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Comedia de enredos: Esteban Guerrieri, el que no debía ganar, igual triunfó
La desobediencia luego de la orden de Toyota para que venciera Rossi
Esteban Guerrieri no tenía que ganar. Le habían dado una orden clara: Matías Rossi, el primer piloto del equipo Toyota de SuperTC2000, debía quedarse con el triunfo en el riesgoso autódromo de El Zonda, en San Juan, un resultado esencial para mantener sus chances de pelear por el título. El piloto de Mataderos, que largaba desde la pole, estaba dispuesto a cumplirla, pero en condiciones especiales. Su idea era entregar el triunfo sobre la línea de llegada, para que quedara claro que podía derrotar a Rossi y que solo una orden de equipo se lo impedía. Sin embargo, acabó conquistando “una victoria agridulce” como admitió. Y muchos denuestos.
“La orden que no cumplió Esteban quedará en el debate interno” sentenció Rossi con extrema seriedad. Más duro fue el director deportivo del equipo, Darío Ramonda, que trató a Guerrieri como “temerario” y autor de una “falta de irresponsabilidad profesional”.
El vencedor nunca devolvió los llamados por radio de su equipo durante el transcurso de la prueba, recordándole que se dejara pasar por Rossi, que iba mucho más rápido. Cuando la paciencia del piloto de Del Viso se agotó, en la entrada a la última vuelta, sobrevino un toque entre ambos, del que se aprovechó Facundo Chapur (Peugeot) para capturar el segundo puesto: así, Guerrieri no pudo cumplir finalmente su propósito de entregarle el triunfo a Rossi sobre la meta.
“Yo lo iba a dejar pasar sobre la meta. Pero Matías prefirió correrme y le salió mal... Se equivocó” explicó Guerrieri. “Pensé que no iba a respetar la orden, por eso intenté la maniobra” le retrucó Rossi, que ya no puede pelear por la corona.
La interpretación es obvia. Hace tiempo que el piloto de Mataderos entiende que no seguirá durante 2017 en el equipo; de hecho, no hace mucho estuvo en Europa tanteando posibilidades, para reinventar su carrera al estilo de Pechito López. Estaba dispuesto a jugar el rol que le reservaba el equipo que está a punto de desprenderse de sus servicios, pero para endulzar el mal trago intentó imponer sus propias reglas. Algo parecido a lo que hizo Rubens Barrichello en el GP de Austria de 2002, cuando le ordenaron cederle el triunfo a Michael Schumacher. Una especie de revalorización profesional. En este caso, ganó la carrera con saludable rebeldía, pero seguramente quedará fuera del circuito de equipos oficiales que, además de velocidad y resultados, por sobre todo reclaman obediencia debida de sus pilotos. No sería descabellado que Guerrieri no esté corriendo la próxima fecha del SuperTC2000 en General Roca, dentro de dos semanas.
“Quizás porque piensa que no seguirá en el equipo es que actuó así” lo acusó Ramonda. Lo que era 1-2 seguro para la marca se transformó en un 1-3 con cierto sabor amargo. Pero, sin que cuenten los intereses de un equipo en particular, la actitud del triunfador le dio sentido deportivo al final de la carrera. Fue mucho más deportivo que el toque grosero con el que que José Manuel Urcera (Fiat) sacó al puntero del campeonato, Agustín Canapino (Chevrolet).
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