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Dinastía en los All Blacks: la historia de los hermanos Barrett y su pasión por el rugby
Beauden, Jordie y Scott son los hijos de Kevin Barrett y se convirtieron en los primeros tres hermanos que juegan al mismo tiempo en el poderoso seleccionado neozelandés
NUEVA PLYMOUTH, Nueva Zelanda.- Año 1999. Cuentan en esta ciudad que a Kevin Barrett, un personaje muy conocido en estas tierras, le preguntaron en el estadio Yarrow qué planeaba hacer después de la última de sus 167 apariciones jugando al rugby para Taranaki Bulls. ”Voy a criar algunos All Blacks”, fue la respuesta del hombre que jamás había logrado semejante distinción. Por aquellos días, los pequeños Beauden, Kane, Scott, Blake y Jordie tenían un sólo interés: darle patadas a la pelota ovalada en la casa de la granja de Nueva Plymouth. Los Barrett componen una familia numerosa: de reojo siempre los observaban las hermanas Zara, Ella y Jenna y mamá Robyn. Lo que nunca imaginó Kevin, posiblemente, es que su pensamiento se haría realidad 18 años después.
Criados en una granja lechera en las afueras de esta ciudad, los Barrett conformaron el primer trío de hermanos que jugó al mismo tiempo en los All Blacks y son el orgullo de Nueva Plymouth, una localidad de 75.000 habitantes ubicada junto al Mar de Tasmania. El hecho histórico se produjo el último 8 de julio, en la igualdad 15-15 de los hombres de negro frente a los British & Irish Lions, en la célebre gira de los británicos en la que se midieron con los All Blacks en tres ocasiones. Por poco, la curiosidad no de produjo antes: en un cruce ante Samoa, en junio, los tres Barrett ingresaron al terreno de juego pero no coincidieron por apenas un puñado de minutos. El registro asombra: más de 40 parejas de hermanos compartieron la cancha en el seleccionado más reconocido del planeta. También, los hermanos Sam, George y Lucas Whitelock tuvieron su chance aunque nunca los tres a la vez. “Quizás sea algo que tenía la leche que tomaban de pequeños en la granja”, bromea papá Kevin.
La historia de la dinastía Barrett es atrapante, es la historia de una familia que vive por y para el rugby. Kevin -su apodo es “Smiley”- tiene un amor inquebrantable por la ovalada. El sobrenombre es evidente. La sonrisa permanece casi constante. “Yo tenía 20 años cuando me lo pusieron, no sé quién lo inventó. Pero siempre estoy sonriendo, supongo, y se quedó para siempre”, dice. Su papá, Ted, también jugó al rugby en la escuela. Kevin fue al colegio Francis Douglas College, el mismo al que luego asistirían todos sus hijos. Quiso probar suerte en el rugby de Irlanda y Francia pero el fallecimiento de su hermano menor Tommy en un accidente automovilístico trastocó los planes y con su esposa decidieron quedarse en la granja. Robyn también es amante de los deportes: fue jugadora de básquet del seleccionado Sub 18 de Nueva Zelanda. Cuestión genética, le llaman.
No obstante, la idea de vivir en el extranjero pudo más: en enero de 2000 se trasladaron a Irlanda durante un año y medio: Beauden tenía 8 años, Scott 6 y el pequeño Jordie 3. Quedaron encantados con su travesía europea. Al tiempo volvieron a su granja de New Plymouth. El subdirector del Colegio Francis Douglas, Tim Stuck -quien dirigió a los tres hermanos-, aseguró al diario local Stuff que siempre notó en ellos algo especial. "Los tres tuvieron una gran ética de trabajo. Constantemente mostraban signos de que podían jugar a un nivel superior, pero a qué nivel nunca se podría predecir”.
Beauden (26 años, Hurricanes) es considerado por los especialistas como el mejor apertura del mundo; Jordie (20, Hurricanes), por su parte, juega de fullback y Scott (23, Crusaders) en la segunda línea. Pero toda la familia Barrett siempre estuvo ligada al rugby: Kane, el mayor (27), sufrió hace algunos años una conmoción cerebral cuando jugaba para los Blues y debió abandonar la actividad profesional. En tanto que Blake, de 22, lo hace en Coastal, una entidad de la ciudad en la que su padre ayudó en la fundación, en 1995.
En diciembre del año pasado, en la tradicional ceremonia ASB Rugby Awards, los hermanos Barrett coparon la entrega de premios y obtuvieron cuatro galardones. Beauden como mejor jugador del año y jugador del Súper Rugby 2016 y su hermano menor Jordie recogió el premio a “Jugador joven del año” y “Jugador de la Mitre Cup 10” de 2016.
El mayor del trío es marcado en su tierra como el sucesor del legendario Dan Carter. “Probablemente, de niño quería ser como él”, confesó en alguna ocasión. Se considera un amante de los deportes y en especial de Roger Federer. En cuanto al fútbol, el Real Madrid es su equipo. En su llegada a la Argentina para el Rugby Championship de 2014, Beauden ensayó un pedido similar al de su padre aunque más acá en el tiempo. “Ojalá podamos ver otro Barrett en los All Blacks”, se ilusionó. En aquel entonces, claro, sus hermanos menores eran todavía juveniles que hacían sus primeras incursiones en el mundo ovalado.
Los registros de Beauden son abrumadores: desde su debut en los All Blacks en 2012, el apertura suma 55 caps y 396 puntos, con un récord de 49 triunfos, apenas cuatro derrotas y dos igualdades. Uno de sus momentos de gloria fue cuando alzó la Copa del Mundo en 2015, después de que Nueva Zelanda venciera a Australia, con un try de Beauden incluido. Su padre dice que a los 12 años ya había notado en él habilidades extraordinarias. “Era muy capaz con los dos pies. Podía correr y llevar la pelota con ambas manos. Era pequeño pero nunca tenía miedo. Y no era muy veloz pero trabajó duro para mejorar ese aspecto”. De buena altura (1,89 metro), Beauden es fuerte y posee una amplia capacidad para conducir a sus equipos. Steve Hansen no precisó demasiados partidos para confirmarle la titularidad en los All Blacks. Hoy, el apertura es el cuarto jugador con más puntos en la historia de su seleccionado.
Jordie llegó a los All Blacks este año como aprendiz, con un contrato especial, y tuvo bastante rodaje en 2017. El fullback formaba parte de la lista original diseñada por Hansen para el Rugby Championship pero a raíz de una lesión debió operarse el hombro por un golpe en el duelo de Hurricanes ante Lions, en las semifinales del Súper Rugby. Así, se perderá la actividad hasta el inicio de 2018. De no haber sido por este impedimento, los tres hermanos hubieran disputado juntos uno de los certámenes más resonantes del mundo. Jordie apenas pudo jugar dos encuentros con su seleccionado pero su talento y su polivalencia lo sitúan como una de las grandes promesas del rugby neozelandés. "Somos padres muy orgullosos de todos nuestros hijos y es genial ver la alegría que les dan a sus abuelos. Probablemente, obtuve más placer viendo a mis hijos que cuando yo jugaba”, confiesa Kevin, a la vez que agrega que en su familia todos son “humildes campesinos”.
El orgullo y la representatividad tanto de New Plymouth como de los hermanos Barrett es mutuo. En abril de este año el trío tuvo la chance de representar al Taranaki Rugby Club de su provincia (allí donde su padre forma parte de las leyendas) disputando la Mitre 10 Cup pero las citaciones y compromisos con los All Blacks les impidió desempeñarse juntos allí. “Tengo fuertes conexiones familiares con esta institución. Crecí viendo a mi papá jugar para nuestra provincia, así que es muy especial, estamos orgullosos de ser de Taranaki”, aseguró Scott. El segunda línea, de 1.96 metro y 116 kilos, disputó el Mundial Sub 20 de 2013 con su país y además es licenciado en Agricultura. Su debut con los All Blacks fue en noviembre de 2016 ante Irlanda y totaliza nueve caps.
El fotógrafo de New Plymouth Fay Looney, quien conoce a la familia desde siempre, dice que los Barrett son “un grupo de gente encantadora. Siempre están bien predispuestos”. A los elogios se suma el periodista Ian Snook. “Es sorprendente cuando lo pensás: tres hermanos, todos en los All Blacks al mismo tiempo. New Plymouth debería estar feliz por esto”, remarca. “En una comunidad tan pequeña como la nuestra, todo el mundo conoce a todo el mundo y mucha gente está emocionada por lo que los chicos están logrando”, revela mamá Robyn.
Cuando hay un rato libre y coinciden con sus tiempos, los hermanos Barrett vuelven a trasladarse en el tiempo y viajan al sur de la ciudad, a su casa natal. En la granja lechera todavía se aprecia el enorme patio trasero en el que jugaban de niños al rugby o al cricket. “Estábamos todo el tiempo allí detrás de las pelotas y yo siempre intentaba igualar a mis hermanos. La realidad es que terminaba llorando la mayoría de las veces”, confiesa Jordie. De hecho, ese espacio quedó inmortalizado con un nombre: “Barrett Cricket Ground”, reza un pequeño cartel. “Mis hijos trabajaron duro para llegar a su actualidad. Algunas veces vienen y nos dicen que tienen muchos rasgos de sus padres. ¿Qué se puede decir ante eso? Es un orgullo”, resalta Kevin, el creador y criador de una dinastía. Desde aquella famosa frase pasaron 18 años. “Es increíble, cuando dije eso eran apenas tres niños dándole patadas a una pelota en el patio de su casa”.
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