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Tyson Fury derrumbó a Deontay Wilder y alcanzó una trifecta para la historia
En una pelea vibrante venció por KOT en once rounds
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El gigante inglés Tyson Fury (125,600 kg) tiene todo el derecho y la legitimidad, a los 33 años, de proclamarse como uno de los boxeadores más populares y más reconocidos del momento. El dramático trámite de su victoria por knock-out técnico en once rounds sobre su principal retador estadounidense: Deontay Wilder (107,900), ante 15.820 espectadores en un rugiente T-Mobile Arena de Las Vegas, superó todo lo esperado y le abrió sin fin de oportunidades.
Su creciente ángel mediático se impone –raudamente- en esta industria deportiva muy tentada de introducirlo en la “maquinaria” productiva de consumo y millones que hoy lidera el mexicano Saúl “Canelo” Álvarez. Por supuesto que, en calidad y logros, el azteca lo aventaja cómodamente. Sin embargo, su personalidad extravagante y particular sumada a su dura historia de vida, lo convirtieron en un protegido de la gente.
La pelea fue gobernada por Fury desde sus comienzos pero jamás dio garantías de un resultado definitivo hasta que el árbitro Russell Mora, de pobre labor, puso coto a las acciones. Wilder, desequilibrado y sin estabilidad en sus piernas desde el campanazo inicial, tuvo la gran chance de ganar por KO en el cuarto round tras derribar dos veces con golpes ampulosos al inglés que recibió un conteo “lento y altruista” de Mora, tras su segunda visita al tapiz. Paradójico, el retador de Alabama, había caído en el asalto anterior y parecía sentenciado a la derrota contundente. Y a partir de allí se gestó una batalla apoteótica con un dominador confundido, Fury, y un aventurero golpeado, Wilder, que sabía que con su impacto certero -obtuvo 41 K.O en 42 victorias- podía acabar con el campeón del Consejo Mundial de Boxeo a quién desbalanceó cada vez que lo castigó.
Fury, pudo superar ese 10-7 en contra en los guarismos y en la “ley del goteo”, punto a punto, equiparó el match hasta demoler a Wilder, muy sensible y blando, para soportar castigo a los 35 años. El match debió acabar en el décimo round cuando con un cross impecable Fury volvió derribarlo. Lo vapuleó hasta quedar colgado de las cuerdas en el undécimo round. Final. La tarjeta de LA NACION puntuó 96-90 a su favor al instante del epílogo.
Paradójico, Wilder, que echó a su ex entrenador Mark Breland, por tirarle la toalla en señal de abandono en su segundo duelo con Fury, el 22 en febrero de 2020, no tuvo misericordia de su contorno en los últimos cinco minutos del combate. Ni de Malik Scott, su nuevo técnico, ni del médico de turno y menos aún de Mora, sin envergadura para estas circunstancias.
Orgulloso de su tarea, sin mostrar euforia pero consciente de la valía de su logro, Fury, invicto en 32 pleitos declaró: “Dios me dio la fortaleza para aguantarle sus golpes. Gané una gran pelea y demostré que siempre fui el mejor al cabo de los tres cotejos. Él me debe dar crédito y considerarme un gran campeón y no lo ha hecho. Yo, en cambio lo considero un terrible pegador. Dios, mi equipo y mi familia, han hecho lo imposible para que consiga este triunfo. ¿La próxima? Será ante quién me indiquen. Boxeo contra cualquiera”.
Se estima que ambos aseguraron un mínimo de doce millones de dólares que se incrementará acorde a la venta del PPV –pago por hogares- en los Estados Unidos y Gran Bretaña. En torno a su presente, Fury remarcó antes del match a medios londinenses: “No estoy interesado en batir récords ni entrar en la historia de los pesados. Eso para mí no significa nada. No me importa cómo me recuerden. ¿Saben por qué? Porque cuando lo hagan estaré muerto. Sigo luchando contra mis depresiones y ello está dado en una puja entre lo interno y externo. Pero no quiero volver allí”.
Su estructura de 2,06 metros careció de velocidad. Tuvo kilos demás y perdió precisión. Sobre todo justeza. Su padecimiento de Covid-19 en junio último le quitó energías y eso fue palpable. Sin embargo, su “envase” y su temperamento disimularon las falencias de fondo. El gran espectáculo tapó todo eso.
Se fue del ring cantando y en paz. Supo su trilogía de combates por el mundial pesado efectuadas con Wilder justificaron todas las expectativas. Las comparaciones históricas con los escasos elegidos que pudieron realizarlas lo elevan a un sitial distinguido para polemizar con “Joe Walcott vs. Ezzard Charles”, con “Floyd Patterson vs. Ingemar Johanson” o con “Evander Holyfield vs. John Ruiz”, que marcaron el camino en este tipo de trifectas.
Muhammad Alí, Rocky Marciano y Mike Tyson no pudieron lograrlo. ¡En fin! Siempre hay un ganador que se convierte en el gran protagonista y Fury lo fue. Necesitó de un muy buen socio como Wilder, solitario y castigado, para inmortalizar esta trilogía mundialista de la que se hablará por un buen tiempo. Y con todo derecho.
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