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Gervonta Davis noqueó a Ryan García en la pelea del año en Las Vegas
El estadounidense arrasó a Ryan García, por KO en el 7° round; mostró clase, talento y gran convicción
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Cuando la mano izquierda del estadounidense Gervonta Davis (61.280 Kg) retumbó entre la última costilla y el hígado de su compatriota Ryan García (61.460 kg), quien quedó de rodillas totalmente ahogado al minuto y 44 segundos del séptimo round, se produjo el final de la primera “Superpelea 2023″ que corroboró todas las expectativas comerciales que había despertado, aunque no logró el efecto épico ni la magnitud deportiva esperada por una simple y excluyente razón: hubo sólo un protagonista con mentalidad ganadora en el ring, y ése fue Davis.
El majestuoso estadio T-Mobile de Las Vegas, con sus 20.842 entradas agotadas, eyectó a Davis, tricampeón mundial, como el gran líder de los livianos en estos momentos. Si bien no expuso la corona (AMB), se apoderó de la primacía y las polémicas desatadas en este peso ¿Quién es el mejor? ¿Gervonta?, ¿Devin Haney?, ¿Vasyli Lomachenko?, o ¿Teófimo López?. Todos son muy buenos, tienen clase y muchos títulos; le han dado un brío absoluto a esta categoría.
Davis, de 28 años y 29 victorias consecutivas (27 K.O) tuvo calma y sabiduría para frenar el ímpetu y la buena puntería con la que García arrancó la pelea. Sin embargo, su gancho zurdo puso a Ryan en la lona en el segundo capítulo y allí todo terminó. A partir de ese instante supo que terminaría con el combate en el momento deseado mas allá de los guarismos que sólo le daban una ventaja de 58-55, según el criterio de LA NACION.
García, de 24 años, perdió el invicto en su 24° contienda y pese a sus doce centímetros de ventaja en altura y su buen arranque en base a jabs y directos no pudo lograr situaciones cercanas al remate. No tuvo variantes. En tanto, Davis tuvo una óptima estrategia diagramada por el excampeón Floyd Mayweather -su actual manager y asesor- y aplicó 18 golpes al cuerpo en los 19m44s que duró este desafío. Y eso lo llevó a la victoria. Su tarea no tuvo espectacularidad ni lucimiento supremo y fue efectivo noqueando con un esquema defensivo. Podrá elegir entre 59 y 62 kilos al rival que quiera para su próxima pelea.
García fue una decepción absoluta. Corroboró su inmadurez internacional y quizás sus permanentes litigios y exigencias soporíferas hacia Oscar de la Hoya, su apoderado, hayan sido el motivo por el cual “Golden Boy Promotions” –su empresa representante- aceptó este match. Su futuro es un acertijo.
El reparto de los millones y el PPV
García debió ceder gran parte de las ganancias para acceder a esta pelea. Los seguros de las bolsas se distribuyeron con un 50% a favor de Davis. Un mínimo de 5 millones de dólares para el moreno de Baltimore y sólo 2.5 millones para él. Aunque las cifras definitivas se conocerán tras los recuentas de los ingresos por la venta del PPV (pago de abonos por cable) de un costo de 85 dólares por cada hogar. La tabla de valores establecida fue la siguiente: si llegan a expender 500.000 PPV cobararán 21 millones para cada uno; si se consumen 750.000 PPV habrá 31 millones para cada púgil y si alcanzan la cifra – poco factible- de 1.000.000 de PPV se distribuirán 42 millones. En todos los casos García deberá ceder un porcentaje a Davis. Así se fijó el negocio, aunque nadie se anime a comentarlo.
¿Quién es Davis?
Un joven que nació y se crío en Winchester, uno de los peores barrios de Baltimore. A los cinco años, sus padres Garrin y Kenya, fueron arrestados por consumo y venta de marihuana y él deambuló por orfanatos y los hogares de algún familiar lejano. Sin afectos. Con seis años de edad ingresó al gimnasio local: Upton Boxing Center y allí conoció a su entrenador de toda la vida: Calvin Ford, un ex traficante de drogas que tras cumplir diez años de condena, se convirtió en su guía. Personal y deportivo. Sin embargo, nada fue fácil para él. Estuvo a punto de morir a los 15 años en una balacera donde fallecieron sus amigos y desde 2017 en adelante estuvo inmerso en casos policiales. Robo, peleas callejeras y violencia doméstica. Forcejea con un expediente judicial que aún pone en riesgo su libertad: un accidente automovilístico en el que destrozó su Lamborghini chocando e hiriendo a cuatro pasajeros del auto con el que colisionó. Esa causa no está cerrada y nadie sabe cómo terminará.
“Soy la cara del boxeo”
Habló poco, pero dijo mucho ante la prensa tras el match. “Estoy muy feliz; había visto pelear a Floyd Mayweather, vi cantar a Rohana en el Superbowl y soñaba con una noche como ésta. Conmigo como eje de todo. La realidad definitivamente iguala a los sueños. A Ryan traté de ponerlo nervioso en los últimos días e insistirle que lo iba a noquear en el séptimo round. Se dio así. No lo busqué, es más…creí se iba a levantar y se lo grité; ¡Vamos arriba!, me hizo una seña de resignación. Estaba ahogado y agotado. Ahora tomen nota: ¡Soy la cara del boxeo!”
Tiene todo el derecho y el mérito a vivir una jornada así. Mostro guapeza, talento y resolución. Eso se denomina: obra. Mañana, sin embargo, empezará para él lo más difícil. Convivir con el día a día.
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