Intacto, como siempre. Naoya Inoue luce los cuatro cinturones principales del boxeo mundial y los responsables de cada una de esas organizaciones casi que intentan tener la exclusividad de una foto con el gran campeón unificado de los supergallos. Bob Arum, el octogenario promotor de tantas gestas, dijo que quiere llevarlo a los Estados Unidos para alguna gran velada. Es que Inoue ha hecho de Tokio el reducto donde se siente invencible y donde es ídolo de multitudes: el Monstruo, como lo apodan, es orgullo nacional en Japón. Y mientras Naoya, de 31 años, se enfrentaba con los micrófonos y la ovación, TJ Doheny, el esforzado irlandés que intentó durante poco más de seis rounds oponerle dificultades, se iba ayudado por dos personas, con evidentes problemas para hacer solo el camino a los vestuarios del Ariake Arena.