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Ciudad en jaque
Hace 30 años, el norteamericano Bobby Fischer y el soviético Tigran Petrosian protagonizaron, en Buenos Aires y ante una multitud, un histórico match por las semifinales del Campeonato Mundial
Hace 30 años, cuando el tablero de la lealtad política alineaba los Estados del mundo en Este u Oeste y la vida de la gente se espantaba por los dislates de una Guerra Fría entre los dos países más poderosos del planeta, los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, aquí en la Argentina, en plena primavera porteña de 1971, la sala Martín Coronado del Teatro General San Martín levantaba su telón para el histórico match de ajedrez por la semifinal del campeonato mundial, entre el excéntrico maestro norteamericano Robert James Fischer , de 28 años, y el por entonces ajedrecista soviético, de origen armenio, Tigran Petrosian , de 42.
- Fiebre de ajedrez . Entre el 30 de septiembre y el 26 de octubre de 1971, una multitud, sin precedente en la historia del ajedrez, acompañó cada una de las nueve partidas del match. La sala de juego, el hall principal, las escaleras de acceso y la vereda del Teatro San Martín fueron los distintos refugios que la grey ajedrecística utilizó para seguir las partidas, provistos de sus inseparables juegos de bolsillo. Otros, en cambio, observaban las enseñanzas que los maestros Herman Pilnik y Miguel Najdorf realizaban a viva voz sobre los enormes tableros murales.
La trascendencia del match, cargado de un fuerte ideologismo que amenazaba con patear el tablero deportivo por las nubes, ganó rápidamente la atención de la prensa local e internacional. Una docena de periodistas europeos, otros tantos norteamericanos, seis sudamericanos y 15 de la Argentina siguieron atentamente el desenlace del juego. Por ello, hasta las radios y la TV local, no estuvieron al margen de aquel acontecimiento.
El atrayente espectáculo y su colorido modificaron, sin duda, la escenografía del centro porteño. Incluso, la Avenida Corrientes vio interrumpido el paso de los vehículos como consecuencia de las largas filas de curiosos, entendidos y turistas que pugnaban, a diario, por ver en acción a sus ídolos. El descontrolado fervor obligó a la intervención de la Policía Federal, cuando un desborde hizo añicos las mamparas de vidrio del frente del teatro.
Aunque las partidas comenzaban a las 17, la venta de entradas -700 localidades a 300 pesos Ley- empezaba desde la mañana. Un ticket en los últimos juegos llegó a cotizarse en $ 1500.
Las jugueterías y las librerías de Buenos Aires también fueron asaltadas por la pasión de los fanáticos que devastaron los stocks de juegos y libros de ajedrez de una ciudad.
- Por qué Buenos Aires . En julio de 1971 la Argentina era gobernada por el teniente general Alejandro Lanusse y el doctor Agricol de Bianchetti se desempeñaba como director de Deportes de la Nación.
"En verdad, todo comenzó porque un maestro muy jovencito por aquellos años, Miguel Quinteros, se presentó una mañana en mi oficina y me transmitió la siguiente inquietud: Señor, ¿no le gustaría traer el match Fischer v. Petrosian a la Argentina? ", cuenta el ex dirigente y apoderado de la AFA, a los 78 años, en la charla con LA NACION desde su estudio particular, mientras rememora su actuación hace 30 años; y agrega: "Una vez que me interioricé del tema, lo hablé personalmente con el ministro de Acción Social, Francisco Manrique, que sólo atinó a decirme: ¿usted está de acuerdo? Entonces, actúe con entera libertad. Así fue cómo nos pusimos a trabajar con rapidez, pues teníamos sólo 72 horas para presentarnos en la licitación. Afortunadamente, todo salió como lo planeamos y el match se jugó en Buenos Aires", señala.
- Un genio singular . En 1971, la figura de Bobby Fischer era reconocida en la Argentina. Numerosas historias de amores y odios fueron escritas detrás de su fuerte personalidad. Desde la admiración por su genialidad en el tablero, con las recordadas conquistas del Abierto de Mar del Plata, en 1960; el Magistral Ciudad de Buenos Aires, en 1970, y los desencantos, sus excentricidades y arrogancia fuera de los escaques.
Sin embargo, a la hora de las preferencias entre ambos candidatos al título mundial, el público, en su mayoría, se inclinaba por el talento del norteamericano.
En el recordado match, pactado a 12 juegos, Fischer arrancó con una victoria que fue seguida por otra de Petrosian. De esta manera, el ruso interrumpió la racha del norteamericano de 20 triunfos consecutivos ante grandes maestros -un récord aún no igualado por ningún otro ajedrecista- y logró imprimirle mayor suspenso a la definición.
Fischer no demostró flaquezas por el revés y siguió con el mismo ritmo arrollador. Sólo la excelente preparación de Petrosian consiguió mantener igualada la lucha. Tras cinco juegos y el score en 2,5 por bando la tensión nerviosa del match hizo eclosión en la salud del jugador ruso. Las cuatro victorias consecutivas de Fischer terminaron con el match y la carrera ajedrecística de Petrosian. Bobby Fischer se convertía en el nuevo aspirante a lacorona mundial, en manos de otro ruso, Boris Spassky.
La noche de su proclamación en Buenos Aires, Fischer abandonó a la carrera la sala del Teatro San Martín seguido por sus fans por la calle Sarmiento, que lo perdieron de vista al doblar en la esquina de la calle Uruguay.
- Un romance escondido . Robert Fischer sentía particular agrado por la comida argentina (especialmente por los bifes) y por la pasión de la gente con el ajedrez. Algunos mayores sostienen que, en una ocasión, le manifestó al ministro Manrique el deseo de quedarse en este país. A cambio exigió US$ 1000 mensuales, más casa y comida. Durante tres meses, Bobby Fischer brindó simultáneas por el interior del país, aguardando impacientemente una respuesta que nunca llegó.
Quizá dormido en el cajón de algún despacho se conserva el pedido, hoy irrisorio, hecho hace 30 años, por el mejor ajedrecista de la historia.
- Parecidos y diferentes . El recuerdo del match Fischer v. Petrosian aún perdura en la mente de los memoriosos y nostálgicos. Para muchos, la más fantástica fiesta de ajedrez que tuvo la Argentina. Un match disputado hace 30 años, cuando el mundo se dividía en lealtades y la gente compartía el espanto de una guerra.
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