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Cambios en el scrum: entre la satisfacción por las nuevas reglas y la nostalgia por la vieja práctica
El scrum es una faceta del juego que consiste en tres jugadores de fuerte contextura física de cada lado, que abrazados se enfrentan cuerpo a cuerpo a la presión de otros tres. Otros cincos de cada lado empujan desde atrás con el objetivo de disputar la posición de la pelota y algunos metros en el terreno de juego.
En 2016, esta formación que para el rugby argentino es un culto, dejó tres lesiones invalidantes, tres chicos que hoy no pueden caminar. La consternación que sufrió el deporte ese año fue la gota que rebalsó el vaso.Esta nota que publicó La Nación a raíz de esta situación, cuenta que en los últimos 51 años, 18 jugadores fueron víctimas de lesiones catalogadas de “graves” mientras jugaban el scrum.
Ante una situación que exigía soluciones de fondo, las reglas cambiaron de manera rotunda y urgente en plena temporada. La prohibición de empujar más de 1,5m y la supervisión de uno de los asistentes en todas las formaciones del partido fueron los cambios principales y fundamentales.
La temporada 2017 empezó entonces con cambios que buscaron reforzar la seguridad de quienes intentan traer la pelota de su lado. “Básicamente, lo que se busca es más ball out”, explica Christian Sánchez Ruiz, director nacional de Referato de la UAR. Ball out significa que la pelota salga del scrum lo más rápido posible, y eso de juego reduce directamente la probabilidad de lesiones.
Además, se sumaron otras reglas: hookeo (taconear la pelota para atrás) obligatorio y por parte de cualquiera de los primera líneas, y la posibilidad del octavo (el que está en la cola de la formación) de tomar la pelota, (en situación de ataque extremo) cuando ésta se encuentra en las rodillas de sus segundas líneas, entre otras.
En la UAR están satisfechos con los resultados que trajeron las nuevas reglas. En un gráfico que difunden, las estadísticas parecen convalidar los cambios
En la UAR están satisfechos con los resultados que trajeron las nuevas reglas. En un gráfico que difunden, las estadísticas parecen convalidar los cambios perseguidos. Bajó a más de la mitad tanto la cantidad de scrums “reseteados” como colapsados. La cantidad de pelotas jugables desde los scrums aumentaron en un 22%, se duplicaron la cantidad de tarjetas amarillas y bajó la cantidad de penalidades en esta formación.
Lo ideal sería que haya un cambio cultural y un verdadero aprendizaje postural para que el scrum se pueda volver a disputar libremente sin que se tenga que detener
La estadística de lesionados avala los cambios en las reglas porque desde fines de 2016 no se volvió a registrar alguna lesión severa mientras se llevaba a cabo un scrum.
Alexis Padovani es el Coordinador General de Rugby Seguro. Tiene una posición clara: “Lo ideal sería que haya un cambio cultural y un verdadero aprendizaje postural para que el scrum se pueda volver a disputar libremente sin que se tenga que detener”.
Guillermo Botto, médico de los Pumas y Manuel Nogueira, traumatólogo de su equipo, apuntan que hoy el objetivo es bajar las lesiones y hacer del scrum una plataforma más segura. “Si alguna vez se puede volver al viejo scrum se hablará en segunda instancia”, acuerdan. En 2018, siempre con el mismo objetivo de que la pelota salga rápido de la formación, el octavo podrá sacar la pelota de los pies de la segunda línea en cualquier lugar de la cancha.
La visión de los jugadores
Es raro encontrar un pilar al que no se entusiasme cuando escucha hablar de scrum. Todos quisieran que se pueda disputar con la menor cantidad de restricciones, aunque son conscientes de que había que hacer cambios para que no haya más lesionados.
“Me gusta disputar el scrum”, señala Augusto Faraone, hooker de Hindú, último campeón de la URBA. Pero es claro: “Si me decís que las estadísticas muestran que las nuevas reglas hacen que disminuyan las lesiones, bienvenidas sean”. No atribuye las lesiones ocurridas en el scrum a una causa única. “Falta de preparación física y mala suerte porque no es una formación que dependa de uno sólo sino también de tus compañeros y de los rivales”, explica.
Nicolás Ferrero, primera línea y capitán de San Carlos, un club que transita en primera A (segunda división del torneo de la URBA) cree que para prevenir lesiones, lo fundamental es la lealtad y la toma de conciencia de los involucrados en la formación y la calidad del referato. “Nos dijimos: cuidémonos todos”, anuncia para describir lo que pasó luego de las tres lesiones que dejen invalidez, que enlutaron al rugby a fines de 2016. Dice que ahora los jugadores son más conscientes y que entre rivales también se cuidan más los primera línea. Cree también que haber reforzado los controles y endurecido la disciplina hizo a la formación más segura.
Francisco Caprile, de San Andrés, se siente más seguro con las nuevas reglas. “Hay menos presión y menos empuje, cambió la esencia del scrum”. Cree también que sería bueno volver a jugar el scrum libremente, sin que sea detenido, pero que para eso, hace falta reeducar tanto a los primeras líneas como a los árbitros.
“Volvería a la disputa ya”, comenta Darío Di Laudo, de Hurling Club. Se siente igual de seguro que antes, pero dice que es probable que algunos jugadores se sientan psicológicamente más protegidos. “Hay menos mañas, el juego es más limpio”, concluye.
Cambios en el juego
El juego también sufrió su metamorfosis. Las nuevas reglas hicieron al juego más dinámico. La pelota pasa menos tiempo en disputa dentro del scrum. Calculan que la pelota está en juego, fuera del scrum, entre 8 y 10 minutos más que antes. Eso implica que todos tienen que correr más.
Hasta los pilares, que lo que no queman de sus piernas en el scrum lo compensan corriendo en el terreno de juego. “Me siento menos cargado, pero al mismo tiempo corremos más porque nos pesan menos las piernas”, explica Faraone. Caprile cuenta que se siente mucho mejor porque el scrum no le genera el desgaste de antes.
Ferrero cree que el scrum, a pesar del cambio en las reglas, es todavía una “herramienta de dominio psicológico”: “Si te va bien en el scrum, también vas a estar sólido en los mauls y en los rucks”. Para Di Laudo su club se vio perjudicado con las nuevas reglas: "Teníamos un juego muy basado en la obtención de pelotas y nos tuvimos que adaptar".
La ruta de las reglas
Las reglas que se aplican dentro de una cancha en Argentina son las que establece World Rugby. Cuenta Lalo Galán, vicepresidente de la UAR, que a fines de 2016, cuando ocurrió la tercera lesión cervical, justo estaba la World Rugby en el país y que tomó nota de la situación. Este tipo de lesiones había superado la media de un lesionado por año. “Entendimos que la prevención que estábamos haciendo no alcanzaba”, dice Galán, y agrega que por eso motivo redoblaron los esfuerzos de seguridad en el juego.
En 2017 World Rugby instrumentó las modificaciones en las reglas del scrum a modo de prueba en algunos torneos del Hemisferio Sur y luego del Norte.
Como las estadísticas mostraron que el cambio de reglas trajo resultados favorables, la UAR consideró que era conveniente pedir la prórroga de la prueba por un año, porque creen que en ese tiempo van a haber logrado “el cambio cultural” que permitirá volver a disputar el scrum con menos restricciones. World Rugby aprobó este pedido, por eso este año se volverá a jugar con un scrum restringido.
Últimos casos de lesiones
En septiembre de 2016, en el partido que jugaban Newman y San Isidro Club (SIC), un scrum colapsó y Jerónimo Bello, pilar del SIC , sufrió el desplazamiento de dos vértebras que le lesionaron la médula espinal y lo dejaron cuadripléjico.
En octubre del 2016, Federico Bocelli, que entonces tenía 17 años, sufrió una severa lesión en un partido que jugaba para Tala Rugby Club de Córdoba ante el Jockey. Le dijeron que lo más probable era que no vuelva a caminar. Fue operado y realizó la recuperación en el Instituto Fleni de Buenos Aires. En febrero del 2017 el hooker logró volver a pararse. Bocelli se había lastimado la zona cervical tras derrumbarse el scrum. La Unión Cordobesa determinó entonces que no se dispute más por ese año la formación del scrum en las categorías juveniles en toda la provincia.
Ignacio Maeder, segunda línea de Duendes Rugby Club, sufrió en septiembre del 2016 el derrumbe de un scrum sobre su cuerpo mientras disputaba un partido ante el Club de Rugby Ateneo Inmaculada de Santa Fe (CRAI) por el torneo de Pre Reserval del Litoral. Por ese hecho quedó cuadripléjico.
El ex jugador se acuerda de las caras de la gente que iba a auxiliarlo: sintió que los sonidos se apagaron y mucha tranquilidad porque no sentía nada. Después se llenó de dudas y de miedo. “Yo tenía todo, no me podía quejar y más que nada me gustaba jugar al rugby. Mucho tiempo busqué echar culpas. Pero fue un accidente lamentable y no hay que echarle la culpa a nadie. Recibí mucho apoyo de parte de mi club, la verdad que el ambiente del rugby te acompaña muchísimo, pero mi papá, mi mamá y mis hermanos son mi bastón en esta situación”, dijo el ex jugador un año después.
Juan Gastaldi sufrió un accidente en el scrum jugando para la división intermedia del CASI (Club Atlético San Isidro), en agosto del 2015: “El derrumbe no fue lo que causó mi lesión, me quedé con el cuello mal colocado cuando formamos. Entonces en el momento de hacer fuerza escuché el crack”. Se le fracturó la cuarta vértebra cervical y sufrió el desplazamiento de la quinta. Hoy pasa sus días en una silla de ruedas.
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