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Central no pudo darlo vuelta
Empató sin goles con Santos, que así se llevó el trofeo para Brasil.
ROSARIO.- No fue. No pudo ser. Central preparó una fiesta impresionante. Cautivó con sus banderas, con sus cánticos, con sus bengalas. Pero festejó Santos, 29 años después de su último logro internacional. No alcanzaron los gritos que partían desde el alma, desde el corazón. Central no pudo ganarle al equipo que se hizo grande con Pelé y resignó la posibilidad de ganar su segunda Copa Conmebol.
Terminó 0 a 0 esta segunda final y, en consecuencia, se consagró Santos, que había vencido por 1 a 0 en el primer encuentro. En 1969, el conjunto brasileño se había adjudicado el torneo que reunía a los campeones de la Copa Europeo- Sudamericana. Y desde entonces no había podido alzar ningún otro trofeo internacional. En Rosario le dio un vuelco a su historia.
Desde las tribunas bajaba un "vamos Central" conmovedor. La piel se erizaba, los nervios crecían. Poca tranquilidad. Era como ir, chocar y volver a empezar. Rosario atacaba con todo, pero no podía con sus limitaciones.
Sin los suspendidos Carracedo, Scotto y Bustos Montoya, había tenido que echar mano hasta de un Maceratessi que desde hacía 10 meses no convertía. Y puso el corazón. Puso todo. No pudo.
Los chicos de Central exhibieron todo su orgullo. Los más experimentados de Santos opusieron una solvencia inquebrantable desde el veterano Zetti hasta el capitán Narciso.
Hubo excesos, como lamentablemente se esperaba (dos expulsados, ocho amonestados y juego al límite). El clima denso que bajaba desde las tribunas había preparado un ambiente belicoso que los jugadores rara vez consiguieron esquivar. Si hasta el más experimentado de los muchachos de Bauza (Daniele) se tuvo que ir de la cancha por una tontería (le pegó un manotazo a Narciso).
Y así, el cóctel entre los nervios de una final y la desesperación que bajaba desde las tribunas provocó la frustración de una copa que se escapó. Santos se defendió bien, Central no pudo entrarle y la Conmebol se quedó en Brasil (el último campeón fue el Atlético Mineiro) sin derecho al pataleo.
Central no escondió sus ganas. Jugó como pudo y la despedida a todo volumen lo deja en evidencia. No ganó, es cierto, y no pudo conseguir la Conmebol -la había conquistado en 1995- por segunda vez en su historia. Dejó el alma. No pudo ser. No hay reproche que valga.
La fiesta que no pudo ser
Por incidentes, el partido comenzó con retraso.
ROSARIO.- Lo que había comenzado con los preparativos propios de una gran fiesta terminó con la retirada amarga de los 46.000 hinchas de Rosario Central que colmaron el estadio de Arroyito. Luego de noventa minutos de sufrimiento por un gol que nunca llegó, fue el momento de la frustración, de la impotencia por un título que no se pudo dar. El reencuentro con la Copa ganada en 1995 definitivamente quedaba de lado.
El silencio y una imagen casi pétrea de las tribunas rubricaron un escenario con el que nadie quiso pensar antes del partido. Los hinchas, que habían conmovido a la ciudad en las horas previas, con una llegada a la cancha envuelta en cantos y banderas al viento, no encontraban respuestas. No había ganas de hablar, y a muchos les fue imposible contener las lágrimas.
Todo estaba preparado para los festejos, y el empate sin goles dejó a un costado la euforia.
Desórdenes antes del comienzo
Pero antes de que la desazón canalla se adueñara de la noche, las peores previsiones, las que aludían a un partido cargado de tensión y complicaciones, tuvieron un lamentable correlato en varios incidentes.
Cuando el plantel de Santos llegó al estadio, lo recibió una lluvia de objetos arrojados desde una tribuna por los hinchas rosarinos.
La policía disparó balas de goma al aire, y los brasileños, ante los incidentes, se refugiaron en el vestuario y amagaron con no jugar.
Nicolás Leoz, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, les contestó que el partido debía disputarse sí o sí.
Media hora antes del comienzo del cotejo, uno de los veinte intimidantes custodios que trajo el plantel de Santos se acercó a una de las tribunas y comenzó a hacer gestos provocativos. Le contestaron con proyectiles, que fue acumulando en sus bolsillos hasta que la policía hizo que él y sus compañeros se retiraran del campo de juego para no provocar más a los descontrolados simpatizantes locales. Todo esto demoró el comienzo de la final en 35 minutos. Ni el empate y la frustración posteriores pudieron dejar en el olvido el bochorno del comienzo.
Edgardo Bauza: "Es una desilusión"
ROSARIO (De un enviado especial).- "Es una desilusión, no puedo creer que el título sea para Santos. Sólo puedo decir que estoy orgulloso de este plantel", dijo, en voz muy baja, el técnico Edgardo Bauza, tras la igualdad que dejó a Central con las manos vacías.
- Cuando la delegación de Santos llegó a esta ciudad empezaron los inconvenientes. En el aeropuerto, el técnico Emerson Leao reaccionó en forma desubicada ante un periodista local que se acercó para hacerle una nota. Muchos recordaron, entonces, que Leao había sido agredido en la anterior final de este certamen, el año último, cuando dirigía a Atlético Mineiro, en la cancha de Lanús.
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