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Exjugador de Estudiantes y Banfield, Marcelo Carrusca se encuentra radicado en Adelaida desde 2012, donde formó una academia de fútbol al retirarse y analizó, en diálogo con LA NACION, lo que será el encuentro por octavos de final ante la Argentina
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Marcelo Carrusca, uno de los tantos jugadores surgidos de las divisiones inferiores de Estudiantes de La Plata, atiende el teléfono en Adelaida, Australia. De noche en Argentina, de día en Oceanía.
En el año 2012, el “Chelo” decidió armar las valijas y pasar de San Martín de San Juan, el último equipo que lo vio jugar en el país, a una singular apuesta por la liga australiana. “Vinimos por un año a ver qué pasaba y me terminé enamorando del país”, le aclara a LA NACION.
En el año 2018, aquejado por las sistemáticas lesiones, Carrusca decidió parar la pelota y finalizar su amplia trayectoria profesional que abarcó clubes como Estudiantes, Banfield, Galastasaray de Turquía, Cruz Azul de México y el West Adelaide, de Australia, su último club.
Como una voz calificada para analizar el soccer, como conocen al fútbol en Australia, Carrusca se adentró en lo que será el partido del día sábado ante Argentina por los octavos de final de la Copa del Mundo y aseguró que, en los papeles, su país de origen es ampliamente superior, aunque, el margen para la sorpresa está latente y la posibilidad de un resultado “rompe prode” puede torcer cualquier pronóstico.
“Argentina es individualmente, técnicamente e históricamente superior a Australia, pero después de lo que está pasando en este Mundial no se sabe qué puede pasar. Los jugadores australianos juegan en ligas de menor nivel como en Dinamarca y Bélgica, y no considero que estén a la altura. Pero, repito, con todas las sorpresas que hubo hay que tener precaución”, remarca el Chelo, quien deberá levantarse bien temprano (a las 5 de la mañana) para ver el partido del sábado.
“No van a jugar de igual a igual y creo que va a pasar algo parecido a lo que fue contra Dinamarca donde apostaron a la rapidez para salir de contragolpe”, comenta.
Con conocimiento de causa por haber compartido plantel con varios jugadores de la delegación australiana en Qatar, Carrusca apunta sobre las individualidades: “Aaron Mooy, que utiliza la camiseta número 13, es el que maneja todos los hilos del equipo. Ellos utilizan las bandas para atacar y se hacen fuertes con Mathew Lockie y Craig Goodwin. En la delantera, Mitchell Duke es un jugador fuerte en el juego aéreo, bastante grandote y con mucha entrega, aunque no es dotado técnicamente”.
Atentos a lo que pueda pasar el día sábado, el país abrirá dos estadios de equipos de la Primera División para que los fanáticos puedan observarlo por pantalla gigante y sueñen con un batacazo que sería histórico para una selección sin una tradición marcada por el fútbol. “Estoy convencido que Argentina va a manejar el partido, después de lo que vi contra Polonia no debería tener problemas”, sintetiza a la hora de darlo como favorito al equipo dirigido por Lionel Scaloni.
Su vida inmersa en el fútbol y la vida en un país “donde todo funciona”
“En Australia te preguntan qué vas a hacer después del fútbol, dictan seminarios, ayudan a los jugadores a preparar su cabeza”, asegura Carrusca, ante la consulta de cómo tomó el día después de un retiro que apuró por diferentes circunstancias del deporte que lo desgastaron.
Con el proyecto de crear una academia de fútbol, donde se le enseña a los más jóvenes algunos lineamientos tácticos y se enfoca en la parte psicológica, el volante creativo decidió pasar del otro lado de la línea de cal para transferir sus conocimientos mediante el coaching.
“Al principio es duro retirarte, algo totalmente nuevo. Con el tiempo fui aprendiendo con el coaching y después de seis años tengo alrededor de 300 chicos en la academia, donde nos va muy bien y está consolidada. No fue fácil, pero en este país, donde todo funciona, si trabajás duro cualquier negocio que emprendas va a prosperar”, desliza.
En sus primeros meses en Australia, Carrusca asegura que la principal dificultad para su adaptación fueron los horarios: “Acá es completamente diferente a lo que es en Argentina. La mayoría se levanta a trabajar a las 5.30 de la mañana, se hacen muchas actividades matutinas. El día termina a las 7, 8 de la noche, no hay tanta vida nocturna”.
Afincando en Adelaida, una ciudad denominada “de 20 minutos” por sus pequeñas dimensiones, el protagonista de esta historia asegura: “Es un país caro para vivir, se paga muchos impuestos, pero todo funciona, anda bien y así da gusto. Se vive muy tranquilo y la seguridad que hay es impresionante”, afirma.
Con 13 horas de diferencia entre un país y otro, Carrusca finaliza la conversación. En Doha, mientras tanto, los jugadores de la selección argentina buscarán no tropezar con la misma piedra que en su encuentro inaugural ante Arabia Saudita y superar un nuevo escollo ante un país que lo verá nuevamente como favorito.
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