Maravilla Martínez: un knock out intrascendente que acelera un objetivo que cuesta comprender

Es muy difícil deducir que están preparando, a modo de sociedad silenciosa, el bonaerense Sergio “Maravilla” Martínez, de 47 años, ex bicampeón mundial de los medianos jr y mediano (2008 – 2014) y la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) en torno a un presente agitado que puede deparar todo tipo de noticias. Sobre todo, aquellas que combinan lo grandioso y lo riesgoso. Algo que el propio Martinez diagramó y a su manera está cumpliendo al pie de la letra. Con un objetivo definido, ganar una de sus dos coronas : la del kasajo Gennady Golovkin, supercampeón, o el cetro regular en poder del cubano Erislandy Lara.

Su victoria en la madrugada de este lunes en el salón central del Convention Center del hotel Caribe Royale de Orlando Florida, fue el punto final de una espera soporífera de una decena de combates previos y con no más de doscientos estoicos “sobrevivientes” en el recinto. Con una izquierda en cross al cuerpo, noqueó en el segundo round al moreno estadounidense Noah Kidd, quien fue a la lona sin mayor resistencia. En lo previo, Kidd era muy poco. Un modesto preliminarista de 6 victorias, 6 derrotas y 2 empates. Sobre el ring, fue – aún- menos que eso. Costaría hacer una crítica válida este match, excluido de la transmisión televisiva de CBS Network Sports, que fue cerrada dos horas antes de que el quilmeño ascienda al ring. Fue la prueba con menor oposición de su vuelta al ring en 2020 pero estadísticamente fortalecerá su tercer puesto en el ranking mundial.

Por qué razón valedera pelea “Maravilla”. ¿Por dinero? ¿Por vanidad? ¿Por gusto? ¿Por desafío al paso del tiempo? La respuesta absorbe un poco de cada cosa. Mantiene un estado atlético y una imagen pugilística impecable y eso merece ser destacado con una calificación de diez puntos. Pero el pobrísimo nivel de sus oponentes le quita lógica y seriedad a cualquier quimera que pregona. Volvió a pelear, volvió a ganar y salió indemne de todo tipo riesgos que le propone esta aventura que él mismo creó en base a su verborragia e inventiva declaratoria que conmueve a mucha gente pero satura a quienes conocen los secretos de este oficio.

El 15 de febrero cumplirá 48 años y probablemente al poco tiempo volverá a boxear. Con una edad en la que George Foreman y Bernard Hopkins hicieron historia. Toma como base esos lineamientos para resucitar sus días gloriosos, aunque alguna vez tendrá que hacerlo ante un boxeador de jerarquía, con las mismas jinetas que él tuvo hace una década.

Cuidar su imagen -importantísima y decisiva en el relanzamiento del boxeo argentino del Siglo XXI- es un tema que no lo desvela. Mas allá de sus “quijotadas y planteos” seguirá siempre en observación por parte de una crítica pura que lo valoró y pretende protegerlo, en este arte cada vez más insensible con las leyendas como “Maravilla” Martínez. Riquísimas para experimentos de finales inciertos.

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