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Debutó en Primera a los 27 años, jugó en Boca y ahora vive en un sultanato: Mariano Echeverría y su camaleónica vida
Tuvo una larga trayectoria en ligas regionales, lo contrataron de Honduras y, desde entonces, su carrera despegó; su recuerdo siempre permanente de Diego Maradona: “Me dijo que en la selección no había partidos amistosos”; cómo son sus días en Malasia
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Mariano Echeverría vive a deshora. Argentino residente en Malasia, este exfutbolista de Boca Juniors y la selección argentina se contacta con su país de origen en cualquier de los dos extremos del día. Entre allá y acá hay 11 horas de diferencia. “Por ejemplo, recién me vi River-Velez. Acá, eran las 8:30. Con mate, y arrancando el día. No está tan mal. El tema es comunicarnos con la familia”, admite el entrenador del Johor Darul Ta’zim (JDT), el equipo que lo buscó y le ofreció todas las comodidades para que acepte este desafío al otro lado del mundo.
“Estuve en Huracán hasta diciembre, con Darío (Kudelka) de ayudante, y ya tenían intenciones de que venga. Les gustaba mi forma de trabajar, y lo que había mostrado en Tigre, así que después de un tiempo, me convencieron y acá estoy. Enseguida el director deportivo del club se puso en contacto conmigo, con toda la familia, y me unió un montón de puntas para tratar de convencerme de venir. Hasta hablé con el embajador argentino y el cónsul. A partir de ahí empezás a generar redes de información, de cómo era la vida, los colegios para los nenes. Esta experiencia la queríamos vivir en familia, más allá de lo laboral y deportivo. En enero, ya me vine para acá”, relata, con tranquilidad y sin apuro. Mariano está en pareja con Carolina, y es papá de Galo, Cata y Juana.
Una carrera meteórica
Este exdefensor central pululó en las ligas menores del fútbol argentino, hasta que un día de 2008, Pedro Monzón le dio la oportunidad de jugar en Primera Nacional con la camiseta de Chacarita. Hoy, recuerda al ‘Moncho’ con afecto. “Él en chiste me decía: ‘Te voy a dar conceptos de selección’. Me parece que tenía razón”. Las palabras del técnico fueron un presagio: poco tiempo después debutaría con la Albiceleste de la mano de Diego Armando Maradona, y justamente, en Mar del Plata, su tierra natal. No le teme a la palabra “perfecto” para describir ese evento que parece formar parte de un círculo concéntrico.
“Mi cuenta es sencilla: un año y medio antes de jugar ese partido con la selección estaba jugando la final contra Alvarado por el Federal B en el mismo estadio y con mi familia en la tribuna. Todo lo que enmarca eso, con Maradona sentado en el banco, que la citación la haya hecho él, jugando de titular, con la 2. Hay muchísimas aristas que para mí lo hacen perfecto. Es difícil explicarlo, dificilísimo. Pero lo que siento ahora es lo que sentí ese día. Yo estaba en Mar del Plata, con mi familia en la tribuna, mis amigos, mi club. A mí se me dio todo. Podría haber entrado cinco minutos, pero no, me puso de titular con la 2. Las veces que he estado con el Ratón (Ayala) le dije: ‘Un día siento que te pedí prestada la camiseta’. Yo crecí intentando saltar como él, hacer los goles de él, jugar como él”, sentencia.
Su tono de voz cambió. Sabe que lo que vivió, no lo olvidará jamás. Más aún: lo sabía mientras lo vivía. A la distancia atesora en particular unas palabras de Pelusa, a las que considera un “legado”. “El día anterior, estuvimos en el predio de AFA. Justo antes de entrar al partido, cuando habla conmigo me dice: ‘Flaco, con la Selección no hay partidos amistosos. Son todas finales del mundo’. Lo estaba escuchando y mirando a la cara, y yo estaba diciendo para mí mismo: no te olvides nunca más de esto. Y no me olvidé. Te la digo de memoria porque la tengo anotada en todos lados”.
En esos días, también, decidió hacer un trabajo observacional respecto del Planeta Maradona y sus satélites. “Recuerdo mirar a la gente para ver qué hacía cuando lo veía a él, y ver reacciones fantásticas. Unos, porque llegaron a tocarlo, se iban, se abrazaban y saltaban como si hubieran ganado el Quini. O la gente en los aeropuertos, que lo miraban, y no le podían sacar la vista de encima. (Era) un tipo que te obnubilaba cunado lo veías. Y que te hable como jugador de selección, con lo que representó a los que nos gusta el futbol de Argentina, es fantástico”.
De aquella noche mágica, de febrero de 2010, en el anecdótico triunfo contra Jamaica en el que Martín Palermo fue el capitán, le quedó otro recuerdo imborrable. “Yo escucho el himno, y lo veo a Maradona parado desde donde yo estaba en mitad de cancha. Voy a cualquier himno escolar, y cuando lo escucho, mi cabeza y mi cuerpo se van a ese día. Tomó una trascendencia diferente”.
Una carrera tardía (para el gran público)
Echeverría forma parte de una generación a la que, como futbolista del “interior” del país, difícilmente se le diera la posibilidad de jugar en torneos de la AFA. Antes de la explosión de YouTube y la aparición de programas de reclutamiento más sofisticados, pescar un talento por fuera de las grandes luces era un trabajo de orfebrería. “Cuando firmo en Chacarita, que tiene los mismos colores que Deportivo Maipú (NdeR: su anterior club), el presidente me dice: ‘Si jugás la mitad de lo que me hablaron de vos, ya está'”.
En ese momento, Mariano tenía 27 años, pero en su mochila llevaba jugados alrededor de 300 partidos en equipos provinciales y de Honduras. Según relata, a partir de su transferencia al fútbol centroamericano, se volcó 100% al fútbol. Incluso, tuvo que dejar atrás suyo una posible licenciatura. “Estaba en Mar del Plata (Independiente), en tercer año de Educación Física, muy cerca de terminar la carrera (NdeR: le queda medio año), y surgió la posibilidad de jugar de manera profesional. Me fue muy bien, con un ascenso, jugando en Primera, y cuando vuelvo a Mendoza (NdeR: jugó en Villa Atuel, Luján de Cuyo y Deportivo Maipú), era el jugador que se había ido sin que nadie lo conozca. Estuve tres años, el tercero terminamos ascendiendo contra Alvarado en Mar del Plata; de ahí, me voy a Chacarita con Pedro Monzón, el primer año ascendemos, y ya el otro año, me encontré en Primera”. A esta altura, considera que su caso y el de Matías Alustiza, entre otros, abrieron puertas, tal como lo hicieron quienes lo precedieron a él en dirigir equipos en el exterior.
Su paso por Boca Juniors
El Espartano no teme en admitir que, hoy en día, su carta de presentación es haber jugado en la selección de Maradona, y en Boca Juniors. Echeverría llegó al club xeneize a pedido de Carlos Bianchi a mediados de 2014. “Para mí fue fantástico. Jugué casi todo el semestre, entre el torneo y la Copa Sudamericana. Hice dos goles. Mucha gente me sigue preguntando por qué me fui. Ya tenía 33 años, y lo que uno buscaba era estabilidad contractual. Pero el paso fue muy bueno; no solamente poder jugar, sino hacer goles. El haber estado a la altura del club me deja tranquilo”. En su historial cuenta con la presencia como titular en el superclásico del Torneo Inicial 2014, en el que, bajo la lluvia, River y Boca empataron 1 a 1.
Su llegada a Boca no fue casualidad: la precedieron exitosas campañas en Tigre, donde fue subcampeón y finalista de la Copa Sudamericana, y en Arsenal. En el conjunto del Viaducto, de la mano de Gustavo Alfaro, logró alzar la Copa Argentina 2013, uno de los títulos más importantes de su carrera.
El fútbol y la vida en Malasia
Mariano y su familia viven en Johor, un sultanato ubicada aproximadamente a 333 kilómetros de Kuala Lumpur, y cuyo príncipe es Tunku Ismail, que también dueño del club que dirige Echeverría, y según el propio DT, el gran responsable del crecimiento del fútbol en ese país. “En Malasia, (el JDT) está cuatro escalones arriba de la liga. Esto es por un Príncipe que dijo: ‘Voy a hacer el mejor equipo de la zona’. Y lo hizo. Se logró competir con los equipos de China, Japón y clasificar a la Champions de Asia, pasar por primera vez en la historia la fase de grupos... Malasia clasificó a la Copa de Asia del año que viene, y el 70% del equipo es del JDT. Acá, lo que uno ve es que no se para de crecer. Hay un nuevo centro de entrenamiento, que va a ser superior al del equipo uno, que es increíble. Todos los años el equipo mejora, se instala, y los resultados van acorde a ese crecimiento. Este pase de Malasia en la Champions de Asia permite que el año que viene no solamente juegue el JDT, si no que le da un cupo mas a la liga. Entonces, otro equipo va a poder jugar la competencia, y hace que el futbol de Malasia crezca”.
Su cuerpo técnico está conformado por malayos y españoles, y con sus jugadores se comunica mayormente en inglés. “Es el idioma que nos une a todos. El entrenamiento lo doy netamente en inglés y mecho con algunas palabras en malayo, más que nada porque hay chicos que les cuesta en inglés por no ser nativos. No deja de ser una manera integradora, donde todos se sienten importantes”, cuenta. No niega que se trata de un “aprendizaje día a día”, ya que es la primera vez que debe trabajar en otro idioma que no sea el español.
En cuanto a la ciudad donde vive, la describe como “muy conectada”, “tecnológica” y “con muchísima seguridad”. “Tiene autopistas y carreteras que te unen todos los puntos de la ciudad. Todo está instalado en un lugar muy verde, en un ambiente muy selvático. Te podés cruzar animales en la ruta. Es una combinación de infraestructura con vegetación. Es muy lindo”. Sus hijos, en tanto, asisten a un colegio internacional, donde se aprende inglés, chino y malayo. Mayormente, sus compañeros son nacidos en China.
Sin embargo, encuentra un punto en común (otra vez) entre Honduras, el único país extranjero donde jugó, y su actual lugar de residencia. “El clima es similar a lo que viví en esa época: calor y muchas lluvias tropicales. Ahora te estoy hablando en malla adentro de mi casa y con el aire prendido. El chiste cuando nos levantamos es: ‘¿Cómo está hoy afuera?’. Porque es lo que uno pregunta en Argentina. Acá, te levantás y hacen siempre 25, 27, 30 grados”.
A nivel deportivo, su objetivo es homologar la licencia Conmebol PRO que lo habilitaría a dirigir en Sudamérica. “Hace unos días acabo de cumplir ese tiempo. Me faltaban siete meses porque había estado cinco en Tigre”. No proyecta, pero asegura de que el hecho de que la actividad termine antes de diciembre por el Mundial, contribuyó a decidirse por emigrar.
Mientras tanto, sigue en contacto con su país. Hinchas de Tigre, donde ingresó en el once histórico del club, se contactan con él por un detalle. “Mucha gente que me escribe me habla del club. Somos los tigres del sudeste asiático y el escudo también tiene un tigre. Todos buscan las similitudes”. Las mismas que trazaron su vida como futbolista, y ahora, como entrenador.
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