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El otro lado del Tour de San Luis: como en la F1, hay un equipo detrás de cada competidor
Los contrastes entre los superprofesionales UCI, que llegaron al país con un staff de ocho personas hasta el equipo Continental San Luis, con cuatro personas que se encargan de toda la logística
SAN LUIS.- Todas las miradas se las llevan los ciclistas, pero son sólo la punta del iceberg. Detrás suyo, hay un séquito de colaboradores los acompaña, madruga y trasnocha para que todo salga perfecto y sus estrellas sólo tengan que preocuparse por la competencia.
En este detrás de escena de los equipos, el Tour de San Luis ofrece interesantes contrastes. Desde los superprofesionales UCI, que llegaron al país con un staff de ocho personas (dos directores deportivos, dos médicos, dos mecánicos, un doctor y un jefe de prensa) hasta el equipo Continental San Luis, con cuatro personas que se encargan de toda la logística.
El ciclista y la bici, uno solo
En la última semana, los estacionamientos de los hoteles se convirtieron en boxes con bicicletas, repuestos, herramientas, botellas y bolsas de ropa. Separados por vallas, los mecánicos y auxiliares de los distintos equipos pasan las horas preparando todo para cada etapa.
Un equipo top como el español Movistar suele trabajar con hasta seis mecánicos en competencias como el Tour de Francia. En San Luis son dos o tres. "Nos levantamos a las ocho, bajamos a inflar y cargamos las bicis en el coche y las de repuesto en la camioneta", cuenta Senen Pintado, que se desempeña desde hace cuatro años en el equipo que tiene al colombiano Nairo Quintana como máxima estrella.
Durante la carrera, el mecánico acompaña en la caravana, en alerta constante por si su corredor pincha una rueda o sufre una falla mecánica. En el Tour de San Luis, cada corredor cuenta con una bicicleta de repuesto, cuando en las competencias de Europa tienen hasta cinco por integrante (dos para pruebas a contrarreloj y tres para ruta).
De vuelta al hotel empieza el verdadero trabajo del mecánico. "Tenés que desengrasarlas, lavar, volverlas a engrasar y controlar las tubulares, frenos y tornillos. Tiene que salir una bicicleta nueva al día siguiente", explica Alejandro Torralbo, miembro del Tinkoff. Todo el proceso lleva unos 30 minutos por cada unidad.
La comunicación con los corredores, coinciden, es fundamental. "Si te dice que el cambio no le baja rápido, lo conectás a la computadora y lo corregís porque son electrónicos. El corredor puede hacer lo que quiera con la bicicleta. El objetivo es lograr que sean uno solo", advierte el español, que lleva 37 años en el rubro.
Los puestos de cada equipo parecen idénticos a la vista, pero es en los detalles donde surgen los contrastes. Frente al box de Tinkoff, Rubén Morán ajusta el manillar de una bicicleta del equipo Continental San Luis. "Nosotros tenemos lo básico", admite. Recuerda que en la primera etapa, a contrarreloj, necesitaban un tipo de plato que no tenían y pidieron prestado al equipo Etixx: "Cuando abrió el maletín tenía platos de distintos dientes. Y no tenía dos, sino ocho o diez. Estamos muy lejos".
La convivencia diaria le permite ver los métodos de trabajo de los superprofesionales, un aprendizaje diario para el: "Yo los miro y aprendo algo de ellos todos los días. Son los maestros".
Los todo terreno
Hace de todo. Masajes, tratamiento de lesiones, alimentación e hidratación. Trabaja antes, durante y después de la carrera. Su función se decanta en una palabra, que en la jerga del ciclismo internacional se conoce como soigneur (del francés: terapeuta).
"Les damos comida al principio, tratamos las piernas si tienen algo, preparamos las botellas, estamos en las "feedzones" en la carrera, vamos a la meta y preparamos el área de llegada con bebidas. También los llevamos al podio", describe John Evans, soigneur del equipo Tinkoff.
Concluida la etapa, los competidores se sumergen en bañaderas o tachos de hielo para recuperar los músculos y llegar sin tanto dolor al hotel, donde recibirán una sesión de masajes de unos 45 minutos antes de cenar.
"La rutina es tratar de recuperar a los chicos día a día para que estén bien al otro día de la carrera. Sos el primero que te levantás y el último que te acostás para que al otro día no falta nada. Trabajás a full siempre", cuenta a canchallena.com Daniel Godoy, el todo terreno del equipo de San Luis que además de masajear, alimentar e hidratar se encarga del auxilio mecánico.
La habitación hace de consultorio y por momentos comedor. En los estantes sobran cajas de alfajores, galletitas, bebidas energéticas y barras de cereal. "Prefiero darles ropa y no comida porque los ciclistas son de muy buen comer", detalla Daniel, que tiene a su hijo Sergio en el equipo. Un ciclista puede quemar hasta 10.000 calorías en una etapa, por lo que no es de extrañar verlo pegarse una panzada en el buffet.
En equipos de alto nivel que pueden estar integrados por pilotos de varios nacionalidades distintas, saber de idiomas juega un rol fundamental para la armonía del equipo. Por solo citar un caso, Evans habla inglés, francés y un poco de italiano y español. En un Tour de France puede haber hasta cinco de estos asistentes.
Para Arturo Orella, osteópata de los Matanceros (Buenos Aires), tiene que ver con el presupuesto: "Se vienen de Europa con toda la estructura armada y hasta tienen los procedimientos calculados por tiempo, pero nosotros le ponemos el pecho".
Walter González, que trabaja en la Selección de Costa Rica y colabora con los puntanos, lo resume a la perfección: "Somos los que estamos y no se ven. Los corredores hacen un esfuerzo terrible y nosotros estamos para recuperarlos, para entenderlos y que esto continúe".
am/gl
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