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Reveco quedó expuesto a una decisión que ya venía contemplando: evalúa su retiro del boxeo
Hizo lo que tenía que hacer, pero fue insuficiente. Su rival, el filipino Donnie Nietes (50,600 kg), retuvo la corona mundial mosca de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) por knock-out técnico, a los 53 segundos del 7° round, tras derribar al pugilista cuyano, que no dio señales de recuperación pese a levantarse del tapiz. Sus entrenadores y el médico de turno decidieron –entonces– poner fin a las acciones. El combate se efectuó en el Forum de Ingleweood, en Los Ángeles.
Más allá de seguir o retirarse en esta actividad –situación que Juan Carlos Reveco dejó en claro en recientes entrevistas–, este traspié significó para él su último acto trascendente en una carrera rentada iniciada en 2004. Sus 34 años, un físico demasiado pequeño para esta división en la que capturó su segundo reconocimiento mundial entre 2011 y 2015, el desgaste de su cuerpo,en el último lustro, con batallas durísimas, lo limitó para mantenerse competitivo ante adversarios de primer nivel. Nietes ratificó con su estilo inteligente, calculador y progresivo, todo lo sospechado sobre Cotón Reveco en 2015, cuando el japonés Kazuto Ioka lo descolocaba con muy pocos golpes que abrieron grandes interrogantes sobre su asimilación al castigo y su consistencia espiritual.
Los golpes más duros que recibió Reveco durante la pelea. pic.twitter.com/OQPzFTHBII&— LA NACION Deportes (@DeportesLN) 25 de febrero de 2018
La decisión
¿Retirarse o seguir? Esta predicción que anticipó en Buenos Aires previo a su partida, se constituye hoy en un tema más trascendente que las causas de este traspié. Y seguramente en su Malargüe natal lo oficializará –por sí o no– en las próximas horas. A Reveco le “duele en el alma” y lo demuestra en el primer nivel de los moscas; le cuesta dar el límite siendo un atleta de cuerpo pequeño. Perdió mentalidad ganadora, por desmotivaciones profesionales y por el lógico paso de los años. Retirarse es dejar de trabajar en un oficio que lo educó, lo elevó socialmente y lo convirtió en un ciudadano de honor; una actividad que de sembrar papas en los campos del sur lo llevó a las recepciones más pomposas por parte de los gobernadores de turno.
Irse de este ámbito implicará un cambio rotundo. De vida y de sociedad. Alguien como él, que trabaja desde los 8 años y que exhibió siempre una conducta ejemplar, arriba y abajo del ring, está disciplinado para intentar un cambio novedoso. La continuidad en el boxeo implicará lucrar con sus títulos del pasado; probar a los novatos por buena plata y ganar dinero a cambio de riesgos. Receta poco conveniente, pero altamente lucrativa. El boxeo, como deporte, le ofrecerá muy poco de aquí en adelante. No hay otras salidas. El mismo Reveco deberá decidirlo. Conoce este juego mejor que nadie en su equipo.
En 1987, asistimos en Roma a un reencuentro entre el italiano Nino Benvenutti y el santafecino Carlos Monzón, quien le birló su campeonato mundial de los medianos en noviembre de 1970 con un tremendo KO que se sigue recordando en las redes sociales. Nino dijo: “Comprendí que era la hora del adiós porque un fenómeno –naciente– como Monzón se convertiría en mi último adversario”. Nietes, no es ni será Monzón, pero es un gran tricampeón. Fue anteanoche el mejor boxeador de la reunión, por sobre el tailandés Srisaket Rungvisai y el azerí Artem Dalakaim, también ganadores de sus peleas. Quizás esta anécdota sirva de señal para Reveco, que debe estar orgulloso de su historia y de su vida.
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