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Jeremías Ponce, un boxeador a la antigua: sin promotores y con un viejo maestro de entrenador
Hay una sonrisa distinta. También una mirada más mansa y sincera. Los berretines de pibe pendenciero son parte del pasado. A los 24 años, Jeremías Ponce disfruta del presente y se ilusiona con su futuro gracias al boxeo; tiene los sueños dibujados en su rostro y la mente limpia para cumplirlos. Sabe más que nunca que su destino está en sus manos y en la confianza de los suyos. Lejos del sistema de promotores y manager que rige la actividad, es una de las joyitas del pugilismo nacional que busca hacer historia a su manera. "Es fundamental estar rodeado de buena gente y mantenerse con los pies sobre la tierra. El que se las cree, pierde", dispara apenas comienza a desandar su historia con la nacion.
Formado y manejado a la vieja usanza por el experimentado técnico Alberto Zacarias, de 61 años, al pibe Ponce no le pesa el mote de "esperanza" que porta desde el mismo día que debutó como profesional y comenzó a acumular triunfos con solo 19 años. Tiene hambre de gloria. Actualmente es campeón mundial IBO, una entidad no reconocida por la FAB, y dueño de los títulos argentinos y sudamericano de la categoría ligero. En el mes de marzo viajará a Rusia para afrontar el compromiso más duro de su carrera, ante el local Eduard Troyanosky, ex monarca superligero de la Federación Internacional de Boxeo, con la premisa de seguir dando pasos hacia el sueño que lo desvela: ser campeón mundial de algunos de las cuatro entidades reconocidas por la Federación Argentina de Box (CMB, AMB, OMB y FIB).
–¿Cuales son los planes para el año 2021?
–Me siento preparado para subir el nivel de oposición. Esta pelea con el ruso Troyanosky es una buena medida para ver dónde estoy parado. Alberto siempre me dice que no tengo que quemar etapas y que todo se debe dar a su tiempo. Obviamente, anhelo y quiero tener una chance por el título mundial de algunos de los organismos más importante.
–¿Es una presión que te nombren constantemente como una promesa del boxeo nacional?
–A mí me enseñaron Alberto y Patricio (Zacarías) que no hay que creérsela. Todo lo que digan, bueno o malo, hay que tomarlo con pinzas. Cuando todo va bien te felicitan y cuando las cosas salen mal es al revés. Lo tomo con tranquilidad, no pienso mucho en eso. Le doy la importancia que se merece y nada más. Eso no debe afectar mi objetivo de pelear por un título del mundo.
–¿Te sentís boxísticamente maduro para afrontar desafíos en el primer nivel mundial?
–Si bien tengo muchas peleas y soy campeón del mundo IBO, siento que recién estoy despegando boxísticamente. Tengo mucho tiempo para aprender y lo que te permite aprender son las peleas. Es necesario superar pruebas y etapas para ir madurando.
–¿En qué considerás que tenés que seguir mejorando?
–Físicamente me falta mejorar mucho. Si bien en la última pelea se me vio muy bien en ese aspecto, todavía tengo que ser más fuerte. Y también tengo que trabajar en la técnica. Todavía no llegué a mi techo. Para eso debo seguir subiendo el nivel oposición.
La historia de Ponce no escapa a la de muchos pibes que encuentran la salida a los peligros de la calle en la práctica del boxeo. La bronca que hoy todos vemos en sus manos cuando sube al ring, es la misma que lo ayudó a forjar el espíritu de boxeador. A los 14 años, después de probar en un gimnasio de su barrio, José Mármol, en el sur del Conurbano bonaerense, llegó a la Escuela de Boxeo Santos Zacarías, a cargo de Alberto, hijo del legendario entrenador que condujo a la gloria a Sergio Víctor Palma y Juan Martín Coggi, y convirtió su destino. "El boxeo te va atrapando a medida que te van saliendo las cosas. Todos los días se aprende algo nuevo y se va perfeccionando", afirma.
Una sólida carrera amateur, un precoz debut en septiembre de 2015, con apenas 19 años, una serie de 27 victorias consecutivas (17 KO) y dos triunfos relevantes en Italia y Alemania (le ganó a Rico Müller por puntos) lo posicionaron como uno de los mejores boxeadores argentinos de la actualidad. "Va a llegar lejos porque tiene talento y responsabilidad. Sabe escuchar y aprende rápido. Es una pena que por cuestiones políticas la FAB no lo reconozca aún como campeón mundial", comenta Zacarias sobre la actualidad de Jeremías.
–Estás bien clasificado en el ranking FIB, ¿te gustaría tener una chance en algún organismo reconocido por la FAB o la idea es defender el título IBO?
–Por ahora salió lo Troyanosky, que es por título IBO. Y también es un nombre importante que me va a servir de medida para evaluar pasos futuros. La idea es ir este año por alguna corona, pero no por la FIB, donde el campeón es el británico Josh Taylor.
–Si te dieran la oportunidad de elegir, ¿a cuál de todos los campeones de tu peso te gustaría enfrentar?
–Para ser campeón hay que ganarle a los campeones. No importa cuál. Pero si tuviera que elegir, el que más me conviene por estilo y jerarquía es el norteamericano Mario Barrios, el campeón regular de la AMB. Alberto se está moviendo para que este año se pueda dar esa pelea.
Lo que Paco Bermudez fue para Nicolino Locche o lo que Amilcar Brusa para Carlos Monzon, Alberto Zacarias lo es para Jeremías Ponce: su formador y faro profesional. La relación excede a lo de técnico; Zacarias es un padre putativo de Ponce, que defiende sus intereses boxísticos, económicos y personales. Se encarga de promover sus peleas y negociar las ofertas que llegan sin aceptar intermediarios ni contratos con promotores. Es técnico y manager al mismo tiempo, algo poco usual para el boxeo moderno. "Tengo mucha confianza en Alberto. Gracias a sus consejos hoy tengo mi casita y a mi familia no le falta nada".
–Al no tener contrato con un promotor, ¿pensás que te es más complicado acceder a buenas peleas?
–Es más complicado participar de carteleras televisadas. Pero nos da la libertad de elegir sin compromisos las ofertas que nos hacen. Alberto se encarga de evaluar todo y decidimos juntos lo que más nos conviene sin la presión de un contrato con un tercero. Cuando las ofertas no llegan, Alberto y Patricio, su hijo, se encargan de armarnos los festivales para que podamos sumar unos mangos con la venta de las entradas, porque estamos convencidos que en algún momento van a llegar las oportunidades.
–¿Es verdad que te tentó Bob Arum y la Top Rank?
–Hubo ofertas importantes para pelear en Estados Unidos, pero evaluamos que no era el momento. Hace unos días nos ofrecieron pelear con Adrian Broner y también la desechamos.
–¿Para cuándo esperás esa gran pelea?
–Si bien uno puede organizar y proyectar la carrera en el boxeo, no se sabe nunca qué puede pasar. Si me lastimo la mano, ojalá que no pase, y tengo una pelea, se posterga. Hasta que no estás arriba del ring, no sabés nada. Capaz sale una pelea por el título en dos semanas o en 10 años... Yo espero que este año se pueda llegar a una corona mundial y en dos años estar en el máximo nivel profesional. El futuro no lo aseguro siendo campeón mundial, son las peleas grandes las que dan ganancias. Y para eso todavía falta un poco.
El boxeo es mucho más que su oficio y su cable a tierra. No solo transformó su futuro profesional, también le dio la posibilidad de formar una familia: Ponce está en pareja desde hace cuatro años y medio con Iara Altamirano, campeona argentina de la categoría gallo. "Nos conocimos en el gimnasio. A veces guanteábamos juntos y ahí nació la atracción. Insistí tanto que al final lo conseguí y hoy somos una hermosa familia", relata.
–¿Qué tuviste que cambiar para que hoy seas lo que sos en el boxeo?
–Mi actitud frente a la vida. Si no me hubiese metido en el boxeo vaya a saber dónde estaría ahora y qué estaría haciendo.
–¿Es difícil ser boxeador y vivir del boxeo en Argentina?
–Es muy sacrificado, porque se gana poco y no podés dedicarte a tiempo completo. Hoy, gracias a dios, vivo por y para el boxeo. Pero antes tenía que seguir laburando como albañil para poder llegar a fin de mes...
–¿Cuál es tu sueño en la vida?
–Que no le falta nada a mi familia y que mis hijos crezcan sin las carencias que yo sufrí. Eso, creo, es mas importante que un cinturón de campeón.
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