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El boom de las series sobre deportes. Mucho más que héroes o villanos: la vida misma detrás de un gol, un doble o una carrera
¿Hay una explosión de interés por los documentales deportivos después de El último baile? Bienvenido sea. Las proezas de Michael Jordan y Chicago Bulls en la década del 90, tal como son presentadas en el documental de Netflix, son magnéticas, poderosas, irresistibles. Tienen, como ya se ha dicho desde estas páginas, un componente de gran espectáculo que mejora todavía más el relato audiovisual de un gran acontecimiento del deporte.
El efecto multiplicador de El último baile (The last dance, según su título original en inglés) tiene connotaciones muy propias de esta realidad tan llamativa que la Argentina y el mundo viven desde la aparición del coronavirus. El aislamiento obligatorio detuvo casi de un día para el otro y por completo la actividad deportiva que nutre 24 horas de programación de por lo menos una decena de señales de TV especializadas. Con recursos mínimos para las transmisiones en vivo, que se reducen a escasos debates y conversaciones por videollamadas, ahora se repiten partidos y hasta torneos completos de varias disciplinas. La cotización del material de archivo pegó un salto enorme hacia arriba en muy poco tiempo.
A la llegada de la Covid-19 todos los canales deportivos del cable y la TV satelital contaban con material documental evocativo de grandes hechos deportivos del pasado. La inmensa mayoría pasaba inadvertida y parecía alentar sólo el interés de franjas muy específicas de la audiencia. Hemos visto por ESPN unos cuantos segmentos documentales dedicados a hitos de la NBA, la misma materia a la que alude El último baile.
Pero la pandemia sumó otro factor, quizás el más decisivo para instalar una nueva tendencia. El "efecto Netflix". El nuevo paradigma impuesto desde las plataformas del streaming se convirtió en esta emergencia en el modelo preferido de consumo audiovisual. Y sus responsables se encargaron astutamente de darle una promoción cada vez más fuerte al elemento deportivo de su catálogo. Así, al estreno en los cines de la excelente Ford vs. Ferrari a fines del año pasado, Netflix le sumó el de un documental muy oportuno con la historia paralela de ambas marcas y su posterior rivalidad. Y hace poco agregó a la oferta automovilística un nuevo documental dedicado a la vida de Juan Manuel Fangio.
Lo primero que esos ejemplos mostraban es que no había diferencias sustanciales en el contenido entre el modelo tradicional del documental deportivo y lo que se propone ahora como novedad desde el streaming. Pero hay algo imperceptible que de a poco marca el cambio. Ese material empezaba a aparecer en la cartelera visual de Netflix con un "envase" nuevo. Aparecía agrupado como género, con una identidad propia.
Y a la vez comenzaba a sumarse a esa oferta contenido nuevo, ciertamente más original y distinto a lo ya visto. Desde la historia testimonial del club inglés Sunderland hasta la serie de ficción inspirada en los orígenes del fútbol profesional (Caballeros del deporte, con la historia del escocés Fergus Suter). Lo que se empezó a vislumbrar desde estas producciones es el entorno social, cultural y emocional de cada uno de los hechos narrados. Y algo todavía más interesante: cómo se sitúan en sus respectivos tiempos históricos.
Este nuevo enfoque saca al hecho deportivo de la exclusividad de lo que ocurre en las canchas. Sus protagonistas son celebridades, estrellas cuyo brillo se construye desde el deporte pero trasciende en su influencia hacia otros ámbitos. Así aparecen por ejemplo ideas documentales como Matchday, una suerte de viaje al mundo interior y a los secretos del Fútbol Club Barcelona, hábilmente aprovechado desde la perspectiva del marketing. La venta audiovisual de un éxito.
La cumbre de esta fórmula llega con El último baile. Superadora en todo sentido de las experiencias previas, porque nunca un documental con el sello y la marca oficial de una organización deportiva (en este caso la NBA) consigue narrar un hecho deportivo extraordinario y a la vez superar ese marco a través del retrato completo de toda una época. Familiar, psicológica, empresarial, cultural, sociológica. Un relato "oficial" lleno de descubrimientos. Y una crónica real que funciona como algunas grandes películas basadas en hechos reales conocidos por todos. Sabemos cómo termina la historia, pero no podemos dejar de palpitar ese desenlace con incertidumbre. Siempre habrá algo por descubrir en el camino.
El último baile pone la vara mucho más alta hacia el futuro. Habrá fanáticos que seguirán conformándose con ver el triunfo deportivo de sus colores rememorando hazañas en la cancha, en la pista, en el ring o en un court. Pero la mayoría querrá saber un poco más. Conocer qué hay detrás de sus ídolos, de sus entrenadores, de la gente que ayudó a forjar un triunfo deportivo o que lo impidió, porque este nuevo tipo de documental también incluye el retrato de héroes y villanos. Lo que les pasa a los hombres, a las instituciones y a la sociedad misma detrás de un triunfo deportivo.
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