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Sergio "Maravilla" Martínez: "Soy muy abandónico"
"Siempre me estoy yendo de todas partes. Quizá no tengo hijos por este sentido de la responsabilidad", enfatizó el ex boxeador
Sergio "Maravilla" Martínez no es un boxeador común, tampoco una persona fácil de entender a la primera de cambio, porque le huye al discurso convencional. Para muchos, lo importante en el boxeo es pegar. Los que saben explican que, en realidad, lo decisivo es no recibir esos golpes, tener la capacidad de eludirlos.
El boxeo ya es pasado para "Maravilla", retirado este año porque, pese a haber sido un maestro eludiendo trompadas, ya había recibido más que suficientes. Se bajó del ring, pero confirma que la vida puede seguir poniéndolo de tanto en tanto contra las cuerdas. Afortunadamente para él, mantiene el instinto y encuentra (casi) siempre cómo zafar. Y, cuando no, admite sus límites.
-Defendeme el boxeo. Explicá por qué no es lo que tanta gente piensa. Que no es un deporte, por ejemplo.
-Bueno, primero porque tiene unas reglas. Es un deporte olímpico, tiene técnica, táctica y estrategia. Salvajada, como dicen en España, sería si hubiese intenciónes reales de lastimar al rival. Si ves un combate de boxeo, todos terminan igual: con un abrazo. Es muy difícil que haya un deporte basado en el intercambio de golpes que termine con un abrazo.
- En España, un país que conocés bien, el diario El País trató durante años a los toros y al boxeo de la misma manera: ignorándolos. ¿Qué opinás?
-Creo que es eso: ignorancia. Lo de los toros lo respeto mucho, aunque no lo conozco. No le encuentro el sentido, pero no por eso voy a descalificarlo. Aquellos que vean en el boxeo lo mismo que en los toros es por pura ignorancia, no le encuentro otra explicación. No es otra cosa. Cuando algo no se conoce es cuando se lo suele bastardear, acosar y agredir.
-¿Te gustaría tener un hijo boxeador?
-[Sorprendido.] No... No, la verdad es que no.
-¿Por qué?
-Por ahora no tengo intenciones de tener hijos. Sé que es una respuesta que puede resultar complicada, sé que es una pregunta que puede tener una respuesta complicada, porque mucha gente te dice "¡cómo, para qué viniste al mundo, entonces!". Y yo suelo decirles que hay individuos que vienen a este mundo para ser ingenieros, otros que vienen para ser ingenieros y padres, o boxeadores y padres, y otros que vienen para ser simplemente boxeadores. En verdad yo creo que vine para ser boxeador y, por ahora, no para ser padre.
-Es un tema sobre el que existe fuerte presión social, en especial sobre las mujeres, que cada tanto anuncian en Facebook que eligieron no ser madres. Vos estás eligiendo no ser padre.
-Por ahora, elijo eso. Si llega a aparecer algún hijo por ahí me tendré que hacer cargo. [Se ríe.] Me haré cargo, no hay problema. Haría lo mejor de mí para darle todo a un hijo, pero por ahora no está en los planes.
-¿Eso fue una reflexión profunda y pausada o la vida te fue llevando?
-Desde que nací tengo esta intención de no serlo. Tuve mis problemas, mis movidas con mi madre, que siempre quiso tener un nieto mío. Ya tiene, pero quiere uno mío.
-Ahora que te retiraste, quizá ve una nueva posibilidad.
-Quizá lo vea así, pero la verdad es que ya no tengo que rendirle cuentas a nadie. A veces converso con ella, le digo: "Mire, señora, usted entenderá que esta vida me lleva a no querer tener". Y ella me dice: "Ya te conozco, ya me dijiste eso".
-¿Tratás de usted a tu mamá?
-La trato de usted.
-¿Por qué?
-Por cariño.
-¿Sos colombiano?
-Colombiano. [Vuelve a reirse.] Cierto. A mi madre la trato de usted; a mi padre, sólo a veces. A la gente mayor la trato siempre de usted. A vos no sé por qué te trato de vos. Ja.
-¿Decidir que no querés ser padre implica que tampoco querés formar una familia?
-No, no, vivir en pareja podría pasar, tranquilamente. De hecho, conviví bastantes años en pareja, conviví con novias que tuve. Pero, claro, casi siempre las intenciones de ellas eran tener un hijo o algo de eso, y eso era el detonante, el quiebre.
-Te escuché hablar, alguna vez, de la procedencia social y cultural del boxeador. ¿De dónde vienen los boxeadores?
-Suelen venir ligados a la marginalidad. Para un boxeador es muy difícil romper los lazos que mantiene con lo marginal. Venimos de estratos sociales, culturales y económicos muy bajos. Cuando hay necesidad, puede encenderse la mecha de las aspiraciones de un boxeador a conseguir algo. Recuerdo lo que me dijo un promotor cuando le pregunté cómo permitía que sus boxeadores se gastasen el dinero en coches caros y en dos o tres chicas montadas en ellos. La respuesta fue muy certera, la guardo en la memoria: "¿Vos creés que yo puedo ser el tipo que le diga no a un boxeador, cuando desde que nace soñó con tener un descapotable con dos rubias? Empeñó su vida entera para conseguirlo. Y el día que lo logra, ¿creés que yo le puedo decir no hagas esto porque esto está mal? No".
-No se puede.
-No, hay que dejarlo. Se dio una paliza toda la vida, cuando por fin puede tener eso, hay que dejarlo. Ojo, no digo que esté mal, pero el boxeador tiene que ir madurando. De hecho está buenísimo tener un cabriolet lleno de mujeres, está perfecto, me parece genial.
-¿Lo tuviste alguna vez?
-Alguna vez lo tuve. Con el tiempo hay que comprender que las prioridades cambian. Mi primer gran sueño era comprarle la casa a mi vieja. Nosotros nunca tuvimos casa, o tuvimos una casa cuando éramos chicos, en un barrio muy humilde, muy pobre. Mi primer gran sueño era ése; luego, conseguirles una casa a mis hermanos. Pude lograrlo. Eso no me hace mejor o peor; simplemente, mis prioridades fueron ésas. Después, con el tiempo maduré "culturizándome". ¿Cómo? Leyendo, simplemente con eso.
-¿Qué fue lo primero que leíste?
-Cuarteles de invierno, de Osvaldo Soriano, que es un libro de boxeo. Me pareció maravilloso el libro, tan pequeño. Que en un libro tan chiquito se pudiese esconder una historia tan bonita... Y eso me ayudó a querer comenzar a escribir. Pero te digo, el que se "culturiza" no escribe: lee. Uno se "culturiza" por leer. Se aprende escuchando, no hablando.
-Y uno escribe mejor cuánto más lee.
-Exacto. A mí eso me ayudó. Ahora, yo supe romper los lazos con mi propia marginalidad, supe quebrar esos lazos.
-Por un lado habrá sido lindo, pero, por otro, también doloroso, porque te aleja de gente que era tu vida y que no pudo romper esos vínculos.
-Es probable. Hay mucha gente que está en la vida un rato, para enseñarnos algo, y luego se va. Así como nosotros estamos en la vida de alguien, y luego nos vamos. Yo soy muy abandónico, siempre me estoy yendo de todos lados. Siempre.
-¿Llegaste a saber por qué?
-Hice terapia. El año pasado me rompí la cabeza y me dije que tenía que hacer terapia para descubrirlo. Yo no supe romper con mis raíces familiares. Vengo de una familia muy grande en la que. Me van a agarrar mis parientes y me van a matar, pero bueno,digo la verdad. Una familia plagada de separaciones y divorcios, con muchos hijos de diferentes matrimonios. Quieras o no, eso se lleva en los genes. Quizá no tengo hijos por este sentido de la responsabilidad.
-Temés que a ellos les pase lo mismo.
-Claro, no quiero eso, y sé que puede llegar a pasar. Sé hasta dónde puedo dar, sé que soy alguien que, tarde o temprano, en algún momento, se va. Se pira. Y ése puede ser el porqué de no querer tener hijos. La psicóloga me dijo: "Vos no querés tener hijos porque sos muy responsable, fijate que enfocás toda tu vida en el trabajo. Cuando estás trabajando, te enfocás al ciento por ciento, no querés desviarte de eso. Si algún día decidís ser padre, probablemente seas el mejor padre del mundo, pero tu responsabilidad hace que hoy no quieras tener hijos". Gracias por quitarme ese peso de encima, le dije.
-En este tema de los hijos, te estás sintiendo culpable por anticipado.
-Durante mucho tiempo viví con culpa, porque estaba lejos. A mí me va bien, a ellos no les va bien. Qué van a pensar de mí, qué van a decir de mí. Era duro afectivamente, porque un día de trabajo mío equivale, quizás, a toda una vida de trabajo de ellos, de personas que están cerca de mí. Eso te lleva a vivir con culpa, y eso no va con los hijos. Viví mucho tiempo con culpa. Haciendo terapia aprendí a manejarlo.
-Pero todavía vivís con culpa.
-A veces sí, a veces sí. Cuesta.
-Retirado, ¿la culpa desaparece?
-Ojalá, que no me pase por arriba, que no me aplaste, porque sería un retroceso muy grande en mi vida. Creo que estamos para aprender, si aprendo a superarla, mejor.
-Viviste en España, que, en función de lo que venimos hablando, es un lugar especial. Nosotros somos decididamente italianos, no españoles. Hay muy poco de España en la Argentina, en realidad.
-Hay menos que de Italia, es verdad. Nosotros somos italianos. Y del Sur.
-Del Sur, con todo lo prejuicioso que eso pueda sonar, pero vos lo ves así.
-Es así, tenemos mucho más del sur de Italia que de España. No nos hace mejores ni peores, sólo nos hace parecidos a ellos.
-En la Argentina se suele tener la impresión de que hay que traspasar cinco filtros para descubrir qué es lo que realmente te quieren decir los italianos. En España te dicen lo que te dicen. ¿Es un alivio eso ?
-Todo es mucho más franco. ¡Pero en España no se puede utilizar mucho esa palabra! [Risas.] Tiene mucha más franqueza el español, lo blanco es blanco y lo negro es negro.
-¿Empezaste a leer en España o ya venías haciéndolo?
-No, ya venía leyendo.
- Hay un libro que te atrajo especialmente: La conjura de los necios.
-Ah. De John Kennedy Toole. Lo disfruté mucho en su momento, me lo trajeron a una concentración y me acompañó.
-¿Algún escritor a quien quieras conocer?
-El psiquiatra Brian Weiss, me gustaría mucho conocerlo. Tiene ideas muy interesantes, habla de las vidas del pasado, sobre el maestro interior que tenemos cada uno de nosotros. Sin hablar de religiones. No tiene nada que ver con la religión.
-A esta altura, ¿te sentís argentino, un poco español o ciudadano del mundo?
-Argentino. Un argentino que anda por todos lados, y que mira desde afuera, también.
-¿Se ve algo distinto o se ve lo mismo?
-Se ve lo mismo. La Argentina no cambia y el argentino no cambia.
-¿En qué sentido?
-Lo bueno y lo malo. Por ejemplo, el fútbol: siempre es nuestra prioridad. Y eso puede ser bueno para los argentinos, pero es muy malo visto desde afuera. Cuando un deportista toma más relevancia que el primer mandatario del país, estamos jodidos. Y en la Argentina se ve eso. Es más importante si a Messi le duele un tobillo que si la Presidenta pone un decreto. Y es un error.
-Y, así y todo, a Messino se lo quiere tanto si se tiene en cuenta su estatura futbolística.
-Quizá porque no lo conocen. Creo que es eso: pura ignorancia.
-Es un caso diferente al tuyo. Messi no se hace conocer. Nadie duda, en cambio, de quién es Maravilla Martínez.
-Claro, pero él vive allá, su carrera está allá.
-En cierta forma, también la tuya.
-Sí, pero yo en un momento vine a la Argentina y dije éste soy yo. Messi no hizo eso.
-¿Te gustaría aconsejarlo?
-No, al contrario. Escucharía consejos de él. Me encanta su perfil, tiene una tranquilidad espectacular. De los tipos más famosos del mundo, y de los que menos se sabe.
-Te movés con soltura, confianza y, sobre todo, disfrutando ante las cámaras ¿En algún momento pensaste en hacer una carrera en la televisión?
-No, veo más viable hacer alguna película. Como actor. Hasta ahora me han propuesto una película de acción y otra dramática. No me gustaría hacer de Maravilla Martínez.
-El haber trabajado tanto en mejorarte, en superarte intelectualmente, ¿te alejó de otros boxeadores?
-Siempre hay cosas en las que se puede interactuar con todos. Quizá con alguno no se pueda hablar de un libro, pero sí de otro tema interesante. Tengo amistad o cercanía con algunos boxeadores con quienes mantengo charlas estupendas.
-¿No es imposible con todo lo que hay en juego?
-¡Al contrario! Si, tras golpearte durante doce rounds, al final no sos hermano de ese boxeador. pega en el palo. Yo combatí con Paul Williams, con Darren Barker y con Matthew Macklin. Batallas de verdad, y hoy somos casi hermanos. Peleé con Julio Chávez Jr. Hace poco hablamos por teléfono. Le dije: "Cuando estés en Madrid, avísame y te llevo a los mejores lugares. No te preocupes por nada, tampoco tu familia, se quedan en mi casa. Y, cuando yo voy a México, es lo mismo. Doce rounds de paliza hermanan a cualquiera.
BIO / Profesión: ex boxeador / Edad: 41 años
Uno de los protagonistas del renacimiento del boxeo argentino durante los últimos 15 años -junto a Marcos Maidana y los chubutenses Lucas Matthysse y Omar Narváez-, fue campeón mundial mediano junior y mediano. Su récord es de 51 triunfos (28 por KO) y 3 derrotas.
MOMENTOS: UN ARGENTINO EN MADRID
Cuando habla, "Maravilla" trae el recuerdo de esos argentinos que se instalaron en España y con el paso de los años se deslizan hacia un castellano entre híbrido y desconcertante, desde ciertas palabras que eligen hasta determinada entonación o cadencia. Pero "Maravilla" sigue siendo argentino. Muy. Le duelen varias cosas: el cuerpo tras años de golpes, la conciencia por un angustiante sentido de la culpa y el país, al que analiza con distancia.
Está en la Argentina, pero la mira desde afuera. Abre los ojos asombrado cuando se le pregunta si le gustaría ser "el próximo Tinelli", pero da la impresión de que la reacción tiene más que ver con el hecho de que se le haga la pregunta que con su contenido. Parece un tanto fuera de lugar ahora que está lejos del ring, Sergio "Maravilla" Martínez. ¿Actor? Sí, le encantaría. ¿Político? No parece ser lo suyo. ¿Padre? Complejo asunto. Su madre, a la que trata de usted como si hubiera nacido en Bogotá, quiere un "maravillita". Nada de eso: él, por ahora, tiene otros planes..
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