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Alejandro Carcano y una gran historia: corrió la North Cape, una carrera en bicicleta desde Italia hasta Noruega mientras lucha contra el mal de Parkinson
El argentino, de 55 años, atravesó Europa pedaleando 250 kilómetros diarios durante 15 días y finalizó el recorrido en el Cabo Norte
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Alejandro transita pedaleando los metros finales subiendo una cuesta caprichosa que no le permite acelerar el ritmo. El viento en contra pelea con la ansiedad por llegar. La bruma colabora para ocultar la llegada que se esconde detrás de la loma. Son las 3 de la mañana aunque no parece, porque en esa parte del mundo la luz está siempre presente. Después del último esfuerzo el paisaje se despliega. Luego de 15 días, 19 horas y diez minutos de pedalear en solitario 250 kilómetros durante 14 horas diarias, Alejandro “Chuky” Carcano (55 años), junto con su bicicleta llegan al Cabo Norte, un peñón frente al mar en un extremo de Noruega que es considerado el punto más septentrional de Europa.
El 23 de julio de 2023, en Rovereto, en el norte de Italia, comenzó la North Cape 4000, una carrera de ciclismo de autosuficiencia de 4000 kilómetros que recorrió siete países, Italia, Suiza, Austria, Alemania, República Checa, Suecia, Finlandia y Noruega, y que finalizó en el Cabo Norte. Alejandro “Chuky” Carcano estuvo entre los 350 ciclistas que partieron de Italia y fue uno de los 187 que logró arribar a Nordkapp (así es el nombre del lugar en danés).
Hambre y agotamiento fueron amigos íntimos de Alejandro en buena parte del viaje. En los últimos días, cuando la carrera avanzó al norte de Europa, se sumaron el viento y el frío. Pero el que estuvo presente en todo momento fue ese compañero silencioso, el que nunca lo abandona y que sin estridencias se instaló en su cuerpo: la enfermedad de Parkinson.
Alejandro comenzó a presentar síntomas hace siete años y luego de visitar a varios médicos tuvo un diagnóstico claro, mal de Parkinson. “Pasé por momentos de depresión y de angustia. Al principio me cerré y solo compartí la situación con mi gente más próxima”, explica acerca de su enfermedad. “Cuando me di cuenta que la situación me superaba, fui a un psiquiatra y en pocos meses me ayudó a salir adelante. Hoy siento que puedo contarlo y compartirlo, porque la enfermedad es algo que me acompaña y con lo que convivo”.
“A mi me gusta hacer cosas que el resto de la gente piensa que son imposibles”, dice Alejandro Carcano un ciclista que se inició tarde en este deporte y que enfrenta con optimismo una realidad dura, sin que esto le quite entusiasmo.
“A los 18 años comencé a trabajar de camionero y llegué a tener 20 semirremolques, pero llegó la crisis del 2001 y me llevó puesto. Tuve que vender todo para indemnizar a los empleados, arreglar con los bancos y volver a comenzar de cero”, cuenta Carcano.
Ironman de Hawaii: un sueño sin cumplir
Sus primeros pasos en el deporte fueron igual de accidentados que en el trabajo. “Yo jugaba al fútbol con mi hermano, él era el bueno y yo el rústico. Me rompí una rodilla y para rehabilitar comencé a nadar. En la pileta donde me entrenaba, un compañero me propuso correr un triatlón en Baradero. Me gustó y arranqué a correr, nadar y pedalear de la misma forma en que hice todo en mi vida: con todo”, explica Alejandro acerca de su primer contacto con la bicicleta.
“Después de que me fundí y vendí los camiones puse un laboratorio fotográfico. En un principio hacía el reparto de rollos y revelados en moto, pero al tiempo cambié por la bicicleta y combinaba entrenamiento con trabajo, porque recorría una pila de kilómetros por día”, cuenta Alejandro.
Durante 10 años se dedicó al triatlón y su foco estuvo puesto en el Ironman de Hawaii. Esta disciplina tiene diferentes distancias, desde competencias más cortas y rápidas hasta la más emblemática que es el Ironman: 3,8 kilómetros de nado, 180 kilómetros de bicicleta y 42 kilómetros corriendo. “Participe en 10 Ironman y mi mejor tiempo fue de 10 horas, 10 minutos. Mi objetivo era clasificarme para el Mundial que se corre en Hawaii. Estuve muy cerca, a pocos minutos de lograr el tiempo necesario, pero no se dio y me terminó desgastando”, dice Alejandro sobre su paso por el mundo del triatlón.
Su pasión por el ciclismo
Desencantado del triatlón se abocó al ciclismo, donde tuvo buenos desempeños y participó en muchas competencias de prestigio, pero no logró convertirse en deportista profesional. Su contacto con la bicicleta le abrió la puerta a una nueva oportunidad: “Un día, Marcelo Alexandre, que fue campeón mundial del kilómetro contrarreloj, me invita a participar de un curso de spinning y me enganché. A partir de ahí comencé a dar clases en el Club Ocampo, y a entrenar a ciclistas amateurs” dice Ale Carcano.
Un alumno le propuso que lo entrene y lo acompañe en la IncaDevide, una carrera de 1600 kilómetros, a 5000 metros de altura, que se realiza en el norte de Perú en la que la modalidad es la autosuficiencia, porque los ciclistas deben llevar todo lo necesario para dormir y comer en el camino. “Acompañé a Juan Venturino en la IncaDevice que fue una experiencia increíble. Una carrera durísima, en una zona hermosa y detenida en el tiempo. Arrancamos 60 corredores y yo fui el número 12 en finalizar. En realidad no terminé, porque llegué después del tiempo de corte estipulado”, explica de su primera experiencia en el bikepacking, que es como se define a esta modalidad de ciclismo.
En el mundo del ciclismo muchos lo conocen por su apodo y Alejandro cuenta porqué lo llaman así: “Me dicen Chucky, porque en la época de las carreras en bici era peleador y me enganchaba en todas las roscas. Soy un poco cabrón y no me gusta que me ganen, doy pelea siempre y dejo todo lo que tengo”.
Después de IncaDevice le tomó el gusto a la modalidad y participó en la Across Andes en Chile, que son 1000 kilómetros y 15.000 metros de desnivel en la Patagonia. Además, pedaleó miles de kilómetros en bicicleta en casi toda la Argentina, armando los recorridos de las carreras de ultrabike que organiza con su socio, el ciclista Alejandro Di Maio.
North Cape 4000: la reina del bikepacking
Carcano explica como llegó a North Cape 4000: “A principio de 2022, Nicolás Pic, un amigo que participa en las carreras que organizamos con Alejandro Di Maio mi socio, me propuso correrla juntos y la idea me gustó. Justo calzaba entre dos training camps que hacíamos en Italia y tenía el tiempo disponible por lo que me sumé. Al tiempo, Nicolás se tuvo que bajar por circunstancias personales y yo seguí adelante”.
Alejandro Di Maio, amigo de Chucky, es un ciclista reconocido en el mundo de la bicicleta. Es profesor de educación física, entrenador y fue un ciclista destacado. Además, organiza carreras de ultrabike, trainings camps, viajes y brinda soporte en carreras a equipos internacionales como la Vuelta de San Juan o el Tour de San Luis. “A Chucky lo conocí pedaleando en la época que el hacía triatlón. Nos unió la bici, que es lo que nos apasiona a los dos, y alrededor de eso construimos una profunda amistad”, dice Di Maio.
“Cuando me contó acerca de la North Cape y de que iba a correrla le dije que estaba loco. Después entré en la página de la carrera y me informé con más detalle para entender bien de qué se trataba. Lo llamé y le dije: vos estás totalmente loco”, explica Di Maio. “Conociéndolo, yo sabía que no había chance de pararlo y que mi comentario era el incentivo para que arranque. Es una persona muy tenaz, muy perseverante. A Ale le he visto hacer cosas increíbles. Me acuerdo de una carrera en Perú, en la que la altura lo afectó mucho. Me manda una foto y veo que su cara está totalmente deformada, edematizado y le digo: Chucky, abandoná ya mismo y que te vea un médico. Al toque me respondió: sí, en la llegada”.
La North Cape es una carrera de autosuficiencia en la que la mayoría de los corredores son europeos y participan en grupo, durmiendo y comiendo en hoteles con un plan previamente diagramado, lo que no le quita dureza, pero la hace más llevadera. Alejandro Carcano la corrió de una manera más “salvaje”, porque contaba con un presupuesto acotado, no habla inglés y no contaba con un plan logístico elaborado. “Mi estrategia era simple pero consistente: pedalear 250 kilómetros por día a un ritmo tranquilo, buscar un techo para dormir y un enchufe para cargar el teléfono y el GPS. Descansar cuando el cuerpo me lo pidiera, y comer cuando hubiera ocasión”, dijo Carcano. Algunas noches descansó en hostels, pero en la mayoría se acomodó donde encontró lugar para su bolsa de dormir. “En Europa, y sobre todo en los países nórdicos, la gente se acuesta temprano. Lo que hacía era instalarme en el hall de alguna casa que encontraba en el camino y ahí me acomodaba con la bolsa sin hacer mucho ruido. Como me iba temprano ni se enteraban que yo había estado durmiendo en la puerta de su casa”.
“El modo con el que yo hice esta carrera no es el más recomendable, pero es mi forma: Chucky solo y el territorio”, explica Carcano. “No hablo inglés, por lo que mi interacción con la gente fue muy poca. Además, cuando te vas moviendo para el norte de Europa, las vocales son cada vez menos y llega un punto, en que no sé cómo hacen, pero hablan solo con consonantes. A mí me salvo el traductor de Google”.
Suecia: el mayor desafío de la carrera
Uno de los escollos más difíciles de superar fue el que se le presentó al llegar a Suecia. Alejandro no tuvo en cuenta que en el país escandinavo la moneda en curso no es el euro, sino la corona. A esa altura de la carrera el cupo de 200 dólares que estableció el gobierno argentino para gastar por mes en el exterior estaba agotado, por lo que se encontró sin posibilidad de comprar ni pagar nada. “Durante varios días comí en los Mc Donalds usando un mensaje grabado en el celular y traducido al sueco, en el que explicaba mi situación y les decía que les daba los euros a cambio de que me compren la comida. En el 90% de los casos me la regalaron”, cuenta Carcano, agradecido.
El momento más complicado de la carrera fue el paso entre Suecia y Finlandia al cruzar el Mar Báltico en ferry. Chucky le pidió a su pareja, Carolina, la compra del ticket porque él no contaba con dinero. Ella consiguió un boleto que incluía camarote y buffet por 90 euros, con dinero que le facilitó un amigo de Alejandro.
“Por error de cálculo me di cuenta de que el ferry partía en poco más de 24 horas desde Estocolmo y yo estaba a 400 kilómetros, por lo que arranqué a pedalear a las 3 de la mañana, sin plata y con la posibilidad concreta de no llegar a tiempo” explica Alejandro. “Tuve que parar a dormir cuatro veces porque me caía de la bici, y a esto se le sumaba un hambre como nunca antes había tenido, porque no tenía para comprar comida. A las 19 estaba a 180 kilómetros de Estocolmo, a solo 12 horas de salida del ferry, cansado y con sueño. Faltando una hora paré a un costado y me senté en el cordón porque me dormía pedaleando. Llegué a 20 minutos de la salida del ferry porque me perdí en Estocolmo. Tenía el puerto enfrente, pero no daba con el camino correcto”.
“Al llegar el embarque me encuentro con un grupo de ciclistas que estaban por subir al barco y veo que un holandés, con el que nos cruzamos durante el recorrido varias veces, tenía un paquete de galletitas en la mano. Era tanto mi hambre que con señas le pedí una y creo que entendió mi expresión, porque me dio el paquete completo. Abordamos, me fui al camarote a bañar, y más tarde me cruzo nuevamente con el holandés, que estaba con la misma ropa de ciclista, por lo que interpreté que tenía un ticket de los baratos, sin camarote. Nos esperaban 10 horas más de viaje para cruzar a Finlandia. Me acerque, le di la tarjeta del camarote y con señas le dije que se bañe y que descanse un rato”, cuenta Alejandro.
Los últimos días en Noruega: frío, viento y lluvia
“Los últimos dos días en Noruega fueron los más duros por el cansancio acumulado y por lo hostil del clima: viento, lluvia y frio”, relata Carcano acerca de la última parte de la travesía.
La lucha contra el Parkinson
Para Alejandro, correr el North Cape 4000 no fue tachar una cuenta pendiente, ni cumplir un sueño. “El Parkinson no me cambió, todo lo que hago hoy ya lo hacía antes. No es que a partir del Parkinson yo me propuse cumplir con determinado objetivo o desafío. Siempre hice esto, siempre me caí y me tuve que levantar”, cuenta Alejandro sobre su participación en la carrera .
Yo no estoy corriendo contra el tiempo, vivo cada etapa, disfruto lo que me toca y lo que puedo hacer. Voy a tope en cada momento y busco dar todo lo que tengo . Si lo alcanzo, es un logro, y si no, igual me quedo contento porque sé que lo intenté”, dice Alejandro Chucky Carcano.
“El Parkinson es un compañero, es un desafío que enfrento todos los días y que me dice que tengo que estar en movimiento, porque yo tengo un Parkinson de rigidez, no de temblor”, cuenta Alejandro. Y finaliza: “La gente vive con miedo, pensando en todo lo malo que te puede pasar, y esa no es mi forma. Una vez íbamos subiendo una cuesta durísima, al llegar a la cima paramos, y un compañero que venía de atrás me dice: plata y miedo nunca tuve, y se largó en la bajada como loco. Yo ando así, sin miedo y tratando de gastar la vida”.
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