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Tadej Pogacar arrasó en el Tour de Francia: un ciclista destinado a marcar época
Por los Juegos Olímpicos, la tradicional competencia finalizó en Niza y no en París, allí donde Pogacar también quiere el oro para él
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Fácil de decir, difícil de asimilar: el joven maravilla del ciclismo es el “Caníbal” de estos tiempos. No está apurado por crecer, pero tampoco deja dudas de que quiere ser aún más grande. Con su estilo de ataques constante, a pura pierna y mucha cabeza, el esloveno Tadej Pogacar se consagró por tercera vez campeón del Tour de Francia con un tiempo de 83h 38m 56s y se convirtió en el octavo corredor de la historia del ciclismo que logra en el mismo año el doblete Giro-Tour. Algo que no sucedía desde 1998, cuando el italiano Marco Pantani ganó la Corsa Rosa y la Grande Boucle estableciendo el récord de seis etapas ganadas en ambas Grandes. Lo acompañaron en el podio de la clasificación general el danés Jonas Vingegaard, que quedó a 6m 17s, y el belga Remco Evenepol, a 9m 18s.
A los 25 años, Pogacar repitió en la edición 111 del Tour un recital similar al que brindó hace unos meses en tierras italianas, cuando se consagró campeón por primera vez en su carrera del Giro. Corrió con alergia al pelotón cuando la montaña lo llamó y sin miedo a la velocidad cuando tuvo que asegurarse la diferencia en la contrarreloj final. Demostró ser un ciclista decidido, fuerte e inconsciente, tres elementos indispensables para querer ser grande y pertenecer al selecto grupo de los que hicieron doblete en un mismo año, junto a los italianos Fausto Coppi (1942 y 1952) y Marco Pantani (1998), los franceses Jacques Anquetil (1964) y Bernard Hinault (1982 y 1985), el belga Eddy Merckx (1970,1972 y 1974), el irlandés Stephen Roche (1987) y el español Miguel Indurain (1992 y 1993).
En un Tour que arrancó en Florencia, Italia, y que terminó por primera vez en Niza y no en los campos Elíseos de París, Pogacar, con Adam Yates y Joao Almeida como gregarios aliados del UAE Team, se las ingenió para ganar seis etapas y conservar el liderazgo hasta el final sin dejarse amedrentar las ambiciones tricampeonas del danés Jonas Vingegaard del Visma y la potencia del belga Remco Evenepol, de Soudal Quick-Step. Su osadía y determinación se transformaron en la bomba de una carrera que terminó explosionando tras 3498 kilómetros de pedaleo en un festejo emocionado e histórico con su novia Urska Zigart, también ciclista, al terminar la contrarreloj final, que también ganó con comodidad.
El joven esloveno es “El Caníbal” Merckx de esta época. Tiene a esta edad la capacidad de darlo todo por ganar una carrera. Esos 25 años que no se detienen a medir la intensidad del dolor, del esfuerzo, del cansancio. No ahorra riesgo en exponer su cuerpo al peligro, corre al límite mismo de sus posibilidades. Está en la etapa del postadolescente que se cree capaz de hacerlo todo solo y emprender arranques letales en subida o bajada. Muchas veces intenta cosas que ningún ciclista sin “ángel” podría intentar. Un día, desgraciadamente, el tiempo le curará esta enfermedad de juventud y entonces es muy posible que se transforme en un grande del ciclismo mundial.
Sus fibrosas y portentosas piernas llevan a los especialistas a afirmar que contrarrelojea como Miguel Indurain y su casi 1,90m y 80 kilos, y que escala como el colombiano Nairo Quintana, una pluma de no más de 55 kilos. Con apenas 1,76 de altura y 66 kilos domina todos los terrenos a la perfección: contrarrelojes, rampas, puertos de alturas o descensos rápidos. No fue ninguna casualidad que de las seis etapas que ganó en el Giro de este año una haya sido la contrarreloj y cinco hayan sido de montaña, exponiendo su capacidad rodadora y manejo del tiempo. Como tampoco fue casualidad que en este Tour de Francia haya emprendido ataques letales a varios kilómetros de la meta, cruzando en total en soledad, a más de un minuto de sus perseguidores.
Nacido en Komenda, un pequeño pueblo rural de 400 habitantes ubicado al norte Liubliana, Tadej adoptó la pasión por la bicicleta a los 9 años, gracias a su hermano mayor Tilen, después de abandonar el fútbol. Rápidamente comenzó a sobresalir en las pruebas más importantes de Europa. Con solo 20 años, se quedó con el título en el Tour de California 2019 y ganó tres etapas en la Vuelta a España, donde finalizó tercero en la clasificación general. En 2020, se convirtió en el segundo ciclista más joven en ganar el Tour de Francia, a los 21 años, siguiendo los pasos de Henri Cornet, quien ganó en 1904 con 19 años. Desde entonces se transformó en una de las joyas del ciclismo mundial, junto a Mathieu Van der Poel, Remco Evenepol, Wout Van Aert.
El presente de Pogacar revivió el ciclismo como en los tiempos de Eddy Merckx, hace 50 años. Donde uno gana todo y el resto lucha para ser segundo. “Canibalizó el pelotón”, dicen los especialistas. Porque en realidad su lucha no es contra los demás sino contra la historia. No para de agrandar su palmarés de logros y su techo es pura incertidumbre. Su imagen de chico bueno contrastan con el competidor salvaje, ambicioso y sin concesiones. Seis victorias logró en este Tour, igualando la gesta del Pirata Pantani, 17 desde que debutó en 2020. Comenzó aplastando a todos en el Galibier, en la cuarta etapa, y acabó sepultando las ilusiones de cualquier rival al ganar también la contrarreloj final en tierra donde vive y cumpliéndole el sueño su vecino, el príncipe Alberto II.
Hoy por hoy es solamente una amenaza de terrible ciclista para la grandeza de Merckx, el mejor de la historia. ¿Por qué? A la edad en que el joven esloveno ganó su tercer Tour y su primer Giro, el Caníbal ya sumaba un campeonato mundial, un Tour de Francia y dos Giro de Italia. “Tamau Pogi”, como lo llaman desde niño por su esmirriado cuerpo, aún debe trasladar estas mismas ambiciones ganadoras a la Vuelta a España y sumar más gloria en los mundiales y Juegos Olímpicos, donde, por ahora, ostenta el bronce en Tokio 2020. Allí se sabrá cuánto valor tienen las comparaciones con el Caníbal, que en toda su trayectoria ganó 525 carreras y obtuvo once títulos en Grandes Vueltas.
Por ahora, Tadeg Pogacar sabe que los exámenes no han acabado todavía. Y que debe seguir sumando experiencia, acumular logros, alcanzar el oro en los Juegos Olímpicos de París 2024 y tenerle más respeto al peligro, aunque él se sienta indestructible. Tal vez, le falta ser menos joven para llegar a su techo profesional y demostrar mucho de lo que se habla y se espera de él. Aunque eso se cura solo, cuando sea más grande de edad y cuando se vuelva aún más grande en la historia del ciclismo mundial.
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