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Delantero temible y campeón del fútbol argentino: la nueva vida de Jorge “Polo” Quinteros, entre la pesca y su comedor comunitario
Debutó en Argentinos Juniors en 1993 y se retiró ahí mismo, en 2006; dio la vuelta con San Lorenzo y con Universidad Católica; ahora, asegura que no extraña las canchas y que su vida va por otro lado
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A muchos futbolistas de primer nivel, el día “después del fútbol” les genera una gran incertidumbre porque todo lo que conocen desde que eran preadolescentes queda sujeto a un futuro indefinido. Hay quienes se preparan psicológicamente para enfrentar el exorcismo de la mañana siguiente y otros que se sumergen en una aventura improvisada sin fin. A Jorge “Polo” Quinteros, el ídolo de Argentinos Juniors, la vida antes de su carrera le había enseñado sobre la racionalidad y el autoconocimiento. Esto le sirvió para conocer sus límites y tener en claro lo que quería hacer, pese a retirarse en el mejor momento de su carrera: venía de salir campeón con Universidad Católica. Hoy, lejos de las canchas y los canales de televisión se dedica a su primera pasión: la pesca deportiva y un comedor comunitario en Virreyes, San Fernando.
Allá por 2006, en un partido entre Argentinos y Estudiantes de La Plata, Jorge anunció el final de su ciclo como futbolista. En ese entonces contó que se sentía “satisfecho con su carrera”, y con el tiempo apostó por la actividad a la que se había dedicado su padre, que le enseñó sobre la paciencia y la perseverancia. Desde hace más de cinco años se mueve entre el Norte y la Patagonia argentina con distintos grupos de amigos o turistas que desean practicar la pesca deportiva, el sueño que finalmente hizo realidad tras su retiro de las canchas.
“Soy un apasionado de la pesca. Estoy organizando viajes para todas partes: voy desde el norte al sur del país desde hace cinco años. Por el fútbol me conoce mucha gente, entonces armo viajes con esos amigos, porque casi siempre son amigos o conocidos que suelen hacer pesca deportiva. Tengo un grupo muy lindo de gente que va rotando”, dice en conversación con LA NACION. Si bien el fútbol le generó estos vínculos, ninguno de sus allegados viene de practicar este deporte. El circulo casi siempre es cerrado, pero cada tanto aparece un interesado en sus redes sociales en sumarse a alguno de sus viajes por el país. Hace un tiempo invitó a Leonardo Ponzio, el exfutbolista de River Plate, a sumarse a uno de los tours a sabiendas de que le apasiona la pesca y la vida campestre, pero todavía no le llegó la respuesta.
“El fútbol hace que me conozcan, la gente que va a pescar viene de ese mundo, o tal vez nos cruzamos en algún lado y terminamos yendo a pescar. Me resulta más cómodo así que hacer una promoción”, explica sobre su metodología para atraer interesados a este deporte. En su cuenta de Instagram promociona los viajes que realiza en las distintas temporadas del año en lugares habilitados entre Corrientes, Salta, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Polo reconoce el fútbol como una lección de vida, una carrera que lo impulsó y ayudó a ser lo que es. “Entre lo que me ha dado el fútbol y lo que he hecho yo hasta ahora reconozco que no he fallado en nada”, asegura. Una de las cualidades que lo caracterizaron en su faceta deportiva era la paciencia que aprendió mediante la pesca. “Yo soy ansioso, la mayoría de los futbolistas lo son. A mí me enseñaron mucho las inferiores. Les estoy super agradecido; te va preparando con responsabilidades a ser buen compañero, un buen amigo, a defender a tu equipo, por más que el resto no tenga razón. Vos tenés que defender siempre a tus amigos, después, mano a mano les decís las cosas. Hay que aceptarlos; en una votación apoyar a la mayoría, eso es educación”, relata.
En 1993 debutó en Argentinos Juniors, donde jugó hasta 1997, cuando pasó al Padova de Italia por una temporada. Un año después volvió al club de La Paternal por otra temporada antes de confirmarse su pase al Mallorca de España. Tras su regreso al fútbol argentino, jugó en San Lorenzo, entre 2000 y 2001, donde salió campeón del Torneo Clausura de aquel año. Le siguieron Chacarita, Talleres de Córdoba y, una vez más, el Bicho. En 2004 fue vendido a Universidad Católica, donde también salió campeón del Torneo Clausura en 2005 y se quedó hasta principios de 2006. Ese mismo año volvió a La Paternal para despedirse del club de sus amores y darle un cierre definitivo a su carrera futbolística.
Después de 16 años de su último partido oficial, hoy, dice, no extraña nada del trajín que vivía entre entrenamientos y la exposición pública. Esas páginas de su vida quedaron en el pasado y apenas las desempolva con sus amigos en el medio de la nada. “Toda mi vida hice pesca. Cuando era chico mi papá me llevaba en su bicicleta y nos íbamos a pescar los dos. Por eso, el fútbol y la pesca fueron siempre de la mano para mí, pero lo otro terminó siendo un trabajo”, afirma. Más allá de que con esta nueva actividad también tiene muchos viajes y paseos que fortalecen el espíritu, a esto se le suman otras responsabilidades, como estar atento a que todo salga bien.
“Uno va y se desenchufa cinco o seis horas del día, donde hablás con tus pares sobre la pesca. Comés y descansás bien. El que es pescador busca otra cosa. No es solo cuestión de sacar, es pasarla bien”, sostiene. Los viajes los organiza de acuerdo a las ideas que surjan en el momento o lo que se le ocurra para matar el tiempo en las largas horas entre ríos y lagos.
“No tengo una agenda que diga que siempre voy acá. Se improvisa mucho. La otra vez armé un viaje a Corrientes, donde se estaba pescando muy bien. Eso no te lo dice nadie, son amigos que te avisan. Entonces decís: armamos un viaje relámpago y vamos ocho y pescamos”, ejemplifica. En estos días, después de las vacaciones, tienen pensado con el equipo viajar a Paso de la Patria, en Corrientes, donde pescan dorado y surubí. A esta provincia los viajes se arman entre los tres y cinco días, al igual que Santiago del Estero y Salta, con un itinerario más flexible por la logística. Además, también organizan un tour por el sur en busca de las truchas y el salmón que llega, ya sea en febrero o a mediados de abril, pero todo depende de la época del año y donde se hace la pesca 100% deportiva.
-¿Cuánto tiempo puede pasar hasta tener un surubí en tus manos?
-Es que, a veces, vas a pescar y no sacás nada. No siempre sacamos. A veces estamos hasta tres días y sacamos un pescado nada más... o nada. No es seguro. Y, para mí, no fue una mala experiencia, al contrario, la pasamos bien. Por eso, en la pesca lo que no puede fallar es el servicio: la comida, el descanso y el beber. El buen pescador sabe que muchas veces salimos a pescar y no sacamos nada. Y, un buen día, no depende de cuántos pescados saques. La salida de pesca se disfruta desde otro lugar: si sacamos uno nos tomamos la foto y listo. ¡A eso vamos! ¡La pesca es suerte!
A través de esa actividad aprendió a calmar la ansiedad, combinado con el trabajo que hizo en las inferiores del fútbol. “Hoy en día soy así. Creo que hay que luchar y buscar las formas. Yo relaciono un montón de cosas con lo que yo viví y con lo que me pasó en el fútbol”, sostiene sobre la forma en la que canaliza la impotencia cuando las cosas no salen como las tiene planeadas. “Cuando jugábamos y el técnico no me ponía yo decía: ‘Este me va aponer, la voy a luchar, le voy a ganar. Haré todo lo posible para que dé su brazo a torcer’”, recuerda entre risas.
En los últimos años se alejó de todo lo relacionado con el fútbol, pese a haber gozado de una etapa como representante deportivo. Del fútbol, dice, le quedaron “dos o tres amigos que no llegaron a jugar en primera”, sino que son de las inferiores, con quienes siguió teniendo relación. “No tuve muchos amigos en el fútbol profesional. Pero también es difícil seguir la relación”, añade.
Tras el retiro, Polo experimentó su faceta emprendedora: en paralelo a la pesca tiene un negocio de venta de motores eléctricos con sede en Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires y la Patagonia. Estos motores están hechos específicamente para usarse en la pesca, ya que son silenciosos. A partir de estas reinvenciones, sostiene, aprendió sobre la resiliencia. “Si el negocio no te sale, tenés que ser terco en algún sentido y luchar hasta que salga”, aconseja.
El comedor Catalina y el pedido de ayuda a Acción Social
Durante su paso por San Lorenzo se embarcó en un proyecto social junto a su mujer Mariela y sus hijos Catalina, Victoria, Sofía y Juan. En Virreyes, San Fernando, tienen el “Comedor Catalina”, donde alimentan y dan apoyo escolar a cerca de 80 chicos y entregan platos de comida a personas mayores. Todo eso desde hace cerca de 21 años. “Seguimos firmes hasta ahora. Es un lugar súper agradable, lindo. Hay colonia de verano y talleres para las madres, porque nos ocupamos de las madres que necesitan su lugar”, extiende.
Su deseo es que ningún niño pase hambre y desde ese lugar intentan que cada vez sean menos los chicos que necesiten de una asistencia o vayan a la escuela con el estómago vacío. “Yo no pasé hambre, pero me imagino a un chico con hambre en el colegio cuando la profesora le dice cuánto es dos más dos y el chico, en su cabeza, dice: ‘Qué caraj… me importa cuánto es dos más dos’. El hambre debe ser muy jodido. Lo principal es la comida que, hoy por hoy, gracias a Dios lo tenemos cubierto, lo cubrimos día a día, y les podemos dar un montón de otras cosas”, razona.
Por ejemplo, a partir de esta labor social, hay chicos del barrio que consiguieron salir adelante y entrar a la universidad o que tienen el sueño de seguir una carrera. “Hay una chica que está en el CBC para estudiar enfermería, otra que está con 16 años en la reserva de River, jugando al fútbol. Una mamá daba clases de cocina en el comedor y a uno de los chicos le encantó y hoy le estamos pagando para que vaya a estudiar para que sea cocinero. Pero todo esto es a pulmón. Y yo digo: ‘Viejo, ayuden’. Ni a mí, ni a mis hijos ni a mi madre, gracias a Dios, no nos falta nada. Es todo para darles una mano a los chicos y darles futuro”, sostiene. Su labor con los niños va más allá de darles de comer, sino que ellos tengan posibilidades el día de mañana de poder tener una mejor educación.
Además, narra que desde su gestión en el comedor luchan para ver si pueden conseguir algún subsidio estatal, así como le prometieron desde la Secretaría de Articulación de Política Social hace unos meses y aún no vieron señales.
“Esto es a pulmón, nosotros lo ponemos todo. Si los chicos que van al comedor no tienen para estudiar o para el guardapolvo, las fotocopias o la ropa, nosotros tratamos de dárselos. A los chicos hay que darles las oportunidades. ¿Para qué caraj… está el Gobierno si no piensan en los chicos el día de mañana? Yo no soy político, pero desde mi lugar trato de ayudar a los pibes, porque si estás en un Gobierno y no te preocupás por los chicos, en darle un mejor futuro, sacarlos de la pobreza, ¿para qué estás?”, plantea.
“El fútbol me educó”
El fútbol para algunos puede ser más que un trabajo o un estilo de vida. Por ejemplo, para Polo fue educación y la forma que tuvo de conectarse con el mundo. “A mí me lo dio todo. Me eduqué con el fútbol. Si volviera a nacer sería jugador de fútbol, sin ninguna duda. Pero me hubiese preparado de otra manera. Hubiese estudiado, porque a mí me vino todo de golpe”, extiende.
Fue por las bondades de esa carrera deportiva que tuvo la posibilidad de hacer siempre lo que le gustaba y es por eso por lo que hoy trabaja de lo que más le apasiona. Además, gracias a su paso por los clubes de la primera división y el exterior conoció, ratifica, otro estilo de vida.
“En mi primera concentración estaba muy nervioso, recuerdo que no tenía un peso, no tenía nada y tenía que llegar hasta el hotel y tampoco sabía cómo llegar. A la noche, salimos a comer a un restaurante y el mozo me dijo: ‘¿Usted se va a servir vitel toné?’. Yo no sabía lo que era. Le dije: ‘Traeme’. Pero yo no sabía qué era, si era líquido, si era carne o era pescado. No tenía la menor idea de lo que era el vitel toné. Después lo probé y me gustó. Por eso digo que el fútbol me educó”, rescata entre otros recuerdos de sus años de gloria.
En Argentinos Juniors, Polo es considerado un ídolo del club, con 68 goles marcados en 158 partidos disputados. Las cuatro veces que pasó por La Paternal dejó una huella imborrable entre sus hinchas, que cada tanto lo ovacionan cuando lo ven. Un poco tímido, dice que no se ve como tal y antepone el nombre de Diego Armando Maradona, que también surgió en la cantera. “Siempre me sorprende el cariño de la gente, soy parte de Argentinos, pertenezco, pero no me siento ídolo, porque de ahí salió Diego Maradona, entre tantos otros. Pero sí me siento orgulloso de que un club tan lindo e importante me quiera y me tome tanto cariño”, expresa con timidez.
En cambio, con los hinchas de San Lorenzo, el club con el que salió campeón del Clausura, lo une el respeto mutuo. “Fue un año lindo, lo recuerdo con mucho cariño porque salimos campeones, pero no rendí como hubiese querido”, se lamenta. Fue este último mal momento que lo llevó a tomar la decisión de alejarse del fútbol. “Perdí mi juego sagrado. Nunca tuve lesiones graves, pero sí leves que hay que tratarlas y a los 32 años ya me molestaba, yo sabía”, rememora.
El fútbol, una etapa y nada más
A muchos deportistas les cuesta poner un punto final a su carrera y avanzar hacia su nueva faceta empresarial, técnica o lo que les depara el futuro. Hay quienes lo consiguen con equilibrio y el acompañamiento de sus seres queridos. “Un día dije: ‘Hasta acá llegué’. Me retiré por el apoyo de mi familia, que gracias a Dios tengo una familia unida y le dije a mi señora que no quería jugar más. Fue muy extraño, porque salí campeón y me retiré ese año. Nunca me arrepentí, siempre tuve muy en claro que la vida del jugador era una etapa y nada más. Después, la vida sigue y siguió. Nunca me arrepentí de haber dejado de jugar joven. Era mi momento y lo dejé. Pero es difícil para el jugador decir hasta acá llegué y basta”, reflexiona.
La madurez que alcanzó gracias al fútbol le permitió “no tener pendientes” en su carrera. “Llegué hasta donde tenía que llegar. Yo siempre miro para el costado y para atrás y, hoy soy un agradecido por haber tenido la carrera que tuve. Para adelante, ves que hay dos millones de jugadores que juegan en el Barcelona o en el Real Madrid, pero creo que la carrera que tuve fue justa y bastante bien”, sintetiza.
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