa astucia de aprovechar una de las tantas modificaciones reglamentarias del caótico fútbol argentino.
"Es difícil. Es todo muy desprolijo. El partido había que jugarlo. Qué va a ser. Está Boca en la Libertadores y nosotros no. La habilidad de los dirigentes de Boca seguramente les dio una chance más."
Ni la proximidad con los hechos, ni las pulsaciones triplicadas o la adrenalina en su punto máximo inspiraron en el zaguero la frase que estallara en las redes sociales. Desde la resignación a convivir con otra muestra de viveza criolla a la que todos apelamos apenas nos dan la oportunidad, al cabo de 1m51s de inusuales y analíticas expresiones, Domínguez dejó escapar una elocuente confesión: "Yo tengo 34 años, no sé cuándo vuelvo a jugar la Libertadores. Nosotros estábamos adentro".
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