Daniel Osvaldo y su abrupto fin en Boca: mostrar actitud, incluso en 5 minutos

El 28 de noviembre de 2000, Barros Schelotto contaba los segundos para ingresar ante Real Madrid. Iban 42 minutos del segundo tiempo, con Boca ganando 2-1. Carlos Bianchi lo decidió para congelar el reloj en la fría Tokio y que el delantero, en lo que pueda, intente alguna presión, alguna gambeta. Lejos de fastidiarse (claro que hubiera preferido ser titular junto con su amigo Palermo), el Mellizo fue el primero en aplaudir y saludar al Chelo Delgado, el futbolista saliente. No pudo participar en ataque, pero sí defensivamente, corriendo desde atrás e intentando bajar con foul a Savio.

El 26 de marzo de 2006, Guillermo (que estaba relegado por un imparable Rodrigo Palacio), ingresó faltando diez minutos ante River, en la Bombonera. Reemplazó a Daniel Bilos. El Boca de Basile jugaba con nueve por las expulsiones de Abbondanzieri y Krupoviesa y debía revertir el 0-1 de Farías. El Mellizo no miró el reloj, aunque faltaban diez minutos más el descuento. Entró y se dedicó a jugar, a desequilibrar. En la tercera gambeta, penal de Cáceres; y zurdazo de Palermo para el 1-1. El gol lo hizo el N° 9, pero todos abrazaron a Guillermo.

Hace un par de días, Daniel Osvaldo se fastidió (primero) porque el Barros Schelotto DT resolvió su ingreso ante Nacional cuando apenas faltaban 5 minutos. El partido estaba 1-1, pero el N° 9 sólo pensó en él. No evaluó si hacía 53 días que no jugaba, si en realidad no ingresó antes porque recién en ese momento se dio el contexto para que el entrenador evalúe la modificación. Tampoco pensó en los jugadores que se quedaban sin ingresar que, obviamente, iban a jugar menos que él. Unos días antes el que se sacó solo fue él. Había tenido la posibilidad de volver contra Huracán por el torneo local, pero todavía sentía "molestias". No fue casualidad que, horas después, el propio Daniel Angelici, presidente del club, bajó línea diciendo: "Osvaldo debe acostumbrarse a jugar con dolores", y marcó el ejemplo de Tevez en esa materia.

Técnicamente, Osvaldo siempre fue un jugador a la altura de Boca. Pero desde las actitudes tomadas ante la adversidad y los problemas, les falló a todos los que confiaron en él. Si en lugar de enojarse, Osvaldo hubiera sacado las cuentas de las cosas que podría haber aportado en cinco minutos, como hacía Guillermo en su etapa de jugador, quizás hoy seguiría formando parte de Boca. Pero terminó siendo apartado por no respetar las normas generales y creerse más importante que el grupo.

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