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Impacto en Cuba: 60 años después de la prohibición, se permitirá que los boxeadores sean profesionales
Luego de décadas de supremacía en el plano amateur y de deserciones dramáticas
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En 1976, Muhammad Alí ya tenía 34 años y su mejor forma y condición habían pasado hacía rato. Su carrera estaba inmersa en un interrogante, pese al magnetismo que todavía generaba. El hábil promotor de boxeo Don King buscaba algún golpe de efecto que pudiera reinstalar al bocón de Louisville en los primeros planos. Entonces, el hombre de los pelos parados fijó su vista en un joven prospecto del peso pesado que había dado la sorpresa en los Juegos Olímpicos de Múnich 72 y que había dejado a todos extasiados con su participación en Montreal 76. Se llamaba Teófilo Stevenson, tenía 10 años menos que Alí y llevaba colgabas dos medallas doradas olímpicas consecutivas en el peso pesado. Pero había un detalle no menor en esta alocada idea de Don King: el muchacho buscado era cubano y en su país no estaba permitido el boxeo profesional. Tres años después de la revolución que llevó al poder a Fidel Castro en 1959, en la isla la práctica del deporte pasó a ser únicamente amateur, y eso incluía -lógicamente- al boxeo. Fue desde entonces que los boxeadores cubanos desarrollaron todo su potencial sin cobrar dinero a cambio y dominaron durante las siguientes décadas el deporte de los puños en cada Juego Olímpico.
La apuesta de Don King -y luego la de otro promotor fuerte, Bob Arum- se chocó contra los ideales irrompibles de Teófilo Stevenson: “No dejaré mi país por un millón de dólares ni por mucho más. ¿Qué significa un millón de dólares comparado con el amor de ocho millones de cubanos?”, dijo el campeón olímpico ante la millonaria oferta del promotor. La pelea nunca se hizo y Alí respondió con una humorada desde su visión materialista de la cuestión: “Es un buen amateur, un peleador de tres asaltos... pero si le ofrecieron millones y no los tomó, entonces es un maldito tonto”. Incluso, unos años antes, cuando Stevenson causaba furor entre los amantes del boxeo, la revista norteamericana Sports Illustrated le dedicó una portada a Stevenson con el título “Antes Rojo Que Rico” y un artículo en el que decía: “Démosle dos, quizá tres años más, y probablemente tendremos en él a un campeón mundial de los pesos pesados del boxeo profesional... aunque él asegure que no lo hará”.
En las últimas horas, una noticia sacudió el universo deportivo. Según consigna el periodista mexicano Salvador Rodríguez, la Federación Cubana de Boxeo llegó a un acuerdo con la empresa Golden Ring Promotions para que sus peleadores, incluidos los campeones olímpicos Julio César La Cruz, Arlen López, Roniel Iglesas y la joven sensación Andy Cruz, puedan hacer su debut profesional en mayo próximo. Es decir, 60 años después, el boxeo cubano permite a sus competidores ganar dinero por sus peleas.
“Desde hace tres años y medio estamos trabajando en un contrato que realmente se corresponda con la filosofía del deporte cubano, en el caso de la inserción de nuestros boxeadores al boxeo profesional. En una primera etapa, se hará participar un equipo de cinco o seis boxeadores en Europa contra los europeos o en Latinoamérica, que regresarán a la escuela cubana de boxeo”, dijo Alberto Puig, presidente de la Federación Cubana de Boxeo.
“Buscaremos ubicarlos (a los peleadores) en los rankings de todos los organismos del boxeo profesional por quienes tenemos un profundo respeto. Los boxeadores contarán con todo el apoyo de las autoridades deportivas de Cuba, entrenarán en la Habana y viajarán para tomar parte de los combates profesionales”, señaló Gerardo Saldívar, presidente de Golden Ring Promotions.
Cuba ha tenido siempre una gran tradición boxística, con emblemas como Kid Chocolate en los años 30 y Kid Gavilán en las décadas del 40 y 50. En la era post revolución, se destaca el caso de José Mantequilla Nápoles, que prefirió radicarse en México y realizó una gran carrera profesional, en la que en nuestro país se lo recuerda como rival de Carlos Monzón.
Encuentro con Fidel
Aquel intento de seducir a Teófilo Stevenson para realizar una millonaria pelea con Muhammad Alí no prosperó, aunque tuvo varios capítulos, y significó una nueva muestra de las diferencias entre los dos sistemas político-sociales que dominaron el mundo en la segunda mitad del siglo XX. En 1978, el propio Fidel Castro se involucró en las negociaciones. Lo que proponían desde Cuba era realizar cinco combates a tres asaltos (en lugar de los 10 que proponían desde el lado estadounidense), duración que tenían los combates amateurs. El choque nunca se materializó.
Finalmente, Muhammad Alí y Teófilo Stenvenson se encontraron en La Habana, pero muchos años después. Fue en 1996, cuando el vencedor de Joe Frazier y George Foreman, entre otros, visitó la isla con una delegación humanitaria conformada por la Cruz Roja Internacional. “Golpéame aquí, dale”, le dijo Fidel Castro a Alí señalándose la cara, en tono de broma, un gesto que fue inmortalizado por la fotógrafa Hazel Hankin.
Las deserciones
En los años siguientes, a la par del dominio que los pugilistas de la isla mostraban en los distintos Juegos Olímpicos (vale destacar que Stevenson volvió a ganar el oro en Moscú 80), muchos integrantes de los seleccionados cubanos comenzaron a desertar, sobre todo a partir de los años 90, cuando su país sufrió una grave crisis económica y social que fue conocida como “Período Especial”.
El caso más emblemático fue el de Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara, que abandonaron la delegación en los Panamericanos de Río de Janeiro, en 2007, pero fueron encontrados en Brasil y enviados a Cuba por el gobierno de Lula. Apenas llegados a La Habana, fueron interrogados e inmediatamente expulsados de la selección nacional de boxeo. Se convirtieron en parias. Rigondeaux escapó sin su familia a Miami. Después lo siguió Lara. Ambos terminaron siendo campeones mundiales en los Estados Unidos.
Otro caso resonante fue el de Joel Casamayor, campeón olímpico en Barcelona 92, que junto con Ramón Garbey dejó una concentración preolímpica del equipo cubano en Guadalajara para viajar a Tijuana, cruzar la frontera con Estados Unidos y pedir asilo político.
Por aquellos años, Fidel Castro escribió: “El atleta que abandona su delegación es como el soldado que abandona a sus compañeros en medio del combate... llegaron a un punto sin retorno como parte de una delegación cubana en ese deporte”.
Yordenis Ugás es uno de los boxeadores más taquilleros de los últimos años, campeón mundial de los welters. Con un palmarés impecable en el terreno amateur, decidió intentar el sueño de dejar Cuba para hacerse profesional. Pero nada fue sencillo. Lo intentó en seis oportunidades, e incluso sufrió la cárcel, hasta que en 2010 logró llegar a México después de dos peligrosos días en un bote pequeño. Luego se trasladó a Miami y consiguió rearmar su carrera, pero el precio que pagó fue muy alto: estuvo nueve años sin poder ver a su familia.
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