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El debut de Pablo Migliore en el boxeo: un KO sin licencia y con Tapia en el ringside
En un rincón del amplio distrito de La Matanza la noche arde. Y no es ninguno de los reconocidos boliches bailables lo que marca el pulso de la temperatura. Son las 00.30 horas de la madrugada del domingo y las chapas del techo de la Sociedad de Fomento Villa Don Bosco de Ramos Mejía comienzan a temblar: "¡Y pegue, y pegue, y pegue Pablo pegue!", se escucha. La vibración se siente en las piernas y en el pecho. El rugido de las 500 personas que colmaron el recinto es constante y furioso. La excitación es total. El ring irradia un calor intenso al ritmo de los golpes que van y vienen. Es noche de boxeo. Es noche de un debut especial…
Con el fútbol suspendido en su alma inquieta de deportista, el loco Pablo Migliore tuvo su esperado estreno como boxeador profesional. Lejos del glamour y el lujo de las grandes veladas, prefirió el calor de su gente y el color de su barrio, ese que lo vio crecer como persona, para cumplir un postergado anhelo. "Yo siempre quise ser boxeador, hoy cumplí un sueño. Mi viejo siempre me decía que el tren para algunos pasa una vez, para otros dos y para otros nunca. Bueno, a mí me pasó ahora y me subí", cuenta Pablo a LA NACION minutos despues del triunfo, en medio de una montaña de abrazos. El rival de la primera función rentada de Migliore fue el discreto cordobés Diego Merlo, quien desde los números asustaba pero terminó siendo otro entusiasta del ring como el exfutbolista. A los 40 años, el Macho Merlo –como se lo conoce en el ambiente boxístico– acumuló su cuarta derrota consecutiva antes del límite y quedó con un historial de 22 presentaciones con 15 triunfos (14KO) y 8 derrotas.
Desde bien temprano el pequeño gimnasio de la Sociedad de Fomento Villa Don Bosco se transformó en un verdadero museo de novedades. Había rostros difíciles de olvidar, hombres musculosos y chicas con ropa ajustada y botas de cuero. También hubo un presentador con un look muy raro y una rubia voluptuosa que anunciaba los rounds. Y hasta se realizaron sorteos de guantes y voucher por una docena de empanadas. Paradójicamente, no se vendieron choripanes.
Pasada la medianoche, mientras afuera mandaba la mudez vacilante de una de las zonas más complicadas del conurbano bonaerense, Pablo Migliore subió al ring con el tema "Lose yourself" de Eminem y desató una fiesta en el pequeño gimnasio de Ramos Mejía. Seguidos atentamente desde ring side por Chiqui Tapia y Acero Cali, ex arquero y el Macho Merlo se castigaron en medio del griterío durante 170 segundos hasta que el local, con mejor estado físico y aptitudes boxísticas, conectó un nocaut de novela sobre el final del primer round. El pequeño galpón explotó de algarabía.
A los 37 años, el ex arquero de Boca, Huracán, Racing y San Lorenzo, entre otros clubes, no ve en su edad un impedimento para trazarse un nuevo objetivo deportivo. Está totalmente convencido que lo único que lo motiva es la pasión por el boxeo y la necesidad de cumplir un gran anhelo. "No sé todavía si voy a dejar definitivamente el futbol, lo que sí sé es que el lunes a las 6 de la mañana vuelvo al gimnasio para preparar el próximo combate. Me gustaría tener la chance de pelear por algún título argentino o sudamericano. Espero poder obtener la licencia de la FAB para enfrentarme a los mejores", se ilusiona Migliore, que el sábado peleó con licencia de World Pugilism Commission (WPC), una entidad paralela a la tradicional FAB que le permitió cumplir su sueño pugilístico sin acreditar experiencia amateur previa.
Durante seis meses, el Loco se entrenó en doble turno bajo las órdenes de su amigo Facundo "el sanguinario" Simal, un boxeador profesional que supo integrar la franquicia de Los Cóndores, en la WSB de AIBA. Además complementó su preparación con un preparador físico y una nutricionista. "Necesitaba algo que dependiera exclusivamente de mí y creo que en el fondo, muy en secreto, siempre quise pelear. Me sentí muy cómodo y seguro arriba del ring. Nunca antes como futbolista me sentí tan acompañado ", se sincera Pablo, que además de ser el hijo pródigo de la Sociedad de Fomento villa Don Bosco es el presidente.
Tras haber pasado 45 días preso en 2013, acusado de encubrimiento de un homicidio, la carrera del arquero perdió notoriedad. Después de un breve paso por Croacia y dos temporadas en Peñarol de Montevideo, recaló en el ascenso argentino, donde defendió la camiseta de Almirante Brown, en 2016, y Barracas Central, en 2017. Luego se fue a Uruguay para atajar en Atenas de San Carlos, pero no logró adaptarse. A mitad de 2018, cuando tenía todo cerrado con Sacachispas, cambió intempestivamente de opinión y decidió volcarse al boxeo. "Hoy prefiero respetar al Pablo que miro al espejo y no al que sale en el diario. Tenía opciones para seguir jugando, pero a mí no me cambia la vida hacer un mango más. Lo que sí me cambia la vida es haber encontrado algo que me apasiona tanto como el fútbol y poder hacerlo profesionalmente", sostiene Pablo.
¿Por qué la Federación Argentina de Box no fiscalizó el combate? Más allá de lo atractivo que resulta el desembarco de Migliore en el boxeo profesional, su combate con Merlo no cumplió con el requisito básico que exige FAB: tener licencia. "Lamentablemente Migliore no cumple con el artículo 18, inciso 1 del reglamento argentino de boxeo. En el mismo está expresado que todos los boxeadores deben contar con no menos de 40 combates como aficionado y un máximo de 32 años para gestionar la licencia profesional", había comentado a LA NACION Roberto Rilo, Presidente de la comisión de boxeo profesional de la FAB.
Casi como una apostilla de la carrera futbolística de Migliore, la Word Pugilism Commission es una entidad que se mueve en los límites de la legalidad y habilita a que muchos boxeadores que han visto pasar sus mejores épocas y tienen sus licencias FAB retiradas por bajo rendimiento o exceso de edad, sigan haciendo changas arriba del ring. De hecho, el combate del sábado se anunció en categoría pesado pero las diferencias de kilos y clase entre uno y otro fueron notables. "Hoy (por la madrugada del sábado) Pablo demostró que tiene condiciones para pelear con rivales de jerarquía. Esperemos que las autoridades de la FAB revean la decisión y lo dejen pelear por algún título oficial pronto. Está físicamente mejor que muchos de los que tienen licencia y son campeones argentinos y su presencia le puede hacer muy bien al show y al negocio", apunta Simal.
Lo que empezó como un hobby en la adolescencia rebelde, lentamente fue creciendo como en una verdadera pasión a la par de su carrera como futbolista. Este sábado, en medio de una fiesta, Pablo Migliore sintió en carne propia la adrenalina de subirse a un ring y cumplió el postergado sueño de ser boxeador profesional.
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