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Día Mundial de la conciencia del trastorno o desorden del espectro autista: las historias de superación de deportistas
El origen del Trastorno o Desorden del Espectro Autista (TEA) es todavía un misterio. A través de los años y de varios estudios aún se desconoce el motivo por el que se da, aunque las teorías son varias. Lo cierto es que esta condición ha sido tratada por años de manera equivocada, pero gracias a la unión de las familias de aquellos niños que la sufren y de una inmensa cantidad de especialistas que los guiaron se decidió actuar. Tal es así que desde el año 2008 se designó al 2 de abril como el Día Mundial de la Conciencia sobre el TEA para hacerle saber a todos sobre la necesidad de ayudar a mejorar las condiciones de vida de los niños y adultos a los que le afecta este trastorno. Quien no quedó afuera de esta situación fue ni más ni menos que el deporte.
Las historias de algunos deportistas con autismo sobresalen para demostrar la presencia e importancia del deporte ante la afección, además de dar cuenta que no es un impedimento para poder progresar. En este día, vale la recuerdo de tres historias vinculadas al deporte. Algunas con más gloria o éxito deportivo que otras, pero todas como grandes demostraciones de vida inigualables.
Uno de los casos más famosos es el de Michael Phelps, considerado uno de los mejores deportistas de la historia. Al pequeño Phelps le diagnosticaron Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, un tipo de autismo que no permite a los niños concentrarse en sus tareas. Todo empezó desde preescolar, cuando las maestras se quejaban de su hiperactividad, falta de concentración, mal comportamiento y por no seguir ninguna de las indicaciones que le daban.
Su madre fue la que siempre estuvo atenta a la educación y salud del ex nadador, es por eso que decidió realizar campañas y colaboraciones en la escuela a la que su hijo asistía. Y hasta contrató maestros particulares para su hijo. Pero esto no fue suficiente. A sus 9 años de edad, Phepls empezó un tratamiento y fue a esa edad cuando empezó a familiarizarse con la natación. Allí se convenció que podía salir adelante.
Ya transformado en un coleccionista de premios, Phelps decidió retirarse como nadador a los 31 años y los resultados que obtuvo fueron sorprendentes convirtiéndose en el deportista olímpico más premiado de todos los tiempos, con un total de 28 medallas en Juegos Olímpicos con 23 de oro, 3 de plata y 2 de bronce.
Un hecho anecdótico se vivió durante una rueda de prensa en los Juegos Olímpicos de Pekín, en la que Phelps admitió que su maestra de lengua le había dicho que nunca sería capaz de lograr nada y dejó una frase que quedará marcada a fuego como ejemplo de superación: "Lo que he hecho es enseñar a la gente que lograr lo que se quiere es posible".
Historias de básquetbol
Los otros dos casos de deportistas con TEA son de jugadores de básquetbol. Una de esas historias es la de Jason McElwain, un joven de Rochester, Nueva york, que contaba con inconvenientes para comunicarse, de hecho no habló hasta los 5 años de edad, además de que le costaba relacionarse y tenía comportamientos inusuales.
Lo cierto es que, ya de adolescente, Jason formaba parte del equipo de básquetbol de su instituto, el Greece Athena High School. Él entrenaba con ellos todos los días, también era el aguatero y se encargaba de llevar las estadísticas del equipo, pero la particularidad era que no había jugado ni un solo minuto de partido en los tres años que pasó en el equipo. A él no le importaba, porque era feliz y se sentía parte del equipo en todo momento.
Pero todo cambió el 15 de febrero del año 2006. Ese era el último partido de la temporada y, a falta de cuatro minutos para el final y con el partido ya definido, Jason ingresó a la cancha ante la ovación de todos los que estaban en el estadio alentando al equipo.
La primera pelota que tocó resultó un tiro errado y la segunda también. Pero al tercer intento, Jason convirtió su primer tiple, en una especie de desahogo personal y a partir de ahí la magia sucedió. El joven continuó tirando, y metiendo, hasta alcanzar los seis triples. Tanto sus compañeros de equipo como el público en las tribunas festejaban emocionados y llenos de alegría.
Jason lo había logrado, anotó 20 puntos en tan solo cuatro minutos, una gesta que en el Greece Athena High School nunca olvidarán. Tras ese momento con el que logró el premio de ESPN al mejor momento deportivo de ese año su madre declaró: "Yo veo el autismo como el muro de Berlín y Jason lo ha roto".
A la madre del pequeño Kalin Bennett le dijeron que su hijo no iba a hablar y tampoco iba a caminar, pero ella no se rindió, y aun con el alma destrozada fue a buscar ayuda. Desde allí todo cambió para este joven de 18 años, que entró a la historia por ser el primer jugador con TEA que tiene una beca a tiempo completo y compite en la liga universitaria estadounidense (NCAA) para la Universidad de Kent State.
La historia de superación de Bennett conmovió al mundo del básquetbol en noviembre del año pasado cuando en un partido por la NCAA el joven estuvo seis minutos en la cancha, en los que aportó un doble, tomó dos rebotes y metió un tapón. El pico de emoción llegó a falta de 2 minutos y medio, cuando el pivot recibió en la zona pintada, encaró hacia adentro con dos piques y con un gancho de izquierda marcó sus primeros puntos en el certamen.
Tras esa gesta personal, Bennett contó que su objetivo estaba por encima de sus logros ya que pretende que su historia sirva para la superación de otros niños, ya sea con autismo o con alguna limitación física o psíquica. "Quiero tener un impacto no solo en la cancha, sino también con los niños que están luchando con las mismas barreras que luché yo", manifestó. Y añadió: "Quiero usar esta plataforma para inspirar a otros niños con autismo y no autismo. Quiero hacerles saber que si yo puedo hacer esto, ellos también pueden hacerlo. Muchas veces se sienten solos y solas, y yo también lo siento al crecer".
Tres deportistas que dan señales de valentía, lucha y perseverancia. Tres jóvenes que convivieron con un trastorno y con los desafortunados vaticinios, pero que lograron lo que se propusieron. Y dejan un mensaje.
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