Internet cambió todo más tarde. Pero en 1997 el concepto de globalización estaba vinculado a la TV. La presencia de Michael Jordan en un torneo en París y para jugar contra equipos del resto del planeta, pasó como una noticia más para los Estados Unidos, pero causó un gran impacto a nivel internacional. The Last Dance, el documental de Netflix que está causando furor por estos días, lo menciona apenas como un torneo de exhibición. Pero para el básquetbol internacional fue tocar el cielo con las manos. Fue el contacto en Francia: Jordan con los mortales. El evento se transmitió en directo para 164 países. Y un equipo argentino, Atenas de Córdoba, estuvo muy cerca de cruzarse con aquel estupendo conjunto… pero un triple errado en la última jugada lo dejó fuera del baile.
El Open McDonald’s (más tarde conocido como Championship), se creó para empezar a establecer lazos entre el básquetbol norteamericano y el resto del mundo. El primer torneo se jugó en 1987. La diferencia de jerarquía entre la NBA y el resto era tan notable que los primeros participantes fueron seleccionados nacionales. Rusia contra Milwaukee y Yugoslavia contra Boston fueron algunos de los cruces que animaron esos primeros pasos. Los NBA nunca perdieron un partido.
Atenas se clasificó por ser el campeón de la Liga Sudamericana; también estuvieron el campeón europeo (Olympiacos, de Grecia), el de Italia (Benetton Treviso), el de España (Barcelona) y el de Francia (Racing de París). Seis equipos, Chicago Bulls y Olympiacos, directo a semifinales. Los demás, se eliminaron en llaves previas de cuartos de final.
En la presentación del torneo los periodistas argentinos le preguntaron a Jordan si alguna vez visitaría la Argentina. Contestó: "Me gustaría mucho me han hablado muy bien y me dijeron que es muy bonito, pero mi agenda no me lo permite. De sus jugadores conozco a los que estuvieron con la selección en el preolímpico de Portland en 1992".
Los cordobeses contaban con una formación de primer nivel para nuestro ámbito: Marcelo Milanesio, Héctor Pichi Campana, Fabricio Oberto, Leandro Palladino y Diego Osella eran las figuras. Pero la categoría de los extranjeros era la gran diferencia. "Un norteamericano en los equipos europeos cobra 500.000 dólares más por año que los nuestros", se lamentaba Campana, actual presidente de la Agencia Córdoba Deportes. Atenas tenía a Steve Edwards y a Stephen Rich. No eran malos jugadores, pero no estaban en el nivel de los europeos. Unos 90 cordobeses pagaron el paquete turístico (1700 dólares) de un fin de semana largo en París para ver a Atenas y a Jordan.
En el debut, el equipo de Rubén Magnano dio la gran sorpresa. Le ganó a Benetton Treviso por 87-78. Cuando terminó el partido, se hizo un concurso de triples, al estilo All Star. El Pichi Campana llegó a la final, pero perdió con el yugoslavo Nikola Loncar, de Racing. Antes, en las semifinales, había eliminado nada menos que a Steve Kerr, el actual entrenador de Golden State y múltiple campeón de la NBA con los Bulls y los Spurs, que años después también sería compañero de Manu Ginóbli en San Antonio. Aquel pequeño momento de satisfacción se festejaba como un triunfo para el básquet argentino por ese entonces.
El viernes 17 de octubre de 1997, el Chicago Bulls de Jordan le ganó a Racing de París. Todo el mundo quedó encandilado con ese partido. Una figura tan impactante abrió definitivamente las puertas a uno de los mayores negocios de la historia del deporte profesional. La marca NBA es indiscutible y prestigiosa gracias a la idea de expansión del comisionado David Stern, pero fundamentalmente por la carismática presencia de Jordan.
Y mientras los reflectores apuntaban el paso del mejor basquetbolista del momento, en la otra semifinal, sin tanta atención, un grupo de argentinos dejaba el alma para tratar de hacer lo imposible, luchar de igual a igual con el campeón europeo. Después de estar abajo en el marcador durante casi todo el partido, Atenas logró llegar a un final cerrado, el sueño imposible. Pero el lituano Arturas Karnisovas anotó un triple a 9 segundos de terminar. Todavía quedaba una jugada. ¿Qué iba a diseñar Magnano? ¿Triple de Campana o de Milanesio? La pelota la tuvo el Pichi por el eje del ataque. Le cerraron el camino y observó que a su izquierda estaba libre Fabricio Oberto. El pivote dio un paso atrás para buscar el triple desde la esquina. Nunca fue su especialidad. Tiró con confianza, sin dudar. Pero falló por muy poco.
Oberto, que tenía apenas 22 años, estaba desconsolado tras el partido. "Fue una gran desilusión –dijo-. Durante todo el día solamente hablamos de ganar este partido para jugar contra Chicago. Nos preparamos muchísimo. Estuvimos muy cerca. Yo creí que el triple iba adentro. Lo vi así. Fue una lástima".
Al día siguiente, Chicago le ganó a Olympiacos y se consagró campeón. Un título que probablemente ni los hinchas de ese equipo recuerden. Porque después, Jordan los llevaría a ganar el sexto anillo. Atenas se quedó con la medalla de bronce, porque le ganó el cruce por el tercer puesto a Racing de París.
Chicago ganó 50.000 dólares de premio. Insignificante número para una temporada en la que Jordan facturó 33 millones de dólares. Atenas, el tercero, recibió 30.000. El Open McDonald’s tuvo una sola edición más, en 1999. No volvió a jugarse porque nadie lo necesita. Los equipos de la NBA hacen pretemporadas en Europa, Asia y América todos los años. Y el último contrato que la Liga firmó con Disney es por 24.000 millones de dólares por nueve temporadas.
Ninguno de los jugadores argentinos tuvo otra oportunidad de jugar contra Jordan. Pero ese jovencito, Oberto, formó parte del primer equipo del mundo que le ganó a un seleccionado norteamericano compuesto por jugadores de la NBA. Fue campeón olímpico y también ganó un anillo. Ese día sintió que había perdido la gran oportunidad de su vida. No sabía que le quedaban por delante tantos bailes de gala.
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