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Edgardo Prátola: a 20 años del último partido del aguerrido defensor de Estudiantes
El Ruso jugó su último partido sin saber que no volvería a pisar un campo de juego; fue en la victoria del Pincha contra Gimnasia y Esgrima La Plata en 2001
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Hace 20 años, tras perder varios kilos por causa del cáncer de colon que lo aquejaba, Edgardo Prátola jugó su último partido oficial con la camiseta de Estudiantes. Fue el 11 de marzo de 2001 en el clásico platense donde el Pincha derrotó a Gimnasia y Esgrima La Plata por 2-1 en el mítico estadio ubicado en 1 y 57.
Aunque el Ruso todavía no sabía nada de su enfermedad pero intuía que era de gravedad, le suplicó a Néstor Craviotto, entrenador de aquel equipo, que quería jugar el partido como fuera, tal vez con la sospecha de que sería la última vez que lo haría. “Mi sueño es que me vuelvan a putear en una cancha los hinchas de Gimnasia”, le suplicó Prátola a su amigo.
Una semana después, los médicos le informaban que tenía cáncer. El Ruso afrontó la enfermedad con una enorme entereza anímica, aferrándose a sus seres queridos y a las muestras de cariño que le ofrecieron los amantes del fútbol.
“Contra Gimnasia jugué con cuatro kilos menos. Tenía que tomar laxantes para ir de cuerpo y llegó un momento en que le dije al médico de hacer los estudios. Me operé a los diez días y ahí se enteraron mi mujer, que estaba embarazada de ocho meses de Iara, y Micaela. Diez días más tarde me enteré yo y mi mujer se puso a llorar. El médico me lo dijo y pensé que era boleta, que no iba a poder disfrutar a mis hijas. Llegué a mi casa y cuando abrí la puerta estaba mi nena con mi cuñada viendo una película, y me dije: ‘No me puedo quedar. Tengo que salir a pelearla’”, contó Prátola en una entrevista concedida a LA NACION.
A pesar de nunca darse por vencido, el defensor murió el 27 de abril de 2002. El presidente del Pincha, Edgardo Cicchetti, fue quien le comunicó la noticia al plantel que estaba concentrado a la espera del partido ante Independiente.
Pocas horas después de haber pasado a la inmortalidad, Estudiantes empató sin goles contra el Rojo en Avellaneda, pero sus compañeros hicieron lo posible para cumplir con su última voluntad: la de jugar a pesar de todo. “Ruso, estás con nosotros”, fue la frase que se perpetuó en las remeras que el equipo utilizó para homenajear en varias oportunidades al aguerrido defensor.
Ana Laura Espósito, su esposa y mamá de sus dos hijas (Camila, de 22 años, y Iara, de 19 años), le contó a LA NACION que las cenizas del defensor descansan en el arco de 55. “Estudiantes era su casa, al punto que con sus padres decidimos que sus cenizas descansen en el estadio, por lo que aquel domingo del cementerio fuimos directo a la cancha a dejarlo allí, solo con los más íntimos”, precisó.
“Estudiantes fue la segunda casa del Ruso y cosechó amigos que hoy nos siguen acompañando a pesar de sus 19 años de ausencia. Soy una agradecida con el cariño que le tiene la gente porque no lo olvidan. Y a través de ese recuerdo, sus hijas pudieron conocer la parte profesional de su papá porque eran muy chiquitas”, señaló Ana Laura.
Cómo fue el último partido de Prátola con la camiseta de Estudiantes
El clásico platense número 129, válido por la sexta fecha del torneo Clausura de fútbol de Primera División, se jugó el 11 de marzo de 2001 y fue triunfo para el Pincha 2-1 sobre el Lobo.
Los goles de Estudiantes fueron marcados por Luciano Galletti y Ernesto Farías, mientras que Ariel Pereyra, de penal, descontó cerca del final del cotejo.
“Aunque ya había perdido algunos kilos, no sabíamos que iba a ser su último partido. Fue especial porque era contra Gimnasia. Yo no pude ir a la cancha porque estaba embarazada y además él se ponía muy nervioso si iba en ese estado”, contó Ana Laura.
El Pincha se encontró con la ventaja a los 35 minutos del primer tiempo apelando a una vieja receta de la casa: córner, un jugador que peina la pelota en el primer palo y otro que la empuja en el segundo poste entrando por atrás.
Roberto Pompei ejecutó el tiro de esquina desde el sector izquierdo, Juan Manuel Azconzábal peinó el balón para que Galletti, de volea y de zurda, fusilara al arquero Guillermo Hernando con un remate alto y cruzado.
El equipo dirigido por Carlos Timoteo Griguol, quien minutos antes debió incluir a Claudio Enría en lugar de Facundo Sava, lesionado, quedó desorientado tras la conquista del gol de Estudiantes y no podía manejar los hilos del mediocampo con sus dos enganches: Mariano Messera y José Albornoz. Y así se fueron al descanso.
El segundo tiempo fue más vibrante y emotivo porque Gimnasia, tocado en su amor propio, salió a buscar de forma desordenada el empate. Griguol adelantó a Messera en el campo de juego y el equipo local aprovechó los espacios que dejaba libre su rival para contraatacar.
Así llegó el segundo gol del Pincha, a los 80 minutos, cuando el Lobo hacía circular mejor la pelota. Luego de una escapada por el sector derecho, Galletti enfrentó a Hernando y cedió el balón para Farías que definió con el arco vacío para poner arriba a su equipo por 2-0.
Tres minutos más tarde llegó el descuento de la visita. El árbitro Ángel Sánchez sancionó un penal por el empujón de Azconzábal sobre Enría. Y Pereyra se encargó de cambiar la pena máxima por gol con un disparo bajo a la izquierda de Nicolás Tauber, que alcanzó a manotear la pelota pero no pudo desviarla.
Gimnasia intentó llegar al empate por todos los medios en los pocos minutos que quedaban pero no pudo lograrlo. El ansiado triunfo frente a su clásico rival desató la euforia en el campo de juego y en el vestuario del local.
Prátola, que disputó los 90 minutos, fue un hincha más adentro de la cancha y, sin saberlo, se despidió del fútbol para siempre.
El defensor se calzó la camiseta albirroja entre 1988 y 1996, y de nuevo en la temporada 2001/02 para completar 234 partidos por torneos de AFA, entre la máxima categoría y el ascenso, en los que gritó siete goles.
Durante los trece meses posteriores al último encuentro, el Ruso siempre se mostró optimista y, más allá de que los médicos no le daban las mejores noticias, luchó poder volver a jugar. A pesar de las interminables sesiones de quimioterapia y de perder más de 10 kilos en una de las tantas operaciones a las que fue sometido, Prátola no se dejó vencer.
A principios de marzo de 2002, empezó a trotar con la ilusión de volver a jugar y fue hasta el country de Estudiantes en City Bell, pero los médicos le pusieron un freno y le aconsejaron que debía retirarse. Estuvo muy cerca de sumarse al cuerpo técnico de su amigo Craviotto pero no pudo llegar a hacerlo.
Prátola murió el 27 de abril del 2002, en uno de los días más tristes que recuerdan los hinchas de Estudiantes. Aunque encontraron algo de alegría, a pesar de tanta pena, porque recordaron al Ruso festejando el triunfo ante el clásico rival en el Clausura 2001 cuando les regaló su última función.
El homenaje que le hicieron en Mar del Plata
En enero de 2002, meses antes de su fallecimiento, Estudiantes volvió a ganarle a Gimnasia, pero esta vez en Mar del Plata y ya sin el Ruso dentro del campo de juego del estadio José María Minella.
Una vez que finalizó el partido, Prátola salió del vestuario para celebrar con sus compañeros. Y en una imagen que quedó eternizada, Mauricio Piersimone levantó en andas al defensor para que la parcialidad de Estudiantes le regalara la ovación de su vida.
Los hinchas de Gimnasia, que le pedían en la calle que volviera, también lo aplaudieron aquella noche. Fue la última gran alegría que vivió Prátola en el verde césped. “Uno se pregunta si dios existe. A mí me pusieron una piedra en el camino y me dijeron ‘arreglátelas’”, había confesado a LA NACION.
Por esa razón, por el coraje con el que enfrentó a sus rivales y a su enfermedad, se merece el eterno homenaje de los fanáticos de Estudiantes y de los amantes del fútbol. Y el grito que comenzó en su segunda casa de 1 y 57, se seguirá escuchando cada vez más fuerte: “Olé, olé, olé, olé, Ruso, Ruso”.
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