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Fausto Coppi: la antigua belleza de los mitos
Hombros delgados. Tórax que se agranda. Esternón débil como el de las aves. Caderas dilatadas. Vientre ausente y muslos de inusitada largueza. El gran Gianni Brera describe a Fausto Coppi. "Su caminar –sigue– era torpe y desproporcionado. Diría que no estaba hecho para moverse en la tierra". Sí, en cambio, para escalar montañas con su bicicleta. "Lo ves superar los límites humanos". Recuperar "la antigua belleza de los mitos". De niño, Fausto lucía tan frágil que su padre le evitó trabajar en el campo y lo llevó a una fiambrería en Novi Ligure, en el Piamonte. Era "delgado como hueso de jamón de montaña". Lo escribe Orio Vergani en su crónica sobre el primer triunfo de Coppi. "Sube la cima bajo un diluvio, ignora la fatiga en medio del silencio de la multitud, que no sabe quién es ni cómo llamarlo". Coppi tenía 40 años cuando murió el 2 de enero de 1960. Hoy se cumplen sesenta años. Toda Italia lo recuerda.
En 1940, Benito Mussolini sumergió a Italia en la Segunda Guerra Mundial. Coppi acababa de ganar el primero de sus cinco Giro de Italia (también fue bicampeón del Tour de Francia). El campeón más joven de la historia del Giro. Tenía apenas 20 años y debía ser un gregario más del gran Gino Bartali en el poderoso equipo Legnano. Pero Bartali comenzó mal, Coppi pidió permiso y el equipo lo autorizó a atacar en la subida al Abetone. Fausto ni siquiera frenó para ayudar a Bartali en una caída. Herido en su orgullo, Bartali igualmente lo alentó cuando Coppi casi renunció, acalambrado. Lo provocó gritándole "acquaiolo", en referencia a los hombres "débiles" que le ponían agua al vino. En 1943, declarada la guerra, Coppi fue destinado a Túnez con la División Ravenna. Tropas inglesas lo apresaron en Argelia. Contrajo malaria. Dieciséis años después, ya ídolo mundial, Coppi volvió invitado a África. Se enfermó en Burkina Faso. Su colega y amigo Raphaël Geminiani cayó en coma al volver a Francia. Un familiar de Geminiani llamó al hospital italiano de Tortona para avisar que Coppi tenía malaria, al igual que Raphaël, y que debía ser tratado con quinina. No lo escucharon. Bartali, Jacques Anquetil y otros mitos del ciclismo lo enterraron con la multitud subiendo por el barro a Castellania, su pueblo natal de 86 personas. Hoy Castellania Coppi.
Donde todos veían fragilidad, Biagio Cavanna, masajista ciego, vio a un campeón. El "mago" tocó tobillos, gemelos, rodillas y muslos del joven piamontés. Escuchó su corazón. "¿Harás todo lo que te diga?". Dieta estricta, cero tabaco, reducir vino y sexo. Madrugones. Circuitos cronometrados. Cientificismo. Pulmones y frecuencia cardíaca ideales para almacenar más aire. Y "la bomba", como la llamó una vez el propio Coppi. Mezcla de cafeína, cola y anfetaminas. Como casi todo el pelotón. Y, además, la compañía inspiradora de "La Dama Blanca", Giulia Occhini, esposa del médico Enrico Locatelli. El doctor era su fan. Guardaba todos sus recortes, hasta que, cuenta el inglés William Fotheringham en su libro La pasión de Fausto Coppi, el médico fan se topó con una foto en La Gazzetta dello Sport. Lugano 1953. Coppi aclamado en el podio. Cruzando miradas con Giulia, su esposa. El escándalo estalló al año siguiente, en pleno Giro de Italia. L’Equipe y su pregunta célebre: "¿Quién es la dama de blanco de Fausto Coppi?".
También Coppi era un hombre casado. Ambos matrimonios, con hijos. Para comprobar el adulterio, como establecía la ley, el doctor Locatelli llegó con los carabinieri para sorprender a los amantes en su lecho. No lo logró, pero Giulia pasó tres días presa. La justicia retuvo pasaportes de la pareja para evitar fugas. Les prohibió ver a los hijos y verse entre sí. Hasta Pío XII intervino. Enojado por su fracaso, el Papa se negó a bendecir al pelotón del Giro porque había "un pecador público". Coppi ya sufría abucheos en la pista y amenazas de muerte. Y un fallo judicial que lo trató de "pobre hombre que ha ganado muchas carreras, pero que se hundió de forma miserable la primera vez que tuvo que luchar contra sus propios deseos". A Giulia, su señoría la condenó por "conducta despreciable".
El amor de Giulia, los obstáculos físicos de niño, el masajista gurú. Disciplina, ambición, técnica y carácter. Más de cien triunfos. ¿Cuál fue el motor del campeón frágil? Sobreviviente de trece fracturas, Coppi protagonizaba fugas solitarias de hasta 150 kilómetros y humillaba a rivales ("ganó Coppi. Ponemos un poco de música hasta que llegue el segundo", graficó un cronista radial en San Remo). "Mis victorias –dijo una vez el gran Eddy Merckx– fueron crónicas; las de Coppi, novelas". Tal vez el motor fue la rivalidad con Bartali que dividió a la Italia de la postguerra, como se contó alguna vez en esta columna. Bartali, fortachón, de Acción Católica y apreciado por Mussolini (aunque jamás fue fascista). Coppi, frágil, agnóstico y amado por la izquierda. Ambos, con un hermano muerto. Coppi y Giulia Occhini, la Dama Blanca, se casaron en México y encontraron refugio en Buenos Aires, donde en 1955 nació Angelo Fausto Coppi ("Faustino"). El campeón participó en 1958 en la prueba de los Seis Días en el Luna Park. Murió dos años después. "Para salvarlo –se lamentó Sandro Carrea, uno de sus gregarios más fieles– habría bastado un tubito de quinina".
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