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Carlos Luna: la emotiva historia del jugador que vive con leucemia y toma 40 pastillas por semana
El ecuatoriano contó a LA NACION su duro recorrido para restablecer su estado de salud: “Estoy contento de tener un día más de vida”
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Partido de la primera ronda del Mendoza Premier Padel: el ecuatoriano Carlos Luna, pierde 6-2 y 6-1 en menos de una hora. “No te voy a vender humo”, le confiaría luego a LA NACION, “No me entreno nunca”. Pero ahora está aún en la cancha: acaba de equivocarse en el último punto, sabe que sus rivales estuvieron varios pasos por arriba de él. Se acerca a la red, los felicita y les desea lo mejor en el resto del torneo. Aunque por dentro no se engaña, sabe que hoy nadie ganó más que él. “Estoy contento de tener un día más de vida”, asegura. Ya hace dos años y medio que tendría que estar muerto. O al menos eso aseguran sus médicos. Vive con leucemia y toma 40 pastillas por semana. “Cuando desperté del coma, aún no podía ni levantarme de la cama, pero le pedía un partido de pádel más a Dios”.
Todo empezó en Londres, el 28 de diciembre del 2019. Carlos caminaba tranquilo por la calle, pero de repente se desmaya. Cae en coma. Se despierta un par de días después y, cuando recupera el entendimiento, el médico lo encara directo: “Tenés un grado muy avanzado de leucemia, calculamos que te quedan 10 semanas de vida”.
“Era desesperante, estaba en un hospital, con quimio”, recuerda Carlos, “En esa situación no te importa la plata, ¿qué hacés si te dicen que te queda un mes? ¿a quién le decís te amo, a quién le pedís perdón? Y mientras conectado a una máquina”. Cuando, débilmente, se pudo levantar, decidió que no debía seguir en Londres. Él había nacido en Ecuador. Había vivido solo dos años allí, pero la consideraba su tierra. “Decidí que quería morir ahí”.
Volvió a Ecuador, pero no murió. Empezó con pequeños pasos, intentó agarrar nuevamente una paleta de pádel. “Creeme que no podía, se me caía de la mano”, afirma mientras avanza el relato de su vida a todo ritmo. “Luego cuando pude recuperar algo de fuerza y entrar a la cancha, la verdad, le erraba a la pelotita”.
Continuó reponiéndose, armó una academia de pádel. El deporte creció mucho en Ecuador: antes de la pandemia había 7 canchas, hoy superan las 100. Carlos tiene más de 60 alumnos a su cargo. “Antes de sufrir el coma vivía equivocado… tenía metas económicas, eso era lo más importante para mí. Ahora me di cuenta, en mi vida, que poco me importa el dinero”.
Tuvo altibajos pero se fue recuperando. “Entrenarme no puedo, donde me cargo mucho me desgarro por tantas quimios”, explica quien hoy es mejor jugador de Ecuador. Pero a pesar de su nivel nacional, nunca había podido jugar un cuadro principal de un circuito mundial. En Mendoza logró superar la clasificación y convertirse en el primer ecuatoriano en acceder a competir contra los mejores del mundo.
“Miraba la tele y me imaginaba alguna vez jugando un cuadro principal, lo más importante para mí era poner la bandera de Ecuador en ese lugar, que ahí estuviera mi país”, relata Carlos entusiasmado. Ya con el sueño consumado, cuenta que bromeaba con sus amigos sobre su camino hasta la final: “Después del primer partido me tocan los número 10 del mundo, luego voy contra los 5, en cuartos le tengo que ganar a los 4 y ya en la semi se me complica porque enfrento a los número 1″.
Perdió en primera ronda, pero ganó afuera de la cancha. “Me sorprendió la respuesta de la gente con el partido que jugué, cómo estaban pendientes. Sé que había 50 chicos de la academia mirando. Uno de esos va salir bueno y va querer ganar el partido que yo no pude ganar. Ser el primer ecuatoriano en ganar en un cuadro”.
La Fundación que creó
Carlos Luna creó la Fundación Padel vs Cáncer. “Los jugadores me regalan cosas para subastar”, cuenta Luna. Luego va a los clubes y dice: “tengo la camiseta de “Sanyo” Gutiérrez, ¿quién da 200 dólares?”. A veces es una pelota firmada, otras veces un gorro. “La gente sabe que son genuinas, que yo las consigo”, asegura Carlos. Con eso plata les pagan tratamientos de quimioterapia a personas que no pueden costearlos. “Es mágico lo que lográs, con esa plata le estás dando más vida. Y en realidad… uno muere cuando no te recuerdan, por eso hay que dejar algo”.
Luego de esa primera caída a finales del 2019, Carlos volvió a tener otro recrudecimiento de la enfermedad. Nuevamente en coma. Otra vez el diagnóstico de los médicos fue el peor. En algún momento hasta él mismo lo creyó, llegó a grabarles, con la poca voz que le quedaba, un video de despedida a su familia. “Pero se equivocaron dos veces los médicos, y se van a equivocar una tercera vez más. Porque yo me voy a morir algún día, como todo el mundo, pero no de cáncer. Ellos no me creían cuando yo les decía que volvería a jugar”.
Hoy está jugando. No sabe exactamente por cuánto tiempo. “Mi meta hoy es vivir lo más lejos posible”. Pero más allá del día a día, tiene un sueño: “Quiero que Ecuador gane una serie del Mundial de Qatar”. Ese certamen se disputará del 31 de octubre al 5 noviembre, Carlos quiere estar ahí, para seguir haciendo historia, para seguir viviendo. “Es que las ganas de vivir que tengo les dicen a mis células que luchen, que no nos van a ganar. Sí la mente es lo más fuerte, para bien o para mal, te podés suicidar o le podés ganar a la enfermedad”.
En la despedida, sorprende con un pensamiento: “Lo mejor que me ha pasado en la vida es el cáncer, nunca fui tan feliz por pequeñas cosas… darme una ducha sin ayuda de nadie, comer, caminar solo, no son cosas simples… sos un pelotudo cuando pensás que son simples. Me di cuenta cuando no las pude hacer. Cada día me despierto, me toco los brazos, no están conectados a una vía y soy feliz.“ Y deja una reflexión para sí mismo: ¿Cada día pienso, qué hice hoy para vivir? Al final ¿cómo podemos saber cuánto nos queda? ¿Quién lo sabe?”. Carlos Luna tiene 33 años.
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