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Matthysse, campeón mundial: un KO antológico y una actuación inquietante
Todo el nerviosismo, la angustia y la incertidumbre expresada por el chubutense Lucas Matthysse ( 66.600 kg) y todo su equipo, durante la disputa ante el tailandés Tewa Kiram ( 66.400), en el célebre y viejo Forum, de Inglewood, en Los Angeles, estalló con una maniobra inesperada y ajena a este combate, soporífero y deslucido . Un cruzado de mano derecha, en tiempo de uno-dos, por parte del patagónico, demostró porque su pegada mantiene intacto el poder natural que lo llevó a seducir al público de Estados Unidos, como muy pocos boxeadores en los últimos tiempos.
Sólo restó colocar un directo de izquierda, pesado y justo, a los 1´21” del octavo round, para terminar con Kiram, una acertijo asiático de gran físico, pero carente de aptitudes pese a sus 38 victorias consecutivas. Amenazante, improductivo y de escasa absorción al castigo que ameritó ser hospitalizado tras el match dado las normas reglamentarias de la Comisión Atlética de California.
La obtención del nocaut técnico de Matthysse posibilitó la conquista del campeonato mundial welter (AMB), vacante, que cuenta también al norteamericano Keith Thurman, como “supercampeón” de la categoría. Aún lesionado en sus codos y en receso.
Este logro es gravitante para el presente del boxeo nacional que consagra su segundo campeón vigente – el restante es Brian Castaño, mediano jr( AMB) -, en una época de escasa proyección , en donde los veteranos como él, de 35 años, se imponen en el mercado internacional, sobre otros púgiles más jóvenes, indecisos y estancados.
Matthysse consiguió su segunda corona y consolidó un record de 39 victorias ( 36 K.O), 4 reveses y un match sin decisión. Se consagró, por primera vez, con el cetro welter jr (CMB) – interino-, venciendo al africano Ajose Olusegun, en 2012, en Las Vegas. A partir de allí, protagonizó peleas épicas y victoriosas como lo fueron sus duelos ante Lamont Peterson, Jhon Molina o Ruslan Provodnikov; y otras dramáticas y de corte perdedor: Danny García y Victor Postol.
Sereno, feliz, y descargando su impotencia a través del llanto, declaró: “Me costó mucho entrar al cuerpo por la altura del tailandés. Se me hacía muy difícil. Desde el rincón me apuraron y la pelea se acabó, por suerte. No sé qué vendrá. Podría ser Manny Pacquíao, podría ser Danny García, que es el que yo quiero para una revancha personal. Esto lo resolverá Mario Arano, mi manager, con Oscar de la Hoya, mi promotor. Quiero volver yá, a Trelew, con mi gente. Trabajé duro en Indio, California y es hora de regresar a casa”.
Solitario y de pocas palabras. Poco sociable. Exclusivo de su hija Priscila y nostálgico de su perro Pirata, que ya no está. Indiferente y despreocupado por las críticas de la prensa. Se ganó la vida mucho tiempo haciendo tatuajes. Nacionalista creíble; evocó a los tripulantes del ARA San Juan y a los soldados de Malvinas, en su indumentaria, sobre el cuadrilátero. Orgulloso de sus recuerdos junto al “Chino” Maidana, cuando de pibes compartían una pieza de 3x3, en Esperanza, Santa Fé, soñando en poder lograr lo que, finalmente, lograron. De una familia de boxeadores, su papá Mario lo fue, su hermana Soledad, ex campeona mundial y su hermano Walter, ex retador mundialista, constituyen un bastión pugilístico, que llevó – incluso- a su mamá Doris Steimbach, hermana de Miguel, un mediopesado que boxeó con Jorge “Locomotora” Castro, a subir al ring para saber de qué se trataba este oficio familiar, ganando su único match realizado. Además, está emparentado con la familia de Omar Narváez.
La gran inactividad expuesta con la realización de sólo dos peleas en 27 meses le cobró un alto precio. Su falta de convicción, carencias en tiempo y distancia, fueron palpables e indisimulables. En una pelea muy pobre, dos jurados lo consideraban ganador hasta el momento de la definición por 69 -64 y 68-65; el restante otorgó ventajas para Tiram, por 68-65. La Tarjeta de: La Nación, señalaba 67-66, para el argentino.
Matthysse, consiguió uno de sus mejores K.O en la pelea más inquietante y desvaída de su brillante y añeja campaña de 14 años de profesionalismo Su asombrosa pegada puede sostener una comparación histórica con el santafecino Julio Cesar Vásquez, sobre quien ha sido el “tirador” más poderoso de los últimos veinticinco años, en el país.
Las fotos de tal maniobra, la dramática recuperación de su oponente y la escenografía del campeón naciente, son acciones incuestionables que quitan del camino eufórico cualquier tipo de objeciones. De críticos y fanáticos. En este caso, aún perduran fantasmas del pasado, que aparecieron en su derrota por K.O ante Viktor Postol, en 2015 y todavía, no se fueron de su mente ni de su andar en el ring. Y eso se vio. Reaparecieron.
Matthysse volvió al ruedo. A su manera, denunciando su inactividad y el paso de los años pero ratificando que con sólo una mano puede terminar un combate, en el instante menos esperado. Ante un ignoto como Terán o ante el mejor del ranking; que –seguramente- emergerá en su próximo pelea.
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