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Del banderazo eufórico de los hinchas a la tensión del Tata antes de la gran final
Dos sentimientos de la selección quedaron al desnudo, en dos lugares de Estados Unidos y a la misma hora
EAST RUTHERFORD, Estados Unidos.- Justo en el momento en que apareció el Tula con su bombo y despertó las risas de los hinchas en la puerta del hotel de la selección, Gerardo Martino ingresó en la sala de conferencia del estadio MetLife con un gesto adusto y rígido. Por un lado el banderazo de los argentinos, que alentaron a puro grito a los jugadores a metros del río Hudson. Por el otro, las frases lacónicas del entrenador, que se mostró incómodo en su última atención a la prensa antes del partido. Alegría por estar en otra final, nervios por no saber cómo saldrá. Los sentimientos de la selección al desnudo, en dos lugares de Estados Unidos y a la misma hora.
Fue tal la sorpresa por la sequedad de Martino en la conferencia que, a la décima pregunta, un periodista le consultó si le pasaba algo. Pensativo, el entrenador admitió que lo abrumaba la cantidad de gente que había en la sala, y luego dio una pista de lo que se terminó de confirmar en el entrenamiento: "Hoy cuento con todos los jugadores menos con Augusto Fernández y Ezequiel Lavezzi, cualquiera puede jugar". Minutos más tarde, Ángel Di María, que se recuperó de un desgarro, jugó para el equipo de los titulares en el movimiento táctico y sorprendió a todos ya que estaría desde el arranque ante Chile, en lugar de Lavezzi.
Del otro lado, diez hinchas debajo de una bandera celeste y blanca cantaban el himno con el coro de los otros doscientos que los seguían. Una entonación calma hasta que llegó el momento de jurar con gloria morir, y todo explotó. Perdido entre la gente estaba Rodrigo, un abogado de 35 años que viajó desde Buenos Aires para ver los cuartos de final y se quedó. "Avión, taxi, tren, micro. Hice mil viajes para llegar acá, pero estoy feliz. Pude estar en la final de Brasil, estuve el año pasado en Chile y vine acá porque de una vez por todas se nos tiene que dar", dijo el joven y luego mostró una foto de él festejando uno de los penales que Sergio Romero le atajó a Holanda en el último Mundial. "Mirá, esta foto mía en el estadio se viralizó", dijo con el orgullo de un niño.
"Te están respondiendo ellos". La frase corta y seca de Martino dejó en silencio al periodista chileno, que puso palabras en la boca de Messi que Leo no había dicho y despertó el "nooo" de sus colegas. "Messi dijo que perder sería una fracaso, ¿usted qué opina?", fueron las diez palabras que fastidiaron al Tata. Luego, llegó su sentencia más importante, cuando fue consultado sobre si resignaría alguna convicción con tal de obtener un título: "Estaría dispuesto a cambiar el cómo con tal de que ellos (por los jugadores) logren el objetivo".
Para lograr ese ansiado título que lleva 23 años de espera, Martino decidió que Lamela ocupe el banco porque le dará una variante más entre los suplentes en caso de que algún jugador se resienta de la lesión. Si Di María ingresaba en el segundo tiempo y se lastimaba, la única opción cien por ciento sana iba a ser el Kun Agüero, un riesgo que es mejor no correr. Las cartas están echadas y, de las mil caras de la selección, sólo una quedará.
gg/gs
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