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Capitanes clásicos: ¿una cinta que da prestigio o una mochila que suma responsabilidad?
En la antesala de Independiente-Boca y River-Racing, con los problemas que tiene Diego Dabove en San Lorenzo, un análisis de los protagonistas que tienen ese rol en los clubes más grandes del fútbol argentino
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La cinta de capitán siempre tuvo un valor extra. No se remitía a cumplir con el sorteo antes del partido para saber quién saca del medio o de qué lado arrancan jugando, acto simbolizado con esa foto con la terna arbitral que nunca sale publicada. Para los entrenadores, porque se trataba de esa designación adicional que no sólo contara con un efecto positivo dentro de sus compañeros, sino (al mismo tiempo) de ser los directores técnicos dentro de la cancha, los pies ejecutores de muchas de las decisiones que pueden encontrarse en el ADN de los DT. Si los capitanes saben qué pide hacer cada acción en función de tales circunstancias, es un partido invisible ganado para que todo el equipo se encolumne detrás de ese objetivo. Y para los jugadores mismos, siempre fue esa persona (por lo general experimentada) con quien apoyarse desde el diálogo o los consejos para afrontar determinadas situaciones contracturales, dirigenciales o hasta de discrepancias con el entrenador.
Pero a veces, esa cinta que puede sumar prestigio, para algunos puede ser también un efecto marketinero o estético (como pudo pasar con Fabián Cubero, en la última etapa en Vélez, donde aparecía con un diseño nuevo cada partido o con colores fuera de los convencionales) y también puede ser una mochila extra de responsabilidad. Encima, se sabe, en tiempos en los que el fútbol es una olla a presión, no debería sorprenderle la estadística a nadie. Son más los futbolistas que prefieren evitar ser capitán, que los que les gusta afrontar el compromiso. Así como Franco Soldano, siendo 9, prefirió no patear el penal para Boca ante Defensores de Belgrano, muchos otros elegirían no portar la cinta. Y esto tampoco tiene nada de malo. No todos están preparados para asumir ese rol.
Sí es cierto que los entrenadores están obligados a testear, lo antes posible, ese rango de personalidades y características que tienen en los planteles para –muy rápidamente- darse cuenta quiénes serían los posibles referentes. Y muchas veces se confunde la personalidad o si son jugadores aguerridos, que juegan con el cuchillo entre los dientes, eso solo no los valida para ser capitanes. Un futbolista puede ser el mejor recuperador de la historia o el más tenaz para los duelos individuales, pero sino tiene un efecto contagio o incidencia positiva en sus compañeros…
El gol de Tevez a Gimnasia que valió un título
Este domingo se jugarán dos clásicos: River-Racing e Independiente-Boca. Y a partir de lo que se vivió en la Bombonera la fecha pasada (el cachetazo de Fabra a Izquierdoz), invita a un análisis del grupo de capitanes que conforman los protagonistas de esos encuentros, más los que tiene Diego Dabove en San Lorenzo. Porque -ya de por sí- fue extraño lo que se vivió entre los jugadores de Miguel Angel Russo ante Talleres, pero más todavía si el que recibió el cachetazo fue uno de los capitanes. ¿Es normal? ¿Es lógico? ¿Son cosas que quedan en la cancha? No. Entonces, ¿cuántos responden activamente a su función? ¿Cuántos logran sostenerlo con rendimientos y actitudes que estén acordes a las expectativas que sus propios compañeros y el cuerpo técnico depositan en ellos?
La particularidad, el patrón inicial que aparece en el rastrillaje, es que salvo Carlos Tevez, ninguno de los capitanes es de las inferiores. Y el mismo 10 xeneize tuvo un inicio en All Boys antes de recalar en Casa Amarilla. Quizás influye la velocidad con la que se mueve el fútbol en proyecciones y ventas, pero este factor también incide en que no todos los capitanes logren una gran identificación con los hinchas o sepan desempeñar, con lujo de detalles, cuando se les pide intervenir, ya sea con una indicación táctica en pleno partido o para armar una reunión de todo el plantel por “x” motivo.
Los capitanes que eligió Miguel Angel Russo cuando llegó a Boca fueron Tevez, Izquierdoz y Emmanuel Mas. A los 37 años, Tevez no sólo es referencia por los 11 títulos que ganó con la camiseta xeneize, sino porque –además- resultó decisivo para las últimas vueltas olímpicas locales. En el sprint final de las últimas 7 fechas no bien llegó Russo, incluido el gol a Gimnasia en la última jornada, y también en la Copa Diego Maradona. O vale, como último ejemplo y aún jugando al 50% por una lesión en el tobillo, lo importante que fue en el clásico con River (1-1).
Izquierdoz (32 años) parece hacer equilibrio... Tiene buenos rendimientos, con regularidad, pero puertas adentro muchos compañeros pensaron que, cuando se dio el conflicto con Pol Fernández, debió haber actuado de otra forma. “Pol es un jugador importante, aporta mucho en la ofensiva, en la defensiva también. Pero bueno, hoy no contamos con él y tenemos que tratar de suplirlo. Nosotros somos jugadores, yo te puedo decir que es un excelente compañero, un fenómeno como jugador, pero después hay una directiva que toma decisiones y nosotros estamos para acatarlas”, dijo el 23 de noviembre de 2020, y agregó: “Son decisiones... (utilizó una frase muletilla de su DT) El club defenderá sus intereses y el jugador los suyos. Nosotros no somos nadie para defender a nadie. Como jugador, tengo que preocuparme de generar el mejor ambiente dentro del grupo y luego nos excede. No tiene sentido que nos preocupemos en demasía”.
Y cuando le preguntaron ese mismo día por la situación de Julio Buffarini, quien finaliza su contrato el 30 de junio próximo y no ha acordado su continuidad, aseguró: “Son temas a resolver entre ellos, nosotros no nos podemos meter porque cada uno defiende su postura. No sabemos qué cosas hay de fondo”.
Izquierdoz le recriminó una jugada previa y Fabra le dio el cachetazo en pleno partido ante Talleres. Aunque el central tuvo la lucidez para públicamente no reaccionar ni seguir la pelea, Jorge Ribolzi –un histórico referente de Boca- opinó al día siguiente: “Hay que hablar, lo que pasó con Izquierdoz y Fabra son cosas que suceden, pero en otro lugar. Es inadmisible que pase dentro de la cancha. Si soy Izquierdoz, desde el túnel al vestuario lo voy agarrando a trompadas a Fabra. Pero no en la cancha como sucedió”.
Emmanuel Mas (32 años) es un jugador querido en el plantel y el cuerpo técnico: aunque no le toca jugar seguido, trata de sumar desde otro lugar. De todas formas, salvo que renueve su contrato, el lateral izquierdo se irá de Boca en junio.
Racing, después de Licha López
En Racing, se sabía, no iba a ser sencillo llenar el vacío que dejaba la salida de Lisandro López. Pero, con la llegada de Juan Antonio Pizzi, la capitanía fue variando. Comenzó siendo Iván Pillud (34 años) pero luego el lateral derecho perdió el puesto y la cinta quedó en manos del arquero Gabriel Arias (el principal, con 33) y Leonardo Sigali (33). Mauricio Martínez (28) fue el capitán ante Sportivo Belgrano, por la Copa Argentina. Darío Cvitanich (36), por perfil, experiencia y ascendencia en el grupo, estaría en condiciones de cumplir ese rol, pero no está entre las preferencias futbolísticas del DT.
Julio César Falcioni buscó rearmar a Independiente de atrás para adelante, aunque le mantuvo la cinta a Silvio Romero (32) y el otro Romero (Lucas, de 26) aparece como subcapitán. Pero la decisión fue una continuidad que también llegó con una exigencia. El técnico sabe que la capitanía no es un rol más. De hecho, ahora se lamenta por haber perdido a Silvio Romero (32 años) por Covid-19. Su primer capitán no podrá estar ante Boca.
Pero cuando asumió, hizo un trabajo especial con el N° 9 desde lo físico y mental, para que el propio Romero no responda sólo desde la personalidad y los goles, sino también potencie sus niveles individuales. En su caso, el DT no le dio privilegios a Romero, sino que le dio la responsabilidad para que, como líder, sea el primer en estar diez puntos físicamente, en un equipo que, entre todos, iban a tener que correr mucho para recuperar la solidez defensiva y también atacar con velocidad y transiciones rápidas.
“Silvio Romero va a seguir siendo el capitán. Vamos a ayudarlo para que esté bien físicamente. Es un jugador que ha tenido buenos rendimientos y creemos que puede dar aún más. Estuve hablando bastante con él y compartimos pensamientos. La idea es que esté de la mejor manera en cuanto a lo físico, mental y deportivo para que pueda rendir al máximo. Esa fue nuestra propuesta para el bien del equipo. Ahora todo depende de él”, dijo Falcioni cuando asumió, a fines de enero. Y lo comprometió: “Ahora todo depende de él”.
Uno de sus refuerzos, Juan Manuel Insaurralde, por experiencia y rol (36 años), también podría estar en ese grupo; lo mismo que Fabricio Bustos (24), por identificación y permanencia en Independiente. Falcioni heredó un plantel dirigido por un Lucas Pusineri que varió muchísimas veces al capitán. ¿Los capitanes de Pusineri? Silvio Romero, Alan Franco (que acaba de emigrar a la MLS), Pablo Hernández, Milton Alvarez (en un equipo de suplentes) y Sebastián Sosa. Y en el partido de ida ante Lanús, por la Copa Sudamericana, la cinta la llevó Lucas Romero.
Diego Dabove la pasa mal en San Lorenzo. Más allá de un arranque con un par de resultados positivos, el entrenador cambia de nombres y de esquemas, pega volantazos. Le cuesta afirmarse en una determinada idea al margen de que después el equipo pueda ganar o perder. Su tridente de capitanes es Diego Torito Rodríguez (31 años, el mismo que llevaba la cinta en la gestión de Mariano Soso), Diego Braghieri (con 34, un refuerzo que trajo Dabove) y Juan Ramírez (el volante ofensivo de 27 años que juega siempre, pero que ante Defensa y Justicia reemplazó en el entretiempo porque no le cumplía una orden táctica).
Pero más allá de que no se logra un rendimiento, llamó la atención una declaración de Braghieri tras la derrota con Central Córdoba (0-4), en el Nuevo Gasómetro, por la 3° fecha de la Copa de la Liga 2021: “Estamos mal, tenemos que cambiar el camino. No podemos ir por esta senda. No se ve un equipo, una idea. Tenemos que cambiar el chip urgente. Todavía estamos a tiempo. Pero hay que empezar a ver la jerarquía del plantel. No salió nada, todo al revés. Llegaron cinco veces, marcaron cuatro goles. Estoy caliente por mi error en la última jugada, por los goles. Hay que tratar de dar vuelta la página y corregir. Esto no puede pasar más”. Si bien el defensor hizo autocrítica y se incluyó por el error en un gol, seguro Dabove no se puso contento cuando escuchó: “No se ve un equipo, una idea”. Porque, de última, es un ciclo que llevaba 4 partidos y él (como Dabove) acababan de llegar…
Dabove tiene problemas para manejar la situación de los Romero (Angel y Oscar), pero tampoco tiene puntos de apoyo en otros futbolistas que sí son bien vistos dentro del vestuario de San Lorenzo. Cambió de nombres (hasta el arquero) y de sistemas, pero casi nadie le marca la diferencia en los partidos y le cuesta arrancar. Y eso le hace más inestable el contexto.
Montiel, ¿el cuarto capitán de River?
El que tiene el vestuario más ordenado (en ese sentido también) es Marcelo Gallardo. Los capitanes son Javier Pinola (38), Franco Armani (34) y Leonardo Ponzio (39). Ante la lesión del zaguero central, tomó la cinta el arquero. ¿Qué otro futbolista del actual plantel podría ser capitán? El recién llegado Jonatan Maidana (35), pero –sobre todo- Montiel, pese a que apenas tiene 24 años. Montiel es un producto made in River de Gallardo. Surgido de las inferiores, demostró una evolución permanente desde lo futbolístico no sólo para adaptarse a un puesto nuevo, sino para transformarse en uno de los mejores laterales derechos argentinos. Encima empezó a patear (y convertir) los penales, algo que se había transformado en un karma para River por la cantidad de intentos fallados por sus compañeros.
Y, en cuanto a la personalidad e inteligencia para moverse en un partido, saca un plus. ¿Enzo Pérez? A veces lo traiciona el hincha, pero es otro que reuniría esas características para llevar la cinta millonaria.
River demuestra una unión en el campo de juego, pero también dentro del vestuario. Por eso no llaman la atención los elogios del entrenador a Ponzio, un líder que tiene 39 años y está cerca del retiro, aunque no por eso deja de tener un rol. “Él está disfrutando sus últimos momentos en el fútbol y si está acá es porque se lo ha ganado; si está acá a los 38 años es porque ha hecho méritos, yo no le regalé nada. Todo lo que ha logrado y cada minuto que juega se lo gana él a través de su profesionalismo y su espíritu de competir, sus ganas de estar. Ni la pandemia ni el parate tan largo que hemos tenido lo ha bajoneado. Eso habla bien de él como futbolista y como persona”, lo elogió Gallardo a fines de 2020.
Y agregó: “Cuando no le toca jugar, acompaña y lo hace de buena manera. Cuando hay un chico que sale enojado por un cambio le digo ‘mirá a Ponzio ahí sentado en el banco y te vas a dar cuenta que si salís enojado, tenés que agachar la cabeza y decir “la verdad, si salgo está bien”’. Eso nos da Ponzio y bienvenido sea que haya estado todo este tiempo con nosotros y que tenga chances de jugar, y que cada vez que juega se rompe el lomo para rendir y eso para nosotros es una gran motivación y para los chicos también”.
En todos los clubes ser capitán conlleva una responsabilidad extra. Pero, como sucede en el fútbol, cada acción, cada gesto, repercute más en un grande. Y ni que hablar cuando encima se trata de una fecha de clásicos. Cada jugador sabrá cuán representado se siente con su capitán, lo mismo que cada entrenador. Igual que cada simpatizante que ahora se acostumbró a ver los partidos por TV. Pero, incluso en un fútbol cambiante y lleno de presiones, siguen siendo un reflejo de lo que luego un equipo transmite en la cancha.
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