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Jonathan Barros: un desafiante herido y rabioso
Todos quedaron paralizados aquel 25 de febrero pasado. Principalmente, el mendocino Jonathan Barros, que, cercano a reconquistar el titulo mundial de los plumas, recibía una advertencia de la Comisión Atlética del estado de Nevada, redactada con términos de ley marcial: “Sus estudios sanguíneos arrojan resultados positivos de hepatitis C y queda inhabilitado para boxear ante Lee Selby, en Las Vegas, por la corona de la FIB”. El pugilista cuyano de 33 años pareció derrumbarse frente a esa catástrofe inesperada. A horas de su acto cumbre, su carrera y su futuro quedaban en manos de laboratorios y bioquímicos.
No hubo pelea y fueron pedidas, al instante, las contrapruebas reglamentarias. Y todo volvió a la normalidad. Esta vez, el hemograma determinó un panorama aliviador: “No hay irregularidad alguna en sus chequeos. Apto para todo servicio”. Y a partir de esta vacilación absurda e incomprensible se gestó una encendida disputa administrativa y legal que culminará mañana en el cuadrilátero del célebre Wembley Arena, de la capital inglesa (televisará TyC Sports, a partir de las 17).
Barros, campeón pluma de la AMB en 2010-2011, emergió de una infancia dura, cruel y sacrificada. Su madre se alejó del hogar, y Jonathan, junto a su padre, se hizo cargo de la crianza de sus cuatro hermanos menores en las afueras de Tunuyán. Gestó un temple muy especial y lo mostró en el ring, en cada pelea. Sobre todo contra primeras figuras, como el cubano Yuriokis Gamboa, el panameño Celestino Caballero y el estadounidense Mikey García, con quien peleó de igual a igual pese a ser noqueado.
El cuyano tiene herida su alma y se sintió manoseado por el maltrato y la desconsideración recibidos meses atrás de parte de promotores y dirigentes. Y ello, quizás, le otorgue ahora la determinación que muchas veces le faltó para obtener mejores resultados.
¿Quién es Lee Selby? Un galés de 30 años. Carente de matices destellantes sobre el ring. Técnico y de buen boxeo. Sin pegada de nocaut. Ganador de 24 peleas, nueve antes del límte. Sus victorias mundialistas sobre el ruso Ev Gradovich, el méxicano Fernando Montiel y el estadounidense Ed Hunter, fortalecen su registro y su momento.
El campeón sobrellevará un drama personal; la muerte de su mamá, Frankie, acaecida hace cinco días. “Nunca pensó en postergar la pelea a pesar de este dolor”, señaló su manager, Jaime Sanigar.
Selby no será el protagonista central de la cartelera, pese a tener el apoyo del público londinense. El inglés Chris Eubanks jr., de 27 años, hijo del afamado ex campeón mundial, será la gran figura del espectáculo, combatiendo con el armenio Arthur Abraham, un veterano ex campeón del mundo que jugará su última gran carta. A todo o nada.
Aliado a la efervescencia causada por la reciente victoria del bonaerense Brian Castaño, campeón mundial interino de la AMB, en Francia, el mendocino Barros intentará consolidar esta reacción del pugilismo nacional con un triunfo consagratorio y pasional. Como aquel conseguido por su comprovinciano Pascual Pérez, en apenas 2m48s, con un KO espectacular al galés Dai Dower en 1957 en la cancha de San Lorenzo. Ello constituye un antecedente histórico que ahora se renueva: Argentina vs. Gales.
Consagrarse en Londres es un objetivo soñado para todo pugilista profesional, y sobre todo para un argentino. No hace falta explicar por qué.
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