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Coronavirus. Nicaragua, donde el deporte sigue: la rareza de un país que quiere transmitir normalidad
En todo el mundo los deportes se han cancelado. Pero hay un país en el que existe un universo paralelo con un calendario deportivo bastante ajetreado.
Hace casi dos semanas, un torneo nacional de boxeo dio inicio según se había planeado. Hace un par de fines de semana se corrió un maratón en Managua, la capital. La semana pasada, después de un juego importante en la muy popular liga semiprofesional de béisbol, los fanáticos participaron en una caravana que terminó con un rally en la plaza principal de Jinotepe. No había mascarillas a la vista y no se respetó el distanciamiento social.
Y se jugaron las cinco fechas de la liga profesional de fútbol del país la semana pasada, aunque los estadios estuvieron cerrados al público. A pesar de las protestas de algunos jugadores y equipos, la Liga Primera es la única liga de fútbol profesional del hemisferio occidental que sigue en actividades.
La continuación de reuniones masivas en Nicaragua, uno de los pocos países —junto con Bielorrusia yTayikistán— que aún no modifican sus actividades deportivas profesionales, ha preocupado a funcionarios de salud y celebridades deportivas por igual.
"Es inconcebible", dijo Dennis Martínez, un exlanzador estrella en las Grandes Ligas (MLB) y uno de los atletas más famosos en el país centroamericano de más de 6 millones de habitantes. "Como nicaragüense estoy muy preocupado por todo allá. Lo veo desde una perspectiva humanitaria. Me duele ver que no somos capaces de reaccionar a la realidad".
Camilo Velásquez, un periodista deportivo nicaragüense que dirige FutbolNica, dijo que le avergonzaba que "el mundo vea a Nicaragua como tonto". "No hay deportes a nivel mundial, pero ahora todos los ojos están mirando a los cuatro rincones del mundo donde existe suficiente autoritarismo como para seguir exponiendo a sus futbolistas", dijo.
Que los deportes continúen es parte de la respuesta opuesta de Nicaragua al coronavirus. Aunque el presidente, Daniel Ortega, ha estado alejado de la vida pública durante un mes, su gobierno socialista le ha dicho al pueblo que continúen sus vidas con normalidad. Ha presionado a los ciudadanos a visitar festivales y la playa. Ha mantenido abiertas la escuelas.
Nicaragua no ha cerrado sus fronteras y es el único país de Centroamérica que no ha declarado estado de emergencia. Mientras que alrededor del mundo los países han anunciado medidas de aislamiento, Nicaragua informó que no pondría en marcha una cuarentena y la esposa de Ortega, la vicepresidenta Rosario Murillo, convocó a marchas en el país bajo el lema "El amor en tiempos del COVID-19."
Hasta el lunes, las autoridades de Nicaragua, el país más pobre de Centroamérica, habían reportado solo una muerte y apenas nueve casos confirmados del nuevo coronavirus, todos importados del extranjero. También han dicho que sus esfuerzos, como las llamadas telefónicas de seguimiento a los viajeros recién llegados o las campañas para promover la higiene, han tenido éxito.
"No tenemos transmisión local comunitaria, todo gracias infinitas a Dios", dijo Murillo durante un discurso el 9 de abril.
Sin embargo, Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, que hasta el lunes reportaba 137 casos confirmados del virus, ha cuestionado públicamente la veracidad de las cifras tan bajas de Nicaragua e insinuado que las medidas insuficientes del país vecino podrían empeorar el brote en la región. Los vecinos de Nicaragua, Costa Rica y Honduras, reportan casi mil casos y 30 muertes entre ambos, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
La doctora Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, dijo la semana pasada que su institución estaba preocupada debido a una serie de problemas en Nicaragua —desde las concentraciones masivas hasta el despistaje— y "lo que vemos es un control y prevención de la infección inadecuado".
Murillo, quien funge como la portavoz oficial del gobierno, no respondió a un pedido de comentario.
A través de los deportes, el gobierno de Nicaragua puede intentar proyectar una imagen de normalidad. Pero la vida y la economía del país han sido de todo menos normales, en especial desde abril de 2018, cuando empezaron las protestas contra el gobierno. El régimen de Ortega, que ha sido acusado de implementar medidas draconianas y de amañar las elecciones, ha eliminado los límites a su mandato y reprimido con dureza a la oposición, lo que ha resultado en 328 muertes, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Los deportes son "un poquito como darle pan y circo a la gente", dijo Velásquez. "El gobierno teme que la situación de la COVID-19 pueda darle el argumento perfecto a la oposición para que se establezca un sentido de paro nacional o huelga", añadió.
Con algunas excepciones, los deportes de Nicaragua son mayoritariamente financiados y dirigidos por los gobiernos nacional y locales.
Carlos Reyes, el comisionado de la liga nacional de béisbol, dijo en una entrevista telefónica que el brote de coronavirus aún no era un problema en el deporte, que a los fanáticos se les recordaba constantemente que se lavaran las manos y que la economía ya golpeada necesitaba seguir adelante. Señaló que la liga de 18 equipos estaba acatando el liderazgo de los funcionarios de salud y deportes del país.
"No podemos decidirlo por nuestra cuenta", dijo. "Si nos dicen que paremos, pararíamos".
Orlando Canales, vocero de la liga de fútbol, dio una declaración en el mismo sentido y dijo que los líderes de la liga no habían considerado necesario suspender la temporada de 18 juegos. La liga, que emite sus juegos por televisión y en línea, sí votó el 20 de marzo para cerrar las gradas. (Los funcionarios de la liga notan un aumento en la audiencia y las apuestas en los partidos).
Un torneo nacional de básquetbol de 20 equipos pospuso recientemente los partidos para después de Pascua porque los padres de los jugadores juveniles, guiados por "el miedo y la desinformación", no permitían que sus hijos jugaran, según dijo por mensaje de texto Noel González, director de deportes para el municipio de Managua. González expresó confianza en los funcionarios de salud pública y dijo que habían compartido medidas preventivas con todos los equipos.
Otros sectores de la sociedad han respondido. Ha habido campañas de la sociedad para informar al público sobre los beneficios de quedarse en casa. Algunas empresas han cerrado por su cuenta. El tráfico ha disminuido. Si bien la asistencia a los juegos de béisbol se redujo en Managua, los fanáticos en las zonas más rurales, a instancias del gobierno, todavía han llenado los estadios.
"Ya debían haber detenido los juegos", dijo Édgar Tijerino, un periodista veterano y locutor deportivo de Nicaragua.
Un jugador de béisbol pagó cara su negativa a jugar. De acuerdo con informes noticiosos locales, el 25 de marzo, Robin Zelendón le informó a su equipo, Brumas de Jinotega, que ya no quería jugar porque le preocupaba infectarse con el coronavirus y contagiar a su familia. El equipo lo suspendió durante un año y le dejó de pagar su salario mensual de casi 200 dólares.
Reyes, el comisionado de la liga, negó los reportes de la salida de Zelendón y dijo que el beisbolista había abandonado el equipo por otros motivos y que se le había sancionado por responderle a un entrenador. Zeledón no respondió a un mensaje de Facebook en busca de comentario.
Martínez, apodado "el Presidente" porque es querido en su patria, dijo que Zeledón era valiente y criticó a los directivos deportivos de Nicaragua en una entrevista con el mayor periódico del país, La Prensa. En una llamada desde su casa en Miami, Martínez agregó la semana pasada: "Uno de los problemas que existen es la falta de independencia de las instituciones".
Dijo que más jugadores no protestaron públicamente por temor a las repercusiones.
Un grupo de jugadores hizo una protesta bastante pública. Después de enterarse de que se registró un caso del coronavirus cerca de su estadio local, los jugadores en Diriangén, el club de fútbol más antiguo y exitoso de Nicaragua, decidieron no jugar el partido del 21 de marzo. La gerencia de Diriangén, el único equipo que presionó para suspender la temporada en las reuniones semanales de la liga, apoyó a los jugadores.
Velásquez dijo que, aunque cada equipo de la liga recibe algún tipo de financiamiento público, Diriangén es un equipo que se distingue debido a que su directiva no está vinculada con las autoridades de manera directa.
Después de que se les informó de las posibles sanciones por no jugar el partido, los futbolistas de Diriangén acordaron hacerlo con una condición: llevar guantes y mascarillas. En una foto discordante publicada en las redes sociales del equipo, los jugadores aparecen con las caras y manos cubiertas. La leyenda decía: "¡Más líderes que nunca!".
Poco después del partido, el delantero Sebastián Barquero, un costarricense de 19 años, dijo que le había comunicado a los directivos de Diriangén que quería volver a casa y que el equipo lo había permitido. Otros pocos jugadores extranjeros han hecho lo mismo.
Desde su hogar en Heredia, Costa Rica, donde cumplía con la segunda semana de la cuarentena de 14 días impuesta por el gobierno, Barquero dijo por Whatsapp que estaba alarmado por el comportamiento tan relajado respecto al coronavirus que vio en Nicaragua.
"No sé por qué todavía no dejan de jugar", dijo. "En todo el mundo el fútbol se ha parado, pero no en Nicaragua".
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