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Maximiliano Richeze, secretos de un ciclista de elite que privilegia el conjunto
Ser honesto con uno mismo y con el compañero. Tirar todos para el mismo lado. Pedalear hasta el cansancio y querer volar. El mundo del ciclismo demanda sacrificio, humildad y mucho trabajo. Es la perseverancia la que termina de impulsar, aunque la cima no es para cualquiera. Apenas algunos elegidos logran competir en el UCI World Tour, el máximo calendario del ciclismo a nivel mundial.
Uno de los que forman parte del selecto grupo es Maximiliano Richeze, reciente ganador en su disciplina del Premio Olimpia. El restante, el chubutense Eduardo Sepúlveda, de 28 años e integrante del equipo español Movistar Team. Ambos compiten en ruta, cumplen funciones diferentes y sus características arriba de la bicicleta varían según las necesidades y el diseño del circuito. Pero si hay algo que los une es el profesionalismo, el hambre de gloria y el sentimiento por la selección argentina.
Richeze consiguió este año la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima, luego de una disputada carrera que pensó que se le escapaba; la primera medalla, tras una sequía de 60 años. Además, en abril pasado ganó por primera vez el Campeonato argentino de ciclismo en ruta, lo que le permitió llevar los colores argentinos en la que fue su cuarta participación en el Tour de France.
"Fue un año muy positivo, cumplí todos los objetivos. Pude arrancar con la victoria en el país, que tuvo premio doble, porque me permitió llevar los colores argentinos en el Tour de France, la mejor carrera del mundo. Llevar los colores argentinos en Francia era una obsesión. Se trató de uno de los objetivos más importantes que tuve y lo pude cumplir", describe Richeze, que se adentra en lo que resultaron las exigentes 21 etapas del recorrido en territorio francés: "Pudimos hacer un Tour muy bueno. En lo personal fue muy lindo y también un poco estresante, porque fuimos casi toda la carrera como líderes y perdimos faltando dos días. Lanzar a mi compañero y que se haya quedado con el triunfo fue una emoción muy fuerte, a nivel personal y con el equipo".
En Bella Vista, donde reside junto a su mujer Caterina y Rebecca, su hija de cinco años, le abre las puertas de su casa a LA NACION. Se coloca la malla de campeón, aquella con la que pedaleó en Francia, y ensaya un recorrido íntimo de su carrera. Desde sus comienzos a la relación con su familia, su padre y ese amor incondicional por el ciclismo. Hace una parada entre los primeros años en Europa y el salto al profesionalismo. Modera la velocidad cuando habla de la adaptación, los cambios y sacrificios que debió transitar. Acelera al describir la emoción que siente al formar parte del equipo que lo cobijó durante los últimos cuatro años y de la adrenalina que le produce el debut en su nuevo team. Humilde, calmo, sonriente, familiero. Así es Richeze, el ciclista de 36 años que no piensa en el retiro y encuentra motivación para avanzar.
-¿Qué significaron estos cuatro años en los que formaste parte del equipo belga Deceuninck-Quick-Step Cycling Team?
-Este equipo me enseñó muchos aspectos del ciclismo y de la vida que me llevaron a ser el corredor que soy. Con ellos crecí y aprendí mucho, tuve los mejores y más lindos años -hasta ahora- de mi carrera. Ellos fueron mi familia, mis amigos. Porque quizás no teníamos a los mejores en todo, pero entre la unión del grupo y el trabajo pudimos tener muy buenos triunfos en las carreras más importantes. Ocho años seguidos fuimos el equipo que más ganó y en los últimos tres lideramos el ranking mundial. Siempre lo defino como el mejor equipo del mundo. El modo de trabajo, siempre en conjunto, siendo honestos, con el mismo objetivo y los mismos valores, la manera de correr... Porque el ciclismo es un deporte individual, ya que gana uno, pero es un trabajo en equipo: sin el resto, no podés ganar, y eso este equipo lo sabe y supo trabajar.
-¿El cambio de equipo a qué se debió? ¿Con cuáles objetivos llegás a UAE Team Emirates?
-Volveré a correr con Fernando Gaviria (colombiano con quien integró el equipo belga), con quien tengo un gran vínculo de amistad y además es un excelente ciclista. Él cambió de equipo el año pasado y me insistió para que me uniera, hasta que lo logró. Acepté por una cuestión de amistad y de buscar nuevos objetivos. Si bien tenía excelente relación con Quick Step, siempre es bueno cambiar y renovar metas. Además, el cambio me lleva a tener que volver a demostrar, por lo que la pretemporada será mucho mejor, con más motivación. Gaviria no tuvo una buena temporada en 2019, perdió confianza, y es un gran desafío trabajar con él para devolverlo al top mundial. También en el equipo hay muchos jóvenes, así que es llevar mi experiencia y pasarle todo lo que aprendí durante estos años para crecer juntos. Son nuevos objetivos que hacen bien. Son desafíos y a mí me gustan.
-Formaste parte de varios equipos desde tu llegada a Europa, en 2004. Fueron dos años en equipos amateurs y luego el salto al profesionalismo. ¿Qué es lo que más te sorprendió?
-Llegué con 21 años y lo primero que dije fue ‘no sé correr en bicicleta’. Era otro mundo, me sentía perdido. Era completamente diferente a lo que conocíamos en la Argentina. Tuve que empezar todo de nuevo, aprender a ser un ciclista. Todo era diferente, desde los entrenamientos, la preparación, la tecnología... Por eso le digo a los más jóvenes que aprovechen las oportunidades que tienen, que viajen y se nutran, porque todo eso en mis comienzos no existía.
-En esos primeros años, ¿quién te apadrinó? ¿Cómo recordás ese comienzo?
-Mirko Rossato, que trabajaba con los [hermanos Juan y Gabriel] Curuchet. Nos conocimos en una carrera y me invitó a ir al exterior, pero yo era menor y no podía. Así que cuando cumplí la mayoría de edad me fui y él fue un poco mi mentor. En Argentina, como me entrenaba mi papá, era bastante cabeza dura: si me decía tres yo hacía el doble, y después el cuerpo me pasaba factura. Así que cuando llegué y cambié el entorno, me costó. Pero fueron dos años en donde crecí mucho y sobre todo entendí lo que era este mundo. Después pasé a ser profesional, que significó otro gran cambio. Firmé mi primer contrato y me dejaron solo. Fue como ‘tomá hace tu vida’, y tuve que salir a buscarme una casa, a moverme y a viajar solo. Tenía 22 años, el contacto era por mail. Un mundo totalmente diferente, fue un cambio muy grande y en muy poco tiempo. Era muy chico y ya me encontraba corriendo el Giro de Italia, carreras importantes.
-Con toda tu experiencia profesional, ¿qué análisis hacés respecto del desarrollo del deporte en el país?
-Está bastante complicado. El ciclismo es amateur, pero es un deporte costoso. Si bien hay equipos que pagan sueldos, los materiales son muy caros: entonces, compran material o comen. Además, es complicado viajar y la organización de las carreras tampoco es fácil. La provincia de San Juan es el único lugar que tiene un buen calendario de ruta, del que participan equipos profesionales y tienen la Vuelta (que se correrá desde el 26 de enero al 2 de febrero de 2020), que para el país es algo muy importante. Porque hablo como apasionado del ciclismo, y tener una carrera de esa magnitud es algo que es muy lindo, es una movida muy grande. Pero esta pasión que se vive en San Juan cuesta que se reproduzca en el resto del país. También hay un hueco muy grande entre las camadas, se perdió mucho, aunque vienen juveniles con una mentalidad muy fuerte para entrenarse. En el ciclismo la disciplina es primordial, debés tener mucha conducta, porque por ahí hoy estás cosechando lo que hiciste dos años atrás.
Corrió cuatro Giros de Italia (2006, 07, 15 y 17), cuatro Tour de France (2014, 16, 18 y 19) y cuatro Vueltas de España (2013, 14, 15 y 19). Además participó en siete Mundiales de ruta, dos Juegos Panamericanos (plata en Toronto 2015 y oro en Lima 2019), fue campeón argentino 2019, disputó dos Juegos Olímpicos (Londres 2012 y Rio 2016), ganó dos medallas en los Campeonatos Panamericanos y en varias ediciones de la Vuelta de San Juan y la Doble Bragado.
-¿En qué momento de tu carrera te encontrás a los 36 años?
-Este año apareció el retiro, nunca me lo había ni planteado, porque me siento bien física y mentalmente y ni había pensado en la edad. Pero los manager me hicieron dar cuenta de la edad, me tocaron un poco el orgullo. Con los contratos jugaron un poco con el tema de la edad, como que yo ya era viejo y eso me pegó. Pero estos dos años, por ahora, los voy a correr. Hay que ver la cabeza, el desgaste mental: cuando la cabeza me diga basta, dejaré...Es un deporte muy sacrificado. Me gustaría retirarme en un buen nivel, a los 38 o 39 años, pero no paso los 40.
-¿Qué sentís que te quedó como cuenta pendiente?
-Me quedaron un montón de cosas por hacer. Pero cuando uno es chico sueña, mira la televisión y yo veía el Tour. Para mí haber llegado a Europa y vivir de lo que me gusta fue muy importante, como estar en esas carreras que veía a través de una pantalla. Correr cuatro Tours, cuatro veces el Giro de Italia y la Vuelta de España, participar en los Juegos Olímpicos...Tal vez me faltó ganar una etapa del Tour, pero la satisfacción la encontré de otra manera: lanzar a mi compañero para que ganara la etapa es algo muy lindo, sé que soy un pedacito del triunfo. La verdad que pude cumplir con todos mis sueños, me queda, por ahí y ahora que soy campeón nacional, revalidar el título en abril.
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