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Delfina Pignatiello, camino a Tokio 2020: sumergida en las redes y con la obsesión en los Juegos Olímpicos
La atleta más convocante de la delegación argentina habló sobre cómo maneja su exposición pública y la manera en que llega a la gran cita del año
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Es una fiera competitiva de alma. Y al mismo tiempo, una mujer de 21 años que se niega a abandonar su registro adolescente. Delfina Pignatiello se desdobla en esos dos perfiles, según se zambulla en la pileta o en las redes sociales. En cualquier caso, ella es la joya de la delegación nacional para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020: no está claro cómo puede rendir en los 400, 800 y 1500 metros libre, las pruebas en las que se clasificó, pero sus antecedentes pesan demasiado como para no ilusionarse con alguna hazaña.
Mientras que ajusta técnicas de nado hasta la obsesión y cronometra sus marcas, la sanisidrense disfruta del mundo virtual. No hay nada que iguale su fanatismo por la natación, aunque asegura que estaría haciendo streaming todo el día. Ya superó los 77.000 suscriptores en Twitch (DelfiPignatiello), exhibe sus fotos ante 564.000 followers en Instagram (@delfipignatiello), es seguida por 31.000 personas en YouTube –plataforma en la que inauguró una serie de capítulos bajo el hashtag #CaminoATokio-, al tiempo que ya acumuló 53.000 seguidores en una cuenta más profesional de Twitter (@DNPignatiello), luego de una primera experiencia más “informal” en esta red, en la que había traspasado los 100.000.
Si habitualmente se distiende desde una cómoda silla en su casa y con los auriculares aprisionando sus orejas, también elige cuidadosamente a quién brindarse respecto de la prensa. Su elección es bien clara desde hace algunos años: prefiere eludir a los medios convencionales y se decanta por entrevistas con características más casuales, por lo general a cargo de chicos de su misma generación. De alguna forma, se siente muy escrutada frente al periodismo tradicional, sobre todo cuando le toca hablar sobre lo que mejor hace, nadar. Solo en las zonas mixtas de grandes torneos se ve obligada a analizar carreras y rivales, pero si fuera por ella, dejaría esos análisis solo para sí y sus entrenadores. “Capaz que estoy dibujando mientras que hago stream y salta alguien de la nada y me dice: ‘Che Delfi, ¿cuánto te entrenaste hoy?’ Paraaá”, describió junto a los jóvenes que llevan adelante Doble Mérito, un proyecto de entrevistas en Youtube. Y dejó interesantes respuestas.
En medio de su impresionante cosecha de oros durante los Panamericanos de Lima 2019 –se impuso en sus tres pruebas- enseñó su desfachatez frente a cámaras. Y esa manera de hablar sin filtro que ya es un sello en ella, cada tanto, le trae problemas durante sus transmisiones online. Hasta tuvo que suspender una en mayo pasado. “En el último año aprendí a no leer y no darle bola a los ‘haters’ (esos “odiadores” que circulan en diferentes plataformas), entonces casi desaparecieron. Siempre hay algún que otro ‘varonil’ que se pasa de la raya con algún comentario que no va, aunque no relacionados tanto con el odio”, contó a Doble Mérito, y amplió: “Me molesta cuando se sexualiza, pero ya lo ignoro y es muy poco lo que llega. Eso sí: cuando se desubican con comentarios en mis fotos, trato de borrarlos y bloquear porque no me gusta que estén ahí. Ya cuando es un mensaje privado y me lo mandan a la solicitud, denuncio, bloqueo y ya está, no puedo hacer más que eso. Pero con los comentarios ingeniosos estallo de la risa”.
Llega un punto en que las redes la saturan. “Ahí me tomo un descansito o hago una limpieza. Veo que capaz empecé a seguir a demasiada gente que ni conozco o que no me importa tanto lo que realizan y vivo pendiente de lo que hacen los demás. Te empezás a comparar y no está bueno. Con Twitter me di cuenta de que tenía tuits muy viejos, de cuando era muy chica; todavía no estaba metida en el profesionalismo en la natación. Eran tuits muy boludos, así que por más que ahora haga chistes, me muera de risa en el stream y diga boludeces todo el tiempo, hay cosas que en las redes deben seguir la línea del profesionalismo”. Finalmente, borró aquella cuenta original de Twitter y arrancó otra de cero. “Me seguía gente re top del ambiente de Twitch, deportistas, de todo y pensé en frío: ‘¿Qué me cambia un seguidor más o menos?’. Entonces me abrí una cuenta profesional y listo. Chau”.
Se inventó un calificativo: asegura que es “memeable” por las risueñas situaciones a las que se expone. Y se considera una persona muy inquieta: “Me gustaría mucho ser free lance, emprendedora. Todo el tiempo estoy haciendo algo, quiero hacer un proyecto o aprender algo nuevo. Creo que me podría manejar bien, sobre todo en Twitch. Estaría todos los días stremeando, pero no hay nada en el mundo como estar en el agua. Por ahora mi camino seguirá siendo como nadadora… hasta que surja el streaming subacuático”.
Camino a Tokio 2020 (un año después)
En la medida en que se acerquen estos Juegos Olímpicos de Tokio postergados por un año, se irá alejando cada vez más de la pantalla, del celular y de la interacción con sus cientos de seguidores. Jura que en los entrenamientos se está “matando a palos” y que se encuentra muy bien en lo mental. Aunque todavía siente la diferencia de preparación respecto de sus rivales, que en 2020 no sufrieron una cuarentena tan estricta. Sucedió que el año pasado, Pignatiello tuvo su temporada deportiva más traumática, ya que estuvo fuera de la piscina durante cuatro largos meses debido a las restricciones. Así, un día dijo basta y alzó la voz públicamente para que los atletas clasificados pudieran retomar la actividad, ante la amenaza de no ir a la gran cita: “Era un momento rejodido: uno salía a hablar y lo mataban, lo crucificaban, como ocurrió con el remero (Ariel Suárez). Era re jugado salir a hablar. Finalmente encontramos el lugar, el medio y las palabras correctas para que nos escucharan y realmente hicieran algo. Después me llamaron políticos y me dijeron ‘Estuviste cuatro meses para decirme eso’”.
Se define como una atleta profesional 24 x 7 y su vida está armada en función del alto rendimiento, aun con todas las situaciones disparatadas que alimenta online. Las redes y otras actividades le sirven para oxigenar la mente, después de cada exigencia: “Además del stream, leo, miro series, me junto con amigas al aire libre, dibujo… Trato de hacer otras cosas que me despejen la cabeza. También estudio… cada tanto. Sí, porque si no te quemás el bocho”.
Si bien los disfruta, los entrenamientos actúan como un factor de presión: no se puede perder un segundo frente a la mecánica de relojería que desde hace rato iniciaron sus contendientes extranjeras. Desde muy chica está acostumbrada a una vara muy alta: “No me gusta pensarme como una promesa nacional del deporte, sino como que me encanta entrenarme y competir. Durante los Juegos de la Juventud 2018 me pusieron una mochila que me mataba, ni yo ni nadie la tiene que estar cargando porque nadie te ve en el día a día, solo mira un resultado. Comparto con un círculo de gente muy chico, pero después, cuando ganás la medalla, están todos colgados ahí”.
La idolatría la podría confundir; está el peligro de que su popularidad la desvíe del objetivo que la desvela: una consagración olímpica, también con proyección a los Juegos de París 2024. Mientras tanto, intenta plantarse firme y ser lo más terrenal posible, como la chica común y corriente que se observa en las redes: “No me quiero subir al pony de nada ni me creo Dios, pero siempre me sentí distinta. Siempre busqué ser yo misma, poder ser distinta. No tengo que encajar en ningún molde, ni complacer a alguien ni le debo nada a nadie. Y sé que soy distinta por las cosas que hago, por cómo pienso y por la manera en que proyecto y transmito. Pero no me siento ni prodigio, ni promesa, ni Dios. Solo distinta, ésa sería la palabra”.
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