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Caballos, veneno y muerte: un absurdo que marcó la historia del deporte mundial
Domingo 19 de abril de 2009. Desde uno de los camiones que traslada caballos de polo del equipo La Lechuza Caracas hacia la cancha del International Polo Club, en Palm Beach, se escuchan gritos de los petiseros. Dos caballos se han caído y entran en estado de convulsión. Llegan al predio, se abren las puertas del utilitario y se potencia la desesperación. "¡Por Dios! ¿Qué está pasando?", vocifera uno de los asistentes al borde del llanto. Es que los caballos empiezan a bajar, tambaleantes y algunos se desploman rápidamente. Nadie entiende nada. Llegan los veterinarios del equipo y también de otros conjuntos. "¡Traigan los ventiladores, hielo y agua, urgente!", implora uno de los médicos. El público, que había ido a presenciar el partido de La Lechuza Caracas ante Black Watch por el US Open de polo, se acerca a ver qué estaba pasando. Muchos, como llegan, se van: no quieren ver más. Se colocan lonas para resguardar la zona, mientras los veterinarios trabajan sin un diagnóstico certero. Aunque saben que es grave. "¡Que lleven el resto a la clínica, hay que salvarlos!", implora uno.
A Juan Martín Nero , 10 de handicap y uno de los argentinos que jugaba en ese entonces en La Lechuza Caracas, le habían avisado por teléfono de los hechos casi cuando estaba llegando al club. "Ver caer a los caballos era desesperante, sobre todo porque no se podía hacer nada", le dijo a LA NACION 48 horas después, todavía shockeado. La frase casi que se repite 10 años después. Nada ha cambiado en cuanto a sensaciones. Junto con él jugaban otros dos argentinos: Guillermo Caset y Nicolás Espain. El patrón era el banquero venezolano Víctor Vargas, uno de los patrocinadores top del polo profesional.
Selenio en dosis diez veces mayor a la normal
En total, murieron 21 caballos. Siete en la cancha, otros ocho camino a la clínica y los seis restantes en la madrugada del lunes. La consternación fue total. Y también las dudas, propagadas en todos los sentidos. ¿Error humano, sabotaje, doping? Todo se especulaba en los medios de Estados Unidos, país con una activa participación de las Sociedades Protectoras de Animales. Sí había un nombre en danza: Biodyl. Todos lo mencionaban.
Se trata de un compuesto vitamínico de origen francés, muy utilizado en la Argentina, y que beneficia la recuperación de los equinos. Un reconstituyente muscular en solución inyectable. Contiene vitamina B12, potasio, magnesio, sodio y...selenio. Este último es un mineral común que los humanos y los animales necesitan en pequeñas dosis para el crecimiento y la estabilización de los tejidos. También actúa sobre la fatiga muscular. "Se les da Biodyl una vez por semana. Tocaba ese día. Lo único que tenemos claro es que algo pasó con esa sustancia, porque a los caballos que se les dio se murieron y a los 5 que no se les aplicó están perfectos", agregaba Nero desde Palm Beach.
El compuesto, no el original sino un genérico, fue preparado en un laboratorio de la localidad de Ocala, en el estado de Florida: Franck's Pharmacy. Las necropsias marcaron un exceso de selenio. Lo habitual era 0,5mg/ml en cada dosis, pero el lote de las que se elaboraron esa vez tenía 5mg/ml. Veneno puro. Es estima que una dosis de 3,3mg/ml ya era letal. "Todos los caballos presentaron como elemento coincidente hemorragia y edema pulmonar", afirmó Mark Fagan, portavoz del Departamento de Agricultura de Florida. "Ese detalle es consecuente en todas las autopsias".
La investigación demostró que hubo un error humano en la preparación. "Una sobredosis de un mineral común que ayuda a los músculos a recuperarse de la fatiga fue la causante de la muerte de los 21 caballos de polo", afirmó el veterinario estatal de la Florida, el doctor Thomas J. Holt. "Los síntomas que mostraban los caballos y su rápida muerte coinciden con las dosis tóxicas de selenio", completó Holt. Se habló de una coma mal puesta en la receta, algo que, con el paso del tiempo, puede interpretarse como un error groserísimo: el riesgo del efecto del selenio en grandes cantidades no es desconocido. Diez veces más en cada dosis resultó catastrófico.
James Belden, veterinario de La Lechuza, desestimó esa vez la posibilidad del uso indebido de drogas en una entrevista con la NBC: "Pensamos que es una intoxicación de algo que consumieron. Nunca usamos anabólicos ni esteroides porque el equipo, además, compite en Inglaterra, donde estas drogas están prohibidas". Las inyecciones las suministró otro argentino: el veterinario y jugador Félix Crespo, que trabajaba en La Lechuza Caracas. "Para mí realmente es una tragedia. Va a ser muy difícil recuperarse... No sé si voy a ser la misma persona", confesó en aquella oportunidad. Lo que era una rutina laboral se transformó en una pesadilla en cuestión de horas.
La versión del sabotaje
Mientras tanto, sobrevolaban las conjeturas sobre si todo no había sido un sabotaje a Vargas por causas políticas. Presidente del Banco Occidental de Descuento (BOD), que se había expandido con rapidez en los últimos años gracias a su estrecha relación con el gobierno del presidente Hugo Chávez, sus negocios abarcaban también petróleo, gas natural, seguros y bienes raíces, además de liderar la Asociación de Bancos de Venezuela. Multimillonario, Vargas confesaba tener tres aviones, dos yates y seis casas.
Fue el propio Vargas el que minimizó las especulaciones sobre un ataque personal hacia él y comenzó el contraataque: cobrar indemnización por la pérdida de la veintena de montados. Por muchos millones de dólares. Sustentado, además, en el reconocimiento del error por parte de Franck's Pharmacy. Los caballos de La Lechuza Caracas eran muy cotizados. El equipo acababa de ganar la USPA Gold Cup, el segundo torneo en importancia de la Triple Corona Americana (hasta 26 goles de handicap) y ya estaba en las semifinales del US Open, torneo del que obviamente debió retirarse.
El tiempo pasó. La Lechuza siguió participando en torneos en Palm Beach, en Inglaterra y en España (Sotogrande) y en 2011 pudo por fin conquistar el US Open, casi con el mismo equipo. Sin poder sacarse de la cabeza aquellas imágenes fatídicas. Y también de los diferentes homenajes que hubo en los días posteriores, con lanzamiento de flores a una de las lagunas del International Polo Club.
El juicio que no aportó nada: el laboratorio quebró
¿Qué pasó con el juicio? "Nada. El laboratorio, que admitió su culpabilidad, tuvo años más tarde otro problema serio y terminó quebrando. Cerró. Nunca vimos un peso", cuenta hoy Juanma Nero. Que en esa época empezaba a disfrutar del reconocimiento y de los grandes logros. Meses antes acababa de ganar su primer Abierto de Palermo, el torneo más importante del mundo de polo, con Ellerstina . Tenía 28 años. A los 38, su vida es diferente: ya obtuvo el Argentino Abierto 9 veces (2 con Ellerstina, 7 con La Dolfina), logró en 4 ocasiones la Triple Corona (Tortugas, Hurlingham y Palermo en el mismo año), se casó y tiene tres hijos.
Pasaron 10 años desde aquel impacto que marcó su carrera y no lo olvida. "Fue tremendo lo que pasó. Raro, por lo que fue esa confusión en el armado del suplemento y que terminó transformando el selenio en un veneno. Yo perdí 5 caballos ese día. Uno de ellos, la mejor, la Mini Bank, que la acababa de comprar, ya había ganado premios y la iba a traer a la Argentina para jugar el Abierto. Son caballos ireemplazables. No nos dieron nada, nadie se hizo responsable. La farmacia tuvo otro lío con unas gotitas para los ojos y cerró. Uno piensa que en Estados Unidos las cosas van a funcionar distinto, pero quedó en la nada. Nos hizo un agujero grande, más allá del cariño que les tenemos a los caballos en sí. Un error humano que terminó en un desastre".
Las otras yeguas las había jugado en el país y las llevó a Palm Beach: Princesa, Vasuda, Pelusa y el Alazán. El segundo caso del laboratorio ocurrió en 2012: se registraron al menos 33 casos de infecciones por gotas oculares elaboradas por Franck's Pharmacy y cerró en julio de ese año.
"Lo sigo recordando a ese momento. Esas imágenes no se te van nunca. Parecía un atentado. Y no sabíamos qué pasaba. Uno les tiene un afecto especial a los caballos y ver que se te morían sin poder hacer nada era horrible. A los caballos siempre se les dieron compuestos vitamínicos, más que nada para la recuperación, para los músculos. No para sacar ventaja deportiva", apunta Nero.
El trenquelauquense no llegó a llorar desconsoladamente, aunque sí se le escaparon algunas lágrimas aquel día. "Más que nada era desesperación", reconoce. "Después era como que estábamos perdidos. Por el hecho en sí, por el kilombo mediático que se había armado y todas las cosas que se decían. Muy feo", agregó el back. ¿Si le quedaron temores cuando después veía caballos con problemas? "No, porque esto fue excepcional. Tuvimos mala suerte. Tenemos petiseros que están todos los días con los caballos, veterinarios que los cuidan, están bien atendidos. Fue una catástrofe, pero por un error humano".
Nadie recuerda un día más triste que aquel en una cancha de polo alrededor del mundo. Por la sorpresa, por la incredulidad, por la desesperación de petiseros, veterinarios, jugadores y público. Un hecho conmocionante, esclarecido, con pérdidas sentidas y sin los efectos legales esperados. Vale quedarse con una frase de Nero de hace 10 años: "Nosotros vivimos de los caballos. No vamos a sabotear nuestro propio patrimonio. Entrar hoy en las caballerizas y ver todo casi vacío es durísimo para todos".
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