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Diego Simeone: “Decirme defensivo es colgarme un cartelito sin profundizar el análisis”
Tras ganar otra vez la liga con Atlético de Madrid, no le escapa a la polémica que despierta su estilo; el fastidio ante “la mentira de la gente que no se mira al espejo cuando hay una final de por medio”; abre la puerta de una intimidad familiar desconocida
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Mediados de abril, dos visitas a Andalucía. Atlético de Madrid pierde con Sevilla y empata con Betis. La ventaja termina de evaporarse; Real Madrid lo muerde un punto detrás y Barcelona está agazapado a sólo dos casilleros. Luis Suárez sigue lesionado. Ese es el contexto. Del resto se ocupa Diego Simeone. Íntimo, intenso y textual. “Al día siguiente empecé a hablar con todos. Con los fisio, con los podólogos, con los utileros, con los que estacionan los autos en el playón… Fui uno por uno, uno por uno, y les dije: ‘De ahora en más, a los jugadores no se les dice más buen día. Se les dice: Vamos a salir campeón’. Y les agregaba: ‘Mostrame cómo se lo vas a decir’. Entonces me decían, ‘vamos a salir campeón’. Y yo explotaba: ‘Noooooooooooooooo. Es vamos-a-salir-campeón, arriba, fuerte, y después sí, buen día’. Y yo seguía: Vos decíselo todos los días. ¿Qué va a pasar? Se van a fastidiar, algunos se van a molestar, otro te va a putear, pero vos no te preocupes porque es una forma de ir generando en el día a día una dinámica ganadora’. Y eran ellos, ¿quiénes si no? Quién mejor que el utilero, que te da la ropa; el que te da la mascarilla para cubrirte del coronavirus; el masajista que te está preparando los músculos, el podólogo que te cuida los pies… Y salió. No ganamos por eso. Como siempre digo: nada es determinante, pero todo es importante. Así, entre todos, en equipo, creamos ese hábitat en el que solamente pueden estar los campeones”.
-Carlos Bilardo 100%, lo sabés.
-Carlos me ha marcado muchísimo sobre un montón de factores del entrenador. La táctica, la estrategia y cómo encontrar la manera de debilitar a los rivales son facultades estelares de los entrenadores, todos tenemos muchas y buenas ideas. Pero hay más. La gestión, manejar las emociones y lograr que todos entiendan que no hay compromiso con nadie más que con intentar ganar.
-¿Sentías que desde algún sector estaban esperando que pierdas?
-Cuando vos hacés 50 puntos en la primera vuelta, una cosecha estratosférica, entrás en una calle sin salida. Desde ese momento, y sabiendo que Real Madrid y Barcelona te iban a perseguir hasta las últimas consecuencias, el desafío pasaba a ser enorme. El Barcelona, en 2021, hasta el partido con Granada, era una bestialidad, ganaba todos los partidos. Y el Madrid, en una liga en la que todos dicen que fue mala, perdió sólo cuatro partidos, igual que nosotros. En definitiva, todo eso elevó aún más nuestra conquista. Pero si empatábamos contra el Valladolid, porque el fútbol es fútbol y podía pasar, iban a hablar del ‘Pupas’, y ese maleficio de perdedor alrededor del club, que a mí nunca me tocó vivir. Como jugador y como entrenador me tocó vivir momentos extraordinarios, muchísimos más buenos que malos, y los pequeños malos fueron haber perdido una final de Champions…, en-el-mi-nu-to-93 y otra final de Champions… por-pe-na-les. Conociendo el mundo del fútbol, sabía que se trataría de un pasaje muy duro en caso de derrota. Me iban a apuntar.
-Si Real salía campeón desafiaba un axioma tuyo, porque siempre decís que “el mejor es el campeón”. ¿Lo hubieses dicho?
-… Como siempre digo, el mejor es el campeón, pero creo en ese caso la justicia se hubiese hecho la distraída. Lo más grande que logramos en el Atlético de Madrid en las dos ligas que ganamos fue el consenso del medio español: en ambos casos se reconoció la justicia del campeón, y eso, para mí, no tiene precio. Me han llamado entrenadores de la Liga para felicitarme por los méritos del título, y ese es el mejor regalo que te pueden hacer como entrenador.
-¿Qué llamado te sorprendió más?
-Muchos, o todos debo decir porque no me había pasado en 2014. Entonces no me llamó nadie, y ahora pasó. Creo que habla de una valoración a la instancia, a resistir, a competir, a atreverse a los cambios, a reinventarse… En una temporada signada por las dificultades en el mundo, salen campeón el Lille, el Inter, el Sporting Lisboa, el Atlético de Madrid… Las cosas pasan por algo. Muestra que se puede. Con trabajo, con organización, con gestión, con paciencia, con voluntad, con saber ceder, se puede.
“Ni idea”, responde Simeone cuando escucha la pregunta. ¿Sabés cuántos entrenadores pasaron por el banco de Real Madrid y Barcelona durante el mismo lapso que vos dirigiste a Atlético de Madrid? La respuesta es 14, desde Guardiola a Mourinho, pasando por Zidane, Valverde, Ancelotti, Koeman, Lopetegui, Martino, Rafa Benítez, Luis Enrique… “El mayor orgullo que me provocó este título fue convalidar un proyecto que se viene realizado desde hace muchísimo tiempo. En el recorrido de estos siete años, desde la Liga que ganamos en 2014, siempre estuvimos ahí, segundos o terceros. Pero nos faltaba ese empujón definitivo que te lo termina dando la jerarquía. De un Suárez, por ejemplo. Porque el jugador diferente es el que termina resolviendo partidos, como lo hizo Ronaldo en el Madrid, como lo ha hecho siempre Messi en el Barcelona. Pero a esto se llega a partir de un legado; yo se los decía a Juanfrán, a Godin, a Gabi, a Filipe, a Costa… ellos marcaron un poco la historia que está atravesando el club. Ellos les marcaron el camino a los que hoy salieron campeones: el club iba a competir partido a partido, partido a partido, con la finalidad de ganar”. Siempre ganar. La palabra que Simeone más repite en la articulación de sus respuestas.
-¿El tiempo te dio la razón? ¿La temporada pasada era de transición, aunque se hubiese comprado a Joao Félix por 120 millones de euros?
-Cuando hicimos el cambio generacional, de aquellos chicos que nos dieron un montón, los que nombraba, Godin, Gabi, Filipe, Juanfrán, Thiago, Costa… ¿Cuántos quedaron de aquel equipo campeón? Koke y Giménez, que había jugado solo un partido en aquella campaña. Eso habla de una reconstrucción. Quedó a la vista que el año pasado fue una transición, porque llegaban Hermoso, mejores minutos para Lemar, aparecían Llorente, Joao, Felipe, Lodi, volvía Carrasco… Yo veía que se venía una progresión de crecimiento. Por supuesto, intentar ganar es una obligación, por eso competimos hasta los cuartos de final de Champions y volvimos a salir terceros en la Liga. Pero este año hubo algo: aquellos pudieron madurar y todos fueron en alza. Y con ellos, naturalmente, el equipo.
-Siempre decís: ‘Para cambiar la historia de un club tenés que ganar’ Ya van ocho títulos. ¿Cambiaste la historia de Atlético de Madrid?
-Mirá, en esto de las comparaciones, lo que a mí más me agrada es advertir las diferencias entre el campeón del 2014 y este. Son totalmente diferentes. Uno tenía más experiencia, gente que sabía jugar un 4-4-2 férreo, organizado, contragolpeador, defensivamente insuperable. Y fue maravilloso. Y ahora logramos ganar con otro sistema, cambiando a la fecha siete. Para los críticos, para aquellos que se empecinan con etiquetarme como defensivo, que eligieron estigmatizarme, yo les digo: nosotros jugamos con Koke, que para los que no lo conocen, es mediocampista ofensivo desde chiquito; jugamos con Llorente, que hizo 14 goles como mediocampista; jugamos con Lemar, que es un mediapunta o enganche, reconvertido en medio centro interno; jugamos con Carrasco de carrilero, y es delantero; jugamos con Trippier, que con el pie es un genio técnicamente; jugamos con Hermoso, que es un central con una salida extraordinaria… La gestión de este equipo es totalmente diferente al juego de aquel que ganó en 2014, en Barcelona. Y eso habla de creatividad, habla de un afán por reinventarse. De eso se trata al fin: reinventarse continuamente.
-Antes del debate de ofensivo o defensivo, por séptima vez Atlético de Madrid terminó con el arco menos vencido. ¿Ahí empieza todo?
-Todo empieza y terminan en el equipo. Y cuando digo equipo, hablo de todo: no me puedo detener en una fase ofensiva y una fase defensiva. Ese fútbol ya no existe. Este año tuvimos un delantero extraordinario como Suárez y la media de goles subió. Como sucedió con Costa antes, como sucedió con un goleador fabuloso como Griezmann. Y la media sube, no en función de la idea del entrenador, sino de acuerdo a la ejecución de los jugadores en base a la idea del entrenador.
-Cuando se habla del mejor arquero del mundo, enseguida se los nombra a Neuer, Ter Stegen, Allison, Courtois… ¿El mejor no es el tuyo?
-No tengo ninguna duda de eso: desde hace años Oblak es el mejor de todos. Fue creciendo en todos los sentidos: en personalidad, en gestión de vestuario como capitán, en ser un portero determinante para momentos importantes. Como siempre sucede, el que gana es el más mirado. Y probablemente, al no haber ganado ni una liga ni una Champions en estos últimos años, ganar la Europa League y la Supercopa europea no alcanzaba para formalizar lo que yo ya sé: incuestionablemente es el mejor. Tiene una fantástica frialdad para atajar, porque lo que él transmite es tranquilidad, y eso es lo que necesita un equipo campeón. Yo nunca vi un equipo campeón que tenga un arquero malo, jamás, imposible.
-Siempre que el Covid lo permitió, jugaste casi toda la liga con Llorente, Lemar, Carrasco, Correa y Suárez como titulares, y al principio, Joao Félix. ¿Te duele que te digan defensivo?
-No, para nada. Soy muy respetuoso de todas las opiniones porque creo en la crítica. El fútbol es tan polémico como abierto y yo considero que nadie tiene la razón. Pero sí se busca etiquetar, etiquetarme. Y se olvidan que en el Estudiantes campeón también ganamos, después de 25 años, con un equipo súper ofensivo, con Pavone, Lugüercio, Verón, Sosa, con Galván que se desprendía... Y con River en el año del campeonato, con Ariel Ortega, con Falcao, Abreu, Buonanotte, Abelairas… Pero bueno, no importa.
-Si te importa…
-Estamos expuestos y hay que aceptarlo. Ahora, lo que no comparto es la falta de respeto. De un equipo que gana 5 a 4 se habla maravillas, y del que gana 1 a 0 se habla mal. ¿Y por qué? Entonces pregunto: ¿cuál es mejor, el equipo que gana 1 a 0 o el que gana 5 a 4? Los dos están bien, y los dos están mal. En el 5-4 fuiste fenomenal pero nadie atiende las descompensaciones por las que te hicieron cuatro goles, ahora yo gano 1-0 y soy avaro. Pero los dos ganamos por un gol. La gente consume algo que es muy lindo de la boca para afuera, pero después, cuando estás ahí, no es tan simple. Ahora, parecería que cuando un equipo que juega bien pierde, se le entiende todo. ¡Pero perdió! Y al otro lado, cuando pierde, se le critica todo. La crítica despiadada va siempre sólo sobre un modelo de juego.
-¿Y por qué pasa?
-Es algo maravilloso que se ha generado en el fútbol e invita a que se posicionen algunos de un lado y otros del otro. Pero te puedo asegurar que no hay entrenador que, después de una final perdida, se vaya a dormir feliz porque su equipo jugó bien. El City viene construyendo un equipo para ganar la Champions, y trajo a Guardiola para trabajar y ganar la Champions. Y lo buscó con un extraordinario entrenador. Y Tuchel, que la había perdido el año pasado, desde diciembre construyó un Chelsea maravilloso sobre los espacios, sobre la dinámica, con un perfil totalmente diferente a Guardiola. Después de la final, ninguno se podría haber marchado diciendo “qué bien que jugamos más allá de haber perdido”. Y ahí está la mentira de la gente que no se mira al espejo cuando está una final de por medio. Porque en todo el recorrido previo sí se habla del cómo y de las formas. Pero cuando llegan a la final se dicen: ‘Hoy tenemos que ganar’. Les preguntaría: ‘Ahhh, ¿hoy sí?’. ¿Y por qué? Seguí en la misma tónica: si jugaste bien quedate tranquilo, si total es un juego y podés ganar o podés perder. Y si la ganás sin jugar bien, ¡no la festejes! Decile al club que no te pague y proponé que la copa se la entreguen al adversario.
-Por cierto, ¿qué te pareció la final de la Champions?
-Chelsea demostró la contundencia del sentido colectivo. Es un equipo muy bravo sobre los espacios… y me parece que haber perdido la final de la FA Cup con Leicester hace algunas semanas le dio una buena bofetada.
-Vuelvo. ¿Por qué con cinco o seis jugadores de corte ofensivo, muchas veces Atlético se conformaba con la mínima ventaja y terminaba sufriendo?
-Nosotros perdimos 5 puntos contra el Levante en febrero, en dos partidos seguidos, mereciendo ganar los dos partidos y haciendo figura al arquero, pero empatamos y perdimos porque no tuvimos contundencia. Contra Alavés, por dar otro ejemplo, ganábamos 1-0 y tuvimos un montón de ocasiones, pero no convertimos. Pasa el tiempo, y cuando entrás en los últimos 15 minutos, los rivales juegan, crecen, se sienten vivos porque no los mataste, y buscan jugar con tus miedos. Y también juega la experiencia en momentos cruciales que vos tengas en la cancha: nosotros sólo teníamos a dos campeones en la cancha, Suárez y Koke. El Madrid tenía 12 campeones, y Barcelona, 8, en todos los partidos. A mí que me tocó jugar, yo sé lo que les pasa. Y lo sé hasta el punto que, como entrenador, percibo que no están para el 2-0 y sí para sostener el 1-0. Porque también está la posibilidad de que por poner tres delanteros para hacer el 2-0, no lo marque, y me empaten 1 a 1. Entonces vienen todos ustedes y me dicen ‘¿por qué no cerraste el partido?’. Porque el fútbol tiene, como colofón, el resultado. ¿Te imaginás una conferencia, donde un periodista me diga: ‘Quiero felicitarlo míster pese el 1-1 porque celebro su audacia para ir a buscar el segundo gol’?. ¡No, vamos! Imposible. Serían los primeros en criticarme, me caerían diciendo ‘por qué no fuiste vos, no fuiste capaz de sostener, de mantener, y ahora el equipo es irregular, es débil…’ Es fútbol. Siempre te van a pedir resultados, y cuando no haya resultados, te van a pedir que te vayas.
-Decís que las emociones son el aspecto más difícil de gestionar. ¿Qué te pasa cuando Suárez o Joao Félix se va molestos después de un cambio?
-Hablo mucho con los jugadores. Pero no lo vivo como una falta de respeto para mí, es una falta de respeto para los compañeros que tienen que entrar a jugar. Nunca se explica qué tipo de enojo es. Entonces yo digo: ‘Pregúnteles a ellos por qué están enojados’. Puede ser por muchos motivos. Pueden estar enojados porque quisieron hacer más y no pudieron, porque hicieron un mal partido, porque el entrenador hizo un cambio que a ellos les pareció injusto…, hay un montón de posibilidades. No se queden con que está enojado con el entrenador. Vayan, pregúntele al jugador y escuchen qué dice.
-Los jugadores de hoy son más…, ¿qué dirías?
-Inteligentes. Antes teníamos más creatividad a la orden del ejercicio, y hoy los futbolistas necesitan más explicaciones. Yo la inteligencia del jugador la baso a partir de su curiosidad, de su demanda de explicaciones. Como los chicos, ¿viste?, que te preguntan ¿y por qué, y por qué? Antes, a nosotros nos proponían algo y nuestra creatividad, de la mano de la orden del entrenador, nos llevaba a realizarla. Hoy se llenó de por qué: por qué esto, por qué vamos por allá, por qué la superioridad numérica en tal, lugar, qué relación tiene este ejercicio con el partido…
-Si el creativo también es curioso, ¿ese es el distinto?
-Claro, porque eso lo hace mejor, y eleva a todos a partir de su propia exigencia. Al entrenador lo obliga, especialmente. Y los entrenadores han mejorado porque la sociedad ha mejorado, hoy contamos con herramientas que los anteriores entrenadores no tuvieron. Hoy no hay equipo que no juegue con un posicionamiento, una idea, una búsqueda. Ya no existe la libre expresión del jugamos bien.
-¿Y si alguien lo hiciera? ¿Perdería inevitablemente?
-No, no, no, ¡qué perder! Se va al descenso ese equipo.
“Percibo una energía diferente para esta Copa América”
Se fue Antonio Conte de Inter y llegó Simone Inzaghi. Se marchó Zinedine Zidane del Madrid y suena el propio Conte, Unai Emery, Pochettino o un emblema como Raúl. Sin Andrea Pirlo, Juventus volvió a traer a Massimiliano Allegri. Roma se aferró a Mourinho. El nombre de Xavi merodea la inestabilidad de Ronald Koeman en Barcelona. Es decir, la elite de Europa se retroalimenta de nombres consagrados o, a lo sumo, apuestas muy identificadas con el club. Nadie se atreve a un cambio abrupto, nadie contrata, por ejemplo, a Marcelo Gallardo.
“… No soy dirigente, es una buena pregunta para ellos. Yo puedo responder en función de lo que me pasa con un futbolista. A mí me gusta traer jugadores que, por su recorrido o por su futuro, me imagino que me va a responder. Creo que los dirigentes buscan acercarse, lo más posible, a lo que se sabe que dio éxito. Y después están las apuestas, y hay un montón de apuestas que salen bien. Por ejemplo, ahora está la llegada de Nagelsmann a Bayern Munich. El chico la viene rompiendo, es cierto que en un equipo menor, y ahora tendrá la oportunidad de dar el gran salto”, reflexiona Simeone.
-Pero ningún grande se arriesga a llevarse un técnico de Sudamérica…
-…Una cosa son los torneos americanos y otra es Europa. Son distintos. De todos modos, es una buena pregunta para los dirigentes, porque no tengo ninguna duda de que muchos de los entrenadores argentinos que conozco, y lo demostró Coudet, que le cambió la cara y le impuso otra ambición al Celta, lo pueden hacer.
-Al revés no funcionó. ¿Viste al Newell´s de Burgos?
-No, la verdad que no vi nada, con el cambio de hora no vi nada, ni estuve siguiendo absolutamente nada.
-Llega otra Copa América. La última vez que la camiseta 10 ganó un torneo, Ecuador 93, la llevabas vos…
-… La verdad que no me acordaba, pero en esta Copa América que se viene percibo una energía diferente, percibo a un Messi con muchas ganas de selección, percibo a un grupo que ya tiene instalada la idea de Scaloni y sigue el camino que el entrenador les está marcando. Percibo eso, y acordate, no le voy a errar por mucho.
-¿Te ponías más nervioso cuando esperabas tu convocatoria, o ahora por un posible llamado para Gio?
-No, no, me ponía más nervioso cuando estaba yo. Giovanni está en otra faceta, está trabajando y buscando seguir creciendo para poder acercarse a la selección cuando el tiempo lo marque.
El hijo que se emociona, el papá que juega en el piso y el abuelo que ya llegará
Cuando un jugador se ata los cordones o se acomoda la vincha, él se irrita. Cuando lee que el cuerpo del futbolista está en otra cosa, él se irrita. Cuando un jugador vuelve de la pretemporada con dos kilos de más, él se irrita. Simeone no quiere que nada se entrometa con su obsesión: ganar. Los jugadores conviven con un tipo que se aísla de cualquier sensación que lo haga sentir cómodo. Ante la duda, siempre, pero siempre, lo que cueste más. Por eso, en la fiesta del campeonato, a sus dirigidos algo les llamó la atención. “Estaba suelto, relajado, ya no era el entrenador sino un par de los jugadores. Entonces, uno de los chicos me dice: ‘Puta, míster, ¿por qué no sos siempre así?’ Me hizo reír. ‘Porque no puedo ser siempre así’, le dije. Porque a partir del 7 de julio, cuando volvamos a juntarnos, se acaban los amigos. Ellos piensan que vos sos un tipo cerrado, siempre para adentro, que no tenés gestos de nada, y cuando te ven en otra faceta, se sorprenden… Estuvo bueno, estuvo bueno el festejo”, confiesa.
La verdad es que Simeone vive de las emociones. Los Simeone. En el título de 2014, Carlos, el padre, estuvo en la cancha, en el Camp Nou. Se abre la puerta de la intimidad familiar… “Hace un par de meses le planteamos traerlo para vivir varias situaciones que estaban por delante: mi cumpleaños y el casamiento del primer nieto, y además caía en el medio el final de la Liga. Él está en un momento con bastantes achaques y muchos cuidados, pero lo trajimos desde Buenos Aires. El día anterior al partido con Valladolid, cuando estábamos organizando las cuatro entradas que nos habían dado para la familia, pudimos conseguir una quinta para él. ‘¿Querés venir?’, le pregunté. Y me dijo ‘déjamelo pensar’. Lo pensó y me respondió: ‘La verdad no puedo ir, no quiero ser un peso’. Se refería a sus cuidados. Cuando me voy de casa, ya para viajar a Valladolid, lo saludo… se va, pero enseguida gira, y me dice: ‘Mirá que yo estoy…’ Un genio, un genio…”. Y se vuelve a emocionar Diego. “Cuando lo volví a ver nos dimos ese abrazo, que ahora no fue en el Camp Nou ante los ojos de todos, sino en mi casa, a las 12 de la noche, porque por supuesto estaba despierto esperándome”, completa.
Don Carlos Simeone no se perdió nada. Acompañó a su hijo en el cumpleaños 51, celebró la Liga, y a las 48 horas estaba en Ibiza, en el casamiento de Giovanni, el hijo mayor del Cholo. “Pasamos una semana espectacular. Disfrutamos mucho, poca gente, amigos y en familia, una semana divina”, cuenta Diego, de vuelta en Madrid, y antes de salir de vacaciones. Gio nació en 1995, cuando el Cholo tenía 25 años. Gio se casó con Giulia Coppini y tiene 25 años…
-¿Preparado para ser abuelo?
-… Ehhhh, ya les dije que lo estiren un poquito más, que lo estiren un poquito porque estamos bien así… No hay problemas, no hay problemas. Sólo quiero que sean felices.
Cuando en los festejos del título aparecieron ellas, Francesca (4 años) y Valentina (2) –las hijas del Cholo con Carla Pereyra-, e interrumpieron una entrevista, la escena se llenó de dulzura. De golpe, sin ensayo, Diego pregunta: ‘¿Qué somos?’ Y Francesca, la mayor, no duda ni un segundo: ‘¡Un equipo!’, grita. Las pequeñas no escapan a esa atmósfera futbolera que Simeone se encarga de mantener siempre encendida. “Francesca sabe que debemos trabajar en equipo. Cada vez que salimos como familia yo le digo ‘vamos a ayudarnos, vamos a trabajar en equipo, somos un equipo…’ revela el papá. Claro que en aquella entrevista todo no quedó ahí, porque Francesca se puso a cantar el himno del club. “Vamos en el auto y va sonando el himno del Atlético, y ahí lo aprendió. Francesca sabe la letra perfecta, lo sabe mucho mejor que yo”, cuenta el símbolo del club, el técnico del campeón. El papá de Francesca.
-¿Qué fue más difícil, criar varones a los 20/30 años, o nenas a los 50?
-Las nenas son más exigentes, sin lugar a dudas. A los pibes les tirás una pelota y ya está. Juegan. Las pibas demandan creatividad, piso, muuuuucho piso, están tremendas, pero están divinas.
Sólo 48 horas después del título, Atlético de Madrid decidió homenajear, de alguna manera, a los héroes de la pandemia de Covid. Con la copa, con Simeone, el capitán Koke y el presidente Enrique Cerezo, visitaron un hogar de ancianos, una sede de los bomberos, un centro de formación de la Cruz Roja. Simeone se contagió de coronavirus en septiembre del año pasado. “Por suerte, atravesó el cuerpo y se fue, sólo me dejó un par de días de tos y de dolor de cuerpo. Pero es muy triste todo lo que pasa, se nos han ido amigos, familiares… Esto nos ha alejado, nos hace más inseguros. Nos va a costar cuando recuperemos la libertad de volver a encontrarnos con la gente. Vamos a tener ciertos miedos e inseguridades porque esta maldita pandemia dejará secuelas”, reflexiona.
-Mucho se habla de ser mejores cuando pase esta enfermedad. ¿Te reprochás aquella imagen tomándote los genitales contra Juventus?
-Me lo reprocho absolutamente.
-¿Asegurarías que no lo vas a repetir?
-Espero haber aprendido.
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