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El Tour de San Luis crece y se siente cómodo fuera del circuito
La competencia volvió a contar con grandes figuras internacionales; podría incorporarse al World Tour, pero eso marginaría a los equipos argentinos
La décima edición del Tour de San Luis, como también la imagen del colombiano Dayer Quintana alzando el trofeo de campeón, ya son parte del pasado. Y mientras el circo del ciclismo sigue su curso hacia otros destinos, queda la certeza que la carrera más prestigiosa del continente cuenta con una organización aceitada que, dicen los de afuera, nada tiene que envidiarle a otras carreras, aún con varias cosas por resolver.
Quiénes asisten al Tour desde sus inicios coinciden en que la organización ha ido mejorando año a año. "Muchos organizadores de Europa pueden venir aquí para ver la competencia y aprender. Si no estuviera bien organizado, las estrellas no vendrían desde hace 10 años", opina Hugo Coorevits, periodista del diario Het Niewusblad de Bélgica que cubre su cuarto Tour.
Si bien es la carrera de ciclismo de ruta más importante de América, la realidad es que no forma parte del World Tour, un circuito unas 27 carreras alrededor del mundo. La Unión Ciclista Internacional le otorgó la calificación 2.1, la segunda en relevancia.
Esto tiene su explicación. Si el Tour se integrara al calendario World Tour solo podrían participar los equipos que disputan el circuito: "No podrían correr los equipos de San Luis, San Juan ni los Matanceros (Buenos Aires). Eso no está bien para este país y Sudamérica: tienen que correr los ciclistas de Argentina y selecciones como Colombia o Chile", advierte Roberto Coca, comisario de la UCI.
El español, el cerebro que diseñó los recorridos, asegura que están encantados con el nivel de organización y destaca el nivel de competencia: "Quieren venir todos. Esta carrera coincide con el Tour Down Under de Australia y vienen mejores corredores que allí, que es categoría World Tour".
De los 28 equipos que participaron en esta edición, hubo siete de los 18 que tiene la máxima categoría, UCI Pro Team (manejan presupuestos de hasta 12 millones de euros), y seis de la inferior, Profesional Continental; el resto fueron Continental como el de San Luis o selecciones como la argentina o colombiana.
La marquesina es uno de los caballitos de batalla del Tour. El colombiano Nairo Quintana fue subcampeón del Tour de Francia en las últimas dos ediciones; el italiano Vicenzo Nibali forma parte del selecto club de los seis que conquistaron las Tres Grandes Vueltas (Giro de Italia, Tour de Francia y Vuelta de España), comparable con ganar los cuatro Grand Slam en tenis; y el eslovaco Peter Sagan es vigente campeón mundial de ruta. ¿Algunos ausentes de esta elite? Alejandro Valverde, Alberto Contador o Peter Froome.
"Que vengan grandes estrellas como Sagan, Nibali y Quintana me parece muy bueno para este momento de la temporada", opina Ciro Scognamiglio, enviado especial del diario deportivo La Gazzetta dello Sport, que cubrió por primera vez el Tour. En total hubo 289 medios acreditados, tanto nacionales como extranjeros.
Lo cierto es que el Tour reúne una serie de condiciones que seducen a los ciclistas del más alto nivel. La temperatura es amigable frente al crudo invierno europeo, reciben un trato preferencial durante su estadía (se hospedaron en un hotel de cuatro estrellas con todas las comodidades) y la fecha es ideal para sumar kilómetros antes de las grandes citas.
Este cóctel hace que los equipos quieran volver cada año, como es el caso del team Movistar, que lleva seis años. "Siempre nos hablaban bien del Tour y nos recomendaban venir. Una vez que vinimos, repetimos porque entendemos que viene muy bien para el inicio de temporada", afirma el director deportivo del equipo español, José Luis Jaimerena.
También la competencia es un banco de pruebas para los equipos. Movistar apostó por Dayer Quintana, que no es el líder del equipo sino que suele gregario de su hermano Nairo. Además, las características del circuito (combina llano con montaña), permiten brillar a ciclistas de todos los perfiles (velocistas, escaladores o contrarrelojistas).
Los ciclistas del World Tour empiezan a moverse en enero y es de esperar que no estén en plenitud en el Tour. No obstante, Coorevits aclara que no se debe comparar con otros deportes: "Las grandes estrellas no tienen muchos objetivos. Nibali busca ganar el Giro de Italia, los Juegos Olímpicos y alguna etapa en Francia".
Argentina, se cae de maduro, no es un país con cultura ciclística. Aunque no dejó de sorprender la calidez y nivel de acompañamiento del público de San Luis y alrededores. Desde la Secretaría de Deportes provincial dice que en la última etapa hubo 15.000 personas en la llegada, mientras que la policía calcula unas 30.000 repartidas a través del camino.
"Fue fantástico. Cuando pasé por el Cerro Amago me sentí como si estuviera en etapas de los Alpes en el Tour de Francia. Tienen esa mentalidad caliente que nos falta en Europa", pondera Coorevits, que se declara un enamorado del Tour.
El cierre de la sexta etapa en Merlo fue el punto de ebullición entre el Tour y el público. El trayecto desde la avenida principal hasta la subida a la montaña estuvo atestado de personas (mayoría turistas) que no quisieron perderse la carrera. De hecho, la capacidad hotelera de la provincia llegó al 85% durante los últimos dos días de la carrera.
"Es una carrera que está cerca de nuestra casa donde hay sol, es bonita, tiene buena carretera y la gente es muy amable", define a LA NACION Nairo Quintana, la máxima estrella del Tour, ya más tranquilo en la carpa del control antidoping.
El colombiano fue el más buscado por el público. Encontrarlo era fácil: siga a la marea de personas que querían una foto, un autógrafo o simplemente tocar al mejor ciclista sudamericano. "Se supone que a la gente le gusta el fútbol y es apasionada por Messi, pero este deporte entró en cada uno de los rincones de los sanluiseños porque pueden tener a los mejores junto a ellos, cosa que no pueden hacer con los futbolistas", cree.
Con esa mentalidad perfeccionista que caracteriza a los mejores, Nairo cree que la competencia argentina aún está lejos del nivel del Viejo Continente, especialmente por la infraestructura. "Hay que mejorar los traslados de un sitio a otro porque hay días que llegábamos muy tarde, demorábamos el masaje o cenábamos tarde. Las etapas salían tarde por un tema televisivo. Además a la transmisión le falta bastante", critica.
Hablar del financiamiento es tocar zona sensible. En Europa hay tres fuentes de ingresos: televisión, sponsoreo y departamentos que compren una etapa. En el caso del Tour, el dinero es aportado exclusivamente por la provincia, y si bien no se dio a conocer de forma oficial, trascendió que destinó unos 50 millones de pesos.
El talón de Aquiles, coinciden todas las voces, es la calidad de la televisación. Otro reclamo es que no se comercialice la carrera a los canales extranjeros, limitándose al streaming del website. Destinar mayor presupuesto a la transmisión debería ser prioridad. Mientras tanto, por lo bajo se comenta que se renegociarán los derechos, que pertenecen a ESPN.
"Una carrera que no tiene imágenes no se exporta. Y si no se exporta no se ve. Así es difícil que entren patrocinadores", dice Carlos de Torres, de agencia EFE, sentado en la carpa de prensa montada. A lo lejos, alguien que escuchaba el diálogo suelta: "Es como llevar a los Rolling Stones a tu casa, pero que no se entere nadie". Tan contundente como cierto.
am/jt
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