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Cuando “Messi” y “CR7” compartían equipo
En 1964, después de once años en los que ganó 5 Copas de Europa seguidas y 8 títulos de Liga, y cambiar la historia de Real Madrid, Alfredo Di Stéfano, el Cristiano Ronaldo de la era pasada, mandó literalmente “a la mierda” al técnico Miguel Muñoz en plena final de Viena contra Inter y se fue a Cataluña, a “jugar” con Ladislao Kubala, el Leo Messi de Barcelona. “Messi” (Kubala) era DT flamante con 37 años y “CR7” (Di Stéfano) crack en ocaso con 38. El equipo que los juntó no era el Barca, sino Espanyol, su rival catalán. Idea de Juan Vilá Reyes, presidente sencillo y fino, pianista clásico, que llamó primero a Kubala (jugó 29 partidos) y luego a Di Stéfano (24 partidos). Real Madrid y Barcelona, CR7 y Messi, juegan este sábado en el Bernabéu, temprano para la TV china. El de hoy es otro fútbol. Hay egos y billetes más inflados. Y vanidades de hasta quién entrega el premio. Si la FIFA o France Football. Si The Best o Balón de Oro. En medio de tantos intereses, es imposible, entonces, imaginarse las escenas que nos cuentan de los años ’50.
Por ejemplo, el amistoso en el que Di Stéfano (ya ídolo incipiente en Real Madrid) dio concierto jugando con Kubala en 1955 ante Bolonia, ambos integrando la selección catalana. La Saeta Rubia vistió luego la camiseta del Barca en 1961, homenaje de despedida a Kubala. No eran negocios de TV, sino realmente amistosos de cortesía. Como el de 1956 para la despedida de Luis Molowny, cuando fue Kubala quien se puso la camiseta de Real Madrid y formó ataque con Di Stéfano. Y como repitieron ambos luego en otro homenaje, con la camiseta del Atlético. Los CR7-Messi de medio siglo atrás también jugaron juntos con la camiseta de España. Pero se superpusieron, se molestaron y La Roja empató 2-2 en el Bernabéu contra Suiza. El resultado terminó siendo clave para que España, que además tenía a Ferenc Puskas y a Luis Suárez, quedara increíblemente sin clasificarse al Mundial de Suecia ‘58. En 1960, el dictador Franco no quiso competir contra la URSS y frustró la Eurocopa. Para Chile ‘62 Di Stéfano llegó lesionado y Kubala ya no era internacional.
Kubala escapó de la Hungría estalinista disfrazado de soldado soviético y con papeles falsos. Su esposa lo hizo a nado por el Danubio, con su hijo enfermo dentro de un neumático. Inhabilitado por la FIFA, y recluído en un campamento de refugiados en Roma, Kubala impresionó en una gira por España de una selección de refugiados políticos. Real Madrid fue el primer interesado, pero se lo quedó Barcelona. “Te llamas Olegario y eres mudo”, le pidió el dirigente José Samitier. La Federación española dijo a la FIFA que el régimen húngaro quería asesinarlo. Barcelona lo describió como “católico y profundamente anticomunista”. Hasta Franco ayudó para que Kubala fuera rehabilitado y pudiera jugar en Barcelona. Y Santiago Bernabéu, presidente mítico de Real Madrid, ayudó doce años después para que su madre pudiera salir de Hungría. Kubala debutó oficialmente en 1951 y cambió al fútbol español. Fuerte, técnico y líder, impulsó la construcción de un estadio más amplio. Tiene hoy una estatua en los alrededores del Camp Nou. “Para mí –le cantaría Joan Manuel Serrat– nadie como Kubala”.
Franquista (protagonizó inclusive una película sobre su escape del comunismo y su arribo a una “España feliz”), Kubala fue también gran juerguista. El que salga de fiesta, advirtió una vez el DT Sandro Puppo, tendrá multa de mil pesetas. Kubala, cuenta Sid Lowe en su gran libro “Miedo y asco en la Liga”, sacó mil pesetas del bolsillo y le dijo: “Ya está, arreglado el permiso”. Un taxista lo llevaba de los clubes nocturnos directo al entrenamiento. Ducha fría, café, aspirina y al campo. Kubala cayó enfermo de tuberculosis y Barcelona, temiendo el ocaso, fue por Di Stéfano. Alfredo llegó a entrenarse en Barcelona con un Kubala ya recuperado. Posaron juntos en fotos, fingiendo que hacían “jueguito”. Pero fue el momento de la venganza para Real Madrid, ahora sí, ayudado por el general Franco.
“Me robastéis a Kubala –llegó a decir Bernabéu– y yo os he robado a Di Stéfano. Estamos en paz, 1-1”. Con Di Stéfano, Real Madrid cambió para siempre. Y Barcelona, escribió Lowe, perdió “la batalla más importante de su historia”. Di Stéfano marcó dos goles en su primer clásico contra Barcelona (5-0). Pero, igual que Kubala con el Barca, Di Stéfano también terminó yéndose mal de Real Madrid. En el Espanyol, y con Kubala como DT, Alfredo (“ya ni Saeta ni rubia”) debutó justamente ante Real Madrid. La gran revista Panenka preguntó años atrás quién era el mejor a Justo Tejada, que jugó con ambos y enfrentó además a Pelé y Garrincha, entre otros. “Un tipo que coge la pelota en el centro del campo y que se dribla a todo el equipo contrario e incluso al portero –respondió Tejada– no es normal. Eso no se lo he visto a nadie y a mis 83 años sólo tengo una conclusión: Messi es el más grande”. Igualado ya con un formidable CR7 en Balones de Oro y hasta como goleadores máximos de 2017 (53 cada uno), Messi, cada vez más asistidor, cada vez más organizador, parece de todos modos estar jugando para otra historia. “Una historia –me apunta un colega desde Barcelona– que todavía no se escribió”.
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