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Corcho Fernández Lobbe: "En el rugby, nunca nadie va a estar por encima del equipo"
En su último instante como profesional, Juan Fernández Lobbe no titubeó. Tomó carrera y pateó la ovalada que se metió cómoda entre los palos. A continuación, el capitán fue levantado en andas por sus compañeros de Barbarians, que habían terminado de consumar una humillación a Inglaterra en Twickenham con la conversión de un tercera línea. Poco importaba en ese momento. Porque esa escena fue el broche de oro para una carrera brillante de uno de los mejores jugadores de la historia del rugby argentino, protagonista de las gestas más importantes de los Pumas en la última década.
"Fue muy gracioso porque mi mujer me había dicho: ‘La verdad que tuviste suerte en el rugby, no te podés quejar, pero es una lástima que no pudieras jugar en los Barbarians". Y justo surgió esa posibilidad. Lo disfruté muchísimo", recuerda. En diálogo con LA NACION, Corcho habla de su nueva etapa en el staff del Toulon, las dificultades que atravesó como capitán de los Pumas y su retiro del seleccionado en 2015 forzado por su negativa de ir a Jaguares. Una charla de rugby con un hombre de rugby.
–Y golearon a Inglaterra en Twickenham...
–(se ríe) De paso le metimos 63 puntos a Inglaterra. El partido salió espectacular. Tanto el entrenador y los miembros del staff como mis compañeros le dieron mucha carga al hecho de que era mi último partido y lo valoré muchísimo. Esos son los valores más puros del rugby, de juntarse y jugar por el equipo. Fue espectacular.
–Pasó poco tiempo de tu retiro, ¿Ya te sentís un ex jugador?
–Me pregunto qué será sentirse un ex jugador. ¿Qué cambió en mi cabeza? Ya no me vuelvo tan loco, pero sigo teniendo la misma pasión por este deporte. Estoy muy tranquilo con la decisión que tomé porque al final ya me dolía todo el cuerpo. Venía arrastrando una pubalgia y dejé una rodilla, un codo, un pulgar y un hombro. Dejé muchas cosas en al cancha. Ahora voy a seguir corriendo atrás de una pelota pero sin golpes. Va a estar divertido.
–Ni tiempo tuviste de procesarlo porque ya te sumaste al staff del Toulon...
–Es un tremendo desafío. La responsabilidad es gigante, no sé si decir orgullo o satisfacción de que hayan pensado en mí y consideren que lo puedo hacer. Hace 2 o 3 años no pensaba en ser entrenador, sino en volver a la Argentina.
–¿Quién te hizo cambiar de opinión?
–Hace tiempo que en el club me venían diciendo que me quedara. Después la familia, los amigos y mucha gente del rugby que me dijeron que era una oportunidad personal importante y que probara porque podía llegar a divertirme y, sobre todo, a ayudar a guiar el esfuerzo de un jugador. Me fueron convenciendo de a poco.
–En Toulon compartiste equipo con los mejores del mundo. ¿Hay alguno que te haya sorprendido?
–Voy a destacar a los que siguen siendo mis amigos por más que no juguemos juntos. Tenés a Carl Hayman, a Bakkies Botha, Duane Vermuelen, Chris Masoe, Johnny Wilkinson, Matt Giteau, Bryan Habana y Drew Mitchell. Son grandísimos jugadores y, algunos, los mejores de la historia en su puesto, pero cuando conocés a la persona y ves que es la más humilde, la que más trabaja y la que más tira para el equipo, decís: "Tengo que hacer lo mismo".
–Hablabas de jugar por el equipo. ¿Fue lo que buscaste en los Pumas?
–Es lo que me enseñaron desde que empecé a jugar al rugby mi papá, mi mamá y mis hermanos. Nadie, nunca, va a estar por encima del equipo. Cuanto más fuerte sea tu grupo, mejor va a andar el equipo. Creo fehacientemente en eso e intenté hacerlo en todos los clubes y roles que me tocaron. Mi filosofía es la misma.
–Como capitán te tocó transitar por uno de los períodos más difíciles y con más cortocircuitos, ¿Cómo la describirías?
–Fue duro. Siempre yéndome a dormir pensando si había tomado la mejor decisión para el equipo, si iba a ser útil para que fuéramos un buen equipo, para que el grupo permaneciera unido. Todo lo que se generaba con esa presión, sumado al Rugby Championship, que no sabías lo que te ibas a encontrar. Fue un muy demandante desde el punto de vista mental. Si me volviesen a preguntar, diría que sí y volvería a tratar de tomar las decisiones pensando en el equipo. Fue un placer y un orgullo enorme.
–¿Cambiarías algo de todo lo que se generó con la situación de Patricio Albacete?
–Mirá, con esto ya fui y volví un millón de veces en mi cabeza. En su momento, todas las decisiones que tomé las consideré correctas. Hice mi duelo personal, analicé todas mis decisiones y me parece que ese tipo de reflexiones quedan para mi. Lo veo como un momento complicado que generó, a la larga, que el equipo no pudiese jugar al potencial que tenía y fue duro para muchísimas personas.
–¿Podría volver a repetirse una situación así?
–No sé, no me toca estar adentro. Veo que este equipo, que pasó por años muy complicados, con el ingreso del Super Rugby no deja de laburar y tirar para adelante. Cada vez que me tocó ir a saludarlos ví que están con muchas ganas de crecer y cambiar esos resultados. Por lo que veo desde afuera, no creo que vaya a ocurrir.
–¿Qué te acordás de tu despedida de los Pumas?
–Me acuerdo un millón de detalles de ese partido. Sabía que era el último. La entrada en calor, el vestuario, cuando me avisaron que salía, esos pasos hacia el banco de suplentes, el saludo con los chicos, el vestuario después, la vuelta olímpica, verme con familia y amigos, llorando como un condenado. Un montón de cosas. Me acuerdo todo.
–¿Lo sentiste como un retiro adelantado del seleccionado?
–Soy de los que piensan que, terminado el Mundial, empezaba un camino largo al Mundial de Japón en el cual no me veía mentalmente. Ya en la cabeza empezaba a darme vueltas la idea de que tal vez era lo último. Ahí, uno que tiene que empezar a plantearse un montón de cosas. No sé qué hubiese pasado si me llamaban en junio de 2016.
–¿Por qué no quisiste jugar con Jaguares?
–No me consideraba en un momento familiar, mental y físico como para afrontar la exigencia. Si bien no lo conocía, si tenía compañeros que habían estado en el Super Rugby y habían venido a Toulon y no consideraba que iba a poder rendirle al equipo.
–Mientras la mayoría piensa que te privaron de años en el seleccionado, vos elegís hacer introspección...
–Tuve muchísima suerte. Pude jugar un montonazo de partidos en los Pumas, compartir con mi hermano y con amigos que se transformaron en hermanos del alma. Para mi el rugby son recuerdos, y son tan buenos que no considero que me hayan sacado años de seleccionado.
–¿Ya no duelen?
–No, por suerte ya no duelen más los golpes.
"Ledesma entiende y ama mucho este deporte"
–¿Qué opinás la experiencia en el Super Rugby?
–Fueron años complicados y de muchísimo aprendizaje. Tal vez, me parece que menospreciamos el impacto que iba a tener el torneo pensando que con el envión del 2015 iba a ser más simple de lo que fue. Obviamente iba a ser duro por lo que se viaja, me ha tocado viajar con los Pumas y uno piensa que no, pero al cuerpo lo termina cansando. La exigencia de ese primer año en el Super Rugby, cuando todos los equipos querían ser los primeros en perder contra los Pumas. Toda esa presión lo hizo duro. Los chicos siguieron trabajando fuerte. El cambio de staff dio un nuevo aire e hicieron un lindo torneo. Me perdí pocos partidos en estos años. Soy el hincha número 1 de Jaguares.
–¿Cuánto creés que tuvo que ver Ledesma en este cambio?
–Con Mario compartí muchísimos años como jugador. Siempre pude ver que el cerebro de rugby lo tenía. Entiende y ama mucho a este deporte. Tiene tatuados en la piel los valores del espíritu, el trabajo del equipo y la humildad. Lo que me parece espectacular es que Mario pudo vivir la experiencia del Norte y del Sur. Toda la experiencia que ha ido ganando, compartiendo equipo con entrenadores muy buenos, lo hizo estar muy preparado para este salto. Él trae convicciones muy fuertes y un norte bien marcado, como siempre fue. A veces, cuando era chico, Mario te hablaba de una manera que podías enojarte, pero a la larga comprendía que te decía lo que él pensaba que era lo mejor para el equipo. Ojalá que le siga yendo bárbaro.
–¿Qué se debe hacer con los jugadores que están en Europa?
–Para mí, el mejor sistema es el australiano, el cual llegado a un cierto número de caps y años contratado por tu unión, se te permite jugar en otros lugares del mundo y ser seleccionado (NdeR: es un mínimo 7 años de contrato y 60 caps). De esa manera, ayudaste a desarrollar el rugby de tu país, a los jóvenes que se están sumando a compartir tu experiencia, luego abrís la posibilidad de que vayas a aprender otras culturas y otros idiomas.
–A partir de los malos resultados de Argentina XV, ¿Debería revisarse la estructura del Plar?
–El mensaje con Argentina XV es generar y encontrar jugadores y que ese sea el objetivo principal. No tanto el resultado, sino generar semillero. Se está por el camino correcto. ¿Que es complicado? Seguro, hay que alcanzar muchos años de profesionalismo que tuvieron otros países y tenemos que acelerar este proceso lo más rápido posible. Se está haciendo un gran trabajo, cada año siguen apareciendo jugadores y hay que saber cuál es el norte e ir hacia allí. Se ha reflexionado mucho para tratar de definirlo y puede que haya golpes, pero no hay que perder esta convicción.ß
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