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El rosarino, que dirige a México y condujo a la Argentina entre 2014 y 2016, asume un compromiso de trascendencia histórica
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El destino quiso que a Gerardo ‘Tata’ Martino le toque esta situación: ser tal vez el mayor verdugo de la selección argentina en un Mundial. Aunque sin haber escogido ese papel. El DT rosarino que dirige a México, que llevó a Paraguay a una histórica actuación en Sudáfrica 2010 y era el elegido para comandar los destinos de la Argentina en Rusia 2018, está en un lugar indeseado. El ‘Tata’, quien dirigió a la Argentina después del ciclo de Alejandro Sabella y que se fue en medio del caos interno generalizado en la AFA luego de la Copa América Centenario en 2016, no completó el ciclo que lo hubiera llevado a sentarse en el banco de una Copa del Mundo hace cuatro años con la selección de su país. Hoy, paradójicamente, la enfrenta. En una situación delicada y difícil en la que todo converge aquí: el fútbol es un juego en el que hay que ganar. Si México se impone el sábado en el partido correspondiente a la segunda fecha del grupo C, la Argentina quedará eliminada de Qatar 2022 y concretará su peor actuación histórica en una Copa del Mundo.
El entrenador, que nació futbolísticamente en Newell’s Old Boys de Rosario y tiene allí el privilegio de haberse convertido en el único hombre de la institución que se consagró campeón como jugador y entrenador, lleva largo rato plasmando experiencia y conocimiento en equipos del mundo, desde sus inicios en la dirección técnica allá por 1998. En 2013, después de sacar a ‘la Lepra’ de la situación apremiante del descenso en el fútbol argentino y llevarla a conseguir el título local, bajó el telón para tomar un breve descanso. La selección de Colombia lo tentó para llevárselo. Él decidió esperar. Allí, surgió otro llamado que no estaba en los planes: Barcelona.
El equipo culé, tras la etapa superexitosa era de Josep Guardiola (2008 a 2012), embanderada en un fútbol total, se quedaba sin el DT de turno, ‘Tito’ Vilanova, quien dejaba su cargo por una enfermedad que luego lo llevó a la muerte. Para ese momento de la temporada, muchos entrenadores ya estaban ocupados. Muchos, menos este hombre que llegaba de Sudamérica a comandar a uno de los mejores equipos del mundo y al que pocos conocían: ‘Tata’ Martino se subió al desafío que arrancó el 26 de julio de 2013 en la ciudad Condal.
El 17 de mayo del año siguiente, anunció su salida tras quedar eliminado en cuartos de final de la Champions, perdido la final del la Copa del Rey y sucumbido en la última fecha de la Liga, quedando en el umbral del título. Aquel promisorio arranque con el título de la Supercopa de España, un invicto prolongado y lleno de goleadas quedaron aplastados por una sucesión de infortunios (lesiones de Lionel Messi, Neymar Jr., Carles Pujol, Gerard Piqué) que apuntalaron su salida. El peso de la historia gloriosa y reciente que había dejado ‘Pep’ era demasiado pesado para cualquiera. Martino lo padeció: “No se puede ser el mejor equipo del mundo todos los días”, rezaba ante tanta crítica. Los aficionados sí querían serlo.
Tras estar en el primer plano y bajo todas las luces de la seductora y también cruel Barcelona, el ‘Tata’ volvió a su lugar de origen para relajarse. De hecho, el cuerpo le estaba pasando factura por esa exposición, por la ansiedad y el estrés que provoca la presión y que hacían estragos en carne propia. Supuso que ver tranquilo el Mundial de Brasil 2014 era una buena idea, siempre la mejor, para un fanático de fútbol como él. Lo que no sabía Martino es que entonces estaba mirando a su próximo equipo: la selección argentina, el sueño de cualquier entrenador nacional. Luego de la final perdida ante Alemania, que volvió a frustrar la tan anhelada consagración, y de considerar que era un ciclo acabado, el DT Alejandro Sabella dio un paso al costado. De nuevo sonó el teléfono del ‘Tata’.
El jueves 14 de agosto fue presentado como entrenador de la Albiceleste. Llegó con esa idea de poder plasmar el fútbol que había desplegado su Newell’s campeón en 2013. Auguraba entonces un gran futuro en la selección en vistas al Mundial de Rusia 2018. Pero volvió a tropezar con la misma piedra, la de asumir tras un ciclo exitoso. Porque la Argentina de Sabella había generado una corriente nueva en ese Mundial, pese a la derrota en la final ante Alemania. Sin embargo, ese mismo equipo cargaba, por oposición, con el peso de la historia y de los “fracasos” deportivos. No se le daba un título importante. La Copa América del Bicentenario, disputada en Estados Unidos y perdida en la final otra vez por penales frente a Chile (había sucedido lo mismo el año anterior) caló hondo.
La selección de Martino no jugaba mal, al contrario. Pero cargaba el peso emocional de esas definiciones perdidas, de la sequía y las expectativas externas. Y cargaba ahora, hacia fines de junio de 2016 con... la renuncia de Lionel Messi, quien daba entonces el portazo, harto de perder finales, cansado de intentarlo. La situación institucional no era la mejor, el desgaste de los futbolistas que venían de muchos años no sumaba y el ‘Tata’, se sentía solo y prácticamente carente del apoyo de la dirigencia. Apenas unos meses después, cuando intentaba armar un equipo competitivo para disputar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, volvió a trastabillar: los clubes se negaban, en su mayoría, a ceder a los futbolistas y desde AFA nadie lo ayudaba. Se fue.
Fue ahí, en el anonimato de su casa y su familia que meditó decisiones hasta agarrar el desafío Atlanta United, en la Mejor League Soccer de Estados Unidos (2017-2018), donde le puso al equipo una impronta a la que poco estaban acostumbrados a ver en un fútbol tan “nuevo” como es el norteamericano. De nuevo celebró. Y volvió a las bases. Hasta que ese mismo año México se fijó en él.
Al ‘Tata’, el sueño de llegar a un Mundial con la selección argentina le quedó trunco, pero no arribó al ‘Tri’ por casualidad. Antes de toda esta historia que se acaba de relatar, Martino tuvo su Copa del Mundo, histórica e inolvidable junto a Paraguay (2007-2011). Con la Albirroja llegó hasta cuartos de final de Sudáfrica 2010, instancia en la que cayó con España por 1 a 0. La Roja fue el campeón. En Paraguay, el ‘Tata’ roza la categoría de prócer.
En México, los primeros tiempos fueron bien dulces: los hinchas, deslumbrados por el planteo de juego, por un invicto que se prolongó por más de 20 partidos, sucumbieron en el enamoramiento. Y como todo enamoramiento, terminó su estadío. Sucesivas caídas ante Estados Unidos fueron demasiado y el combustible justo para alimentar dudas por doquier. Pese a todo, a algún traspié y merma de rendimiento, México llegó al Mundial de Qatar 2022. Dicen por tierras aztecas que con pocas expectativas al inicio. Pero con muchas ahora. Porque la Argentina, favorita en el grupo C que comparte con el Tri, Polonia y Arabia Saudita, dio cuenta de que los papeles a veces se vuelan por los aires y que, pese a su condición de candidata, es vulnerable.
La albiceleste cayó con el conjunto asiático por 2 a 1 y el resultado fue una de las grandes sorpresas del Mundial. México empató con Polonia y se ubica segundo en la tabla, junto a los europeos. Mientras la Argentina es colista en una tabla insólita para los pronósticos, deberán enfrentarse este sábado, desde las 16, en tono de final. Si México gana se asegurará buena parte de su pase a octavos de final y con ello también Martino responderá a las críticas y a la ilusión del pueblo que hoy representa. Pero si lo hace también condenará al suyo, al de origen, que quedará eliminado. Si ello ocurre será la peor decepción futbolística en lo que va de la historia argentina en mundiales.
El DT que debía dirigir a la albiceleste en Rusia 2018 vio trunco ese sueño y hoy, el destino, le arroja este desafío. El ‘Tata’, el que hizo un “Máster” de exposición en Barcelona, pero también el que se inició un día en el humilde Brown de Arrecifes, el que pasó por Platense, Instituto de Córdoba, Libertad y Cerro Porteño de Paraguay, Colón de Santa Fe, otra vez Libertad hasta llegar a su casa de nuevo, Newell’s, está en un lugar incómodo.
El DT que fija el 4-3-3 en la pizarra pero siempre le da licencia a sus futbolistas para moverse y ejecutar, está ante un desafío no elegido. El entrenador que prefiere ese dibujo pero no se ata y que ante todo prioriza la tenencia en los pies con un juego que incluso se inicie en el arquero, vuelve a ser protagonista, preponderante, sin desearlo. Es el fútbol mismo, con la imprevisibilidad en su máxima expresión. Y el ‘Tata’, un conocedor de incomodidades y resistencias en las que siempre da batalla.
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