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Egan Arley Bernal Gómez, campeón del Giro de Italia y Dios pagano de los colombianos, el ciclista que es idolatrado por encima del fútbol
A los 24 años ganó el Giro y ya había vencido en el Tour de Francia; es el máximo héroe deportivo del pueblo colombiano y un verdadero símbolo de unidad de un país en crisis
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El orgullo infla su pecho. La gloria se le escapa por sus ojos saltones. Los pensamientos se le disparan en sonrisas infinitas al ver la multitud que lo ovaciona en el Duomo de Milán e imaginar los millones que celebran en Colombia. Egan Arley Bernal Gómez, el joven maravilla, lo hizo de nuevo. Su esmirriado físico se volvió gigante. A los 24 años, se consagró campeón de la realización 104 del Giro de Italia y se convirtió en el primer latinoamericano en la historia en lograr la Corsa Rosa y el Tour de Francia, las dos pruebas más importantes del ciclismo mundial. Nadie sabe qué tan grande puede ser su futuro, por lo pronto es el máximo héroe deportivo del pueblo colombiano y un verdadero símbolo de unidad.
El joven nacido en Zipaquirá, a 30 kilómetros de Bogotá, hizo honor a la pintoresca geografía de la botica itálica, cincelada para los ciclistas escaladores. Hizo que la maglia rosa luciera segura en su diminuta figura, la cual pareció agigantarse entre las montañas nevadas de la cortina D’Ampezzo, la Cima Coppi y el Monte Zoncolan. Y su consagración no fue ninguna casualidad. Como tampoco lo fue que comenzó a revalidar su candidatura en la Corsa Rosa en Campo Felice, la primera etapa de montaña, justo al mismo tiempo que el belga Remco Evenepoel, otro de los candidatos, arrancó a despedirse de sus chances.
A Bernal no le pesó la chapa de candidato. Ni tampoco se dejó amedrentar por los pergaminos del brítanico Simon Yate, el único de los favoritos que le presentó lucha a lo largo de las 21 etapas. Totalmente recuperado de los dolores en la espalda que pusieron en jaque su debut en la ronda italiana, logró con total autoridad la segunda grande de su carrera deportiva (en 2019 ganó el Tour de Francia) y se convirtió en el segundo pedalista nacido en tierras cafeteras que gana el Senza Fine, luego de la consagración de Nairo Quintana en 2014.
El regular andar del colombiano estuvo bien respaldado por los demás integrantes del Ineos. A diferencia del éxito de Tao Geoghegan Hart, en la pasada edición del Giro, la estrategia del equipo inglés no sufrió contratiempos ni necesitó de improvisaciones. Todo estuvo al servicio del talento del jefe de filas, que contó con dos gregarios de lujos: el español Jonathan Castroviejo y el colombiano Daniel Martínez. Fueron ellos quienes se encargaron de mantenerlo a rueda en el Monte Zoncolan, cuando el británico Simon Yates amenazó con quitarle la maglia Rosa. También fueron ellos los que lo llevaron al pie del Alpe Motta para sepultar ilusiones del italiano Caruso.
Egan Arley Bernal Gómez, al que llaman el Niño Maravilla, es un ciclista de instinto, de inspiración. Un escalador hecho y derecho para las grandes vueltas. De pequeño, prefería el mountain bike, considerado un deporte de riesgo con circuitos naturales, cuestas empinadas y descensos rápidos. A los 19 años lo atrapó la ruta y emigró a Italia seducido por una oferta del empresario y cazatalentos Gianni Savio, dueño del equipo Androni Giocattoli, fiel participante de la tradicional Vuelta a San Juan. Fue, justamente, en esta provincia argentina donde forjó los primeros éxitos de carrera, en 2017. Luego, su ascensión al estrellato fue meteórica.
🇮🇹#Giro ¡INOLVIDABLE! 💗 La entrada triunfal de Egan Bernal🇨🇴 (IGD) a Milán, conquistando su primer Giro de Italia. #Giro104 pic.twitter.com/EaJjKnC9KD
— Ciclismo Internacional (@CiclismoInter) May 30, 2021
La Diosa Artemisa seguramente estará celosa de Egan y su dominio de la montaña. Incluso, cuando las condiciones climáticas no fueron las mejores. La lluvia fue aliada en el descenso Spluga, no castigó su calma. Siguió el camino de la lógica aplastante, ante su rueda aparecieron rivales a los que noqueó uno a uno antes de confirmar la Corsa Rosa en la contrarreloj de 30 kilómetros de este domingo que ganó Filipo Ganna, en el Duomo de Milán. Poco pudo hacer el italiano Damiano Caruso, que terminó segundo en la general, a 1m 29″, y el británico Simon Yates, el tercero a 6m40″.
La grandeza de Bernal es proporcional a la pasión que despierta el ciclismo en los colombianos. Si la consagración en el Tour de Francia 2019 lo elevó a la categoría de máximo ídolo deportivo de su historia, la conquista del presente Giro lo transformó en un nuevo Dios pagano del deporte latinoamericano.
Es tanta la fuerza, la calidad y su enraizamiento en la cultura popular de su ciclismo, que Colombia es el primer país del mundo en el que el fútbol pena para competir en popularidad con él. Incluso, en las últimas semanas, muchos hinchas pedían que el fútbol colombiano necesitaba de la actitud que ponía Bernal en el ciclismo. En medio de la violencia y brutalidad policial-militar que azota al país cafetero, Egan demostró en Italia que el ciclismo colombiano no tiene fronteras ni límites y que la unidad de su pueblo es posible gracias al rugir de los pedales y el tintineo de las cadenas. El Senza Fine que, ahora, tiene sus manos es la mejor postal.
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