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Celia Tejerina: la windsurfista que quiere confirmar el salto de Río a Tokio y practica el yoga más exigente
La mendocina se propone figurar en el Top 15 en la clase RS.X de los Juegos Olímpicos; comenzó esta disciplina como una distracción familiar de fin de semana y ahora intenta luchar entre las mejores
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Su aventura comenzó a los 14 años como un programa familiar, pero fueron sus condiciones y entusiasmo los que terminaron de convertir al windsurf en su actividad full time. La de Cecilia Tejerina es una historia corta e intensa. Llena de logros, aprendizajes y amistades. Dos Juegos Panamericanos, medallas sudamericanas y dos citas olímpicas, gracias a su aterrizaje ahora en Tokio 2020. Vivió desafíos atrapantes, que la exprimieron al máximo, pero la demanda de exigencias la llevaron a frenar luego de un tiempo. Tomó el mazo, mezcló y volvió a repartir. Entendió que para poder rendir debía estar convencida y enfocada. Así fue como Tejerina volvió a navegar. El windsurf es su pasión, y entre olas, viajes y montañas, encuentra el disfrute para mejorar y avanzar.
“Mis papás son andinistas, nada que ver con el agua, pero sí de la naturaleza. Empecé como un programa familiar de ir a navegar los fines de semana por Potrerillos (Mendoza) y de disfrutar del dique, estar en familia. En ese momento justo comenzaba un programa de desarrollo nacional de cara a los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2010 y entraba allí por la edad y ahí empezaron mis primeros pasos. No sabía ni levantar una vela y estaba ahí, fue un proceso bastante intenso y rápido. No me clasifiqué pero fui al Mundial y quedé en la selección juvenil. Todo de golpe”, relata a LA NACION, Tejerina de 27 años.
“Cuando pasé a la selección mayores fue muy exigente y dejé la actividad por un tiempo. Después de pensar y cargar energías me propuse volver para clasificarme a los Juegos Panamericanos Toronto 2015. Me puse a entrenar para poder cumplir con mis objetivos, había mucho trabajo por hacer y lo fui alcanzando”, añade, quien destaca el respeto por el trabajo, la constancia y la perseverancia como cualidades esenciales en su carrera.
La clase RS.X en los Juegos Olímpicos es la que se conoce regularmente como windsurf. Que seguirá siendo olímpico en París, pero con Foil y, concretamente, el modelo IFoil. Así, se sumará al Kite, que en su modalidad mixta también estará en los Juegos franceses. En Tokio 2020, los representantes argentinos son Francisco Saubidet en masculino y Tejerina en la rama femenina. Ambos lograron su clasificación en el Sudamericano de Mar del Plata en febrero de 2020, al ganar la medalla de oro. Para Saubidet será su primera cita olímpica de mayores (fue medalla de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud Nanjing 2014), mientras que para Tejerina será su segunda experiencia luego de terminar 21º en Río 2016.
“Mi objetivo en Tokio es dar mi mejor versión y disfrutarlo. En mis primeros Juegos, si bien buscaba un poco menos los resultados que ahora, siempre una creo que se presiona mucho, me pasó eso en los Juegos Panamericanos. Pero, ahora voy con el objetivo de disfrutar de la experiencia y con la situación actual no es poca cosa. Si bien, siempre los Juegos son un gran evento y muy importantes, con este contexto se valora mucho más. Numéricamente busco quedar dentro de las 15 mejores, creo que si consigo figurar en ese lote va a ser un buen resultado y voy a poder plasmar todo el trabajo que hice. En este contexto y en este tiempo”, explica la mendocina, que tiene como entrenador a Raúl Saubidet (padre de Francisco, su compañero de equipo).
La mendocina fue medalla de plata en los Juegos Panamericanos Lima 2019 y terminó cuarta en Toronto 2015. “Trabajé un montón para llegar a Lima y siento que lo que más cambió en mí fue la parte de disfrutar de los Juegos, confiar en el trabajo que hice y en el trabajo mental. Ese cambio de Toronto a Lima, que se vio con la medalla de plata, apunto ahora a hacerlo con Río y Tokio. No creo llegar a una medalla, pero sí en la sensación de poder navegar, disfrutarlo y saber que di todo lo mejor de mí y que eso trajo buenos resultados”, cuenta Tejerina cuya competencia comienza, en el puerto de Enoshima el lunes 26 (el sábado serán las finales).
Paralelamente con los entrenamientos habituales complementó el acondicionamiento físico con el Ashtanga Yoga, una de las modalidades más exigentes y más centradas en el plano espiritual y la relación cuerpo-mente, pero también uno de los más interesantes para quienes se inclinan para una opción dinámica. A ella le cayó justo durante la inactividad.
-¿Cómo pasaste la cuarentena y el aislamiento con el objetivo de Tokio 2020 siempre latente?
-La pandemia me vino muy bien. Venía de muchos viajes, entrenamientos, me cayó justo para bajar y estar en casa. Para volver a motivarme, junto con la práctica del Ashatanga Yoga, una gran herramienta mientras estuve en casa. También, siento que me pasó esa sensación de que los Juegos no se iban a hacer, estuvieron cerca de la cancelación, y eso internamente me demostró las ganas que tenía de ir, así que sin dudas eso sumó. Pero también, los años navegando y el crecimiento personal sumaron.
-Son tus segundos Juegos Olímpicos, ¿en qué sentís que cambiaste o mejoraste en tu preparación y performance?
-Pasaron cinco años y mejoré mucho, mucho, mucho. Mi campaña para Río fue mucho más intensa pero corta, entonces por ahí me faltó toda una parte de madurez de encontrarme con mi equipo. Hoy siento que estoy mucho mejor en ese aspecto. Y, lo que siento que va a ser mi fortaleza comparando con Río, será la parte mental. Trabajé mucho ese aspecto, llego más madura, que va de la mano con el disfrute, en confiar en todo el trabajo realizado. Que si bien no fue el óptimo, dada la situación mundial, hicimos todo lo posible con lo que teníamos al alcance. Pretendo un cambio que planeo llevarlo a la práctica y que me sirva.
Su preparación de cara a Tokio tuvo un gran déficit: careció de competencias. Recién volvió a competir en junio de este año en la Allianz Regatta que se disputó en Medemblik, Holanda, y que forma parte del circuito de la World Cup Series. Allí finalizó sexta en la Medal Race, luego de más de un año sin competencia y a un mes de la cita.
“Estos últimos meses de cara a los Juegos me entrené mucho en Buenos Aires. Viajaba todos los meses y estábamos en busca de poder competir. Por suerte, pudimos viajar en junio, pero nos llevó un tiempo. Teníamos expectativas de viajar en febrero, después en abril y por distintas situaciones por el Covid nos lo fueron impidiendo y hasta que se dio. Hacía dos años que no corría, así que fue re importante para mí volver a competir, volver a navegar con otras chicas”, describe Tejerina, y añade: “Fueron sentimientos encontrados con la vuelta a la competencia. Hubo muchas cosas en juego. Había cosas que se hicieron difíciles de entrenar cuando uno está solo, otras que no sentí que me costaron tanto, en la regata así que por ese lado bien. Pero por otro, fue como enfrentarme a chicas con un altísimo nivel, fue ponerme a ese nivel y ver dónde estoy.”
-¿Quiénes son las candidatas a quedar en el podio? ¿Qué esperás a nivel deportivo?
-Hay un Top seis que va a estar muy peleado y parejo. Va a depender del viento. La holandesa Lilian De Geus, la corredora de Italia Marta Maggetti, la israelí Katy Spychakov, la francesa Charline Picon (medalla oro Río 2016), la polaca Zofia Noceti-Klepacka (bronce en Londres) y la inglesa Emma Wilson son las líderes. Igual, toda esta nueva circunstancia por la pandemia hizo que la flota se dividiera un poco y no estuviéramos todas juntas compitiendo. Hay muchas chicas que no las veo desde 2019 y no compito, así que va a ser una sorpresa. Es un escenario bastante inusual. Además, en el yachting cuando faltan dos meses para el comienzo, todas las delegaciones se instalan en el lugar y eso esta vez no pasó. Es algo diferente y hay que ver cómo nos afecta a todos. Japón lo conozco del Mundial 2017. Es una cancha bastante complicada y depende mucho del clima. Requiere mucha técnica y estrategia de carrera, hubiese estado buenísimo poder viajar antes, así que ese hecho creo que va a equiparar un poco a todos.
-A punto de debutar en tus segundos Juegos Olímpicos, ¿qué significa ser una deportista olímpica?
-Es ser un ejemplo, una referente. En mi caso, me gusta ser una referente de la perseverancia, de la disciplina en cuanto a las cosas que nos hacen hacer para llegar a nuestro objetivo, como levantarte temprano, el descanso, una nutrición acorde. Pero, sobre todo, el hecho de estar bien acompañado. Y para eso, una tiene que dar cariño y dejarse recibir. Entre viajes y concentraciones se hace difícil coordinar y compartir con la familia, los amigos, pero creo que disfrutándolo, con pasión y motivación que uno lo hace, los que más nos quieren lo entienden y te acompañan. Ser referente de los valores de los Juegos y en lo posible, con humildad y alegría.
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