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El Vaquero Navarrete y Maxi Verón: los contrastes de la vida y el boxeo
Uno estará ante los ojos del mundo este sábado en Kissimmee, Estados Unidos, tratando de fortalecer su imagen de bicampeón mundial, ante el puertorriqueño Christopher Díaz; el otro, con 12 triunfos y 4 derrotas, en ningún momento logró el rótulo de “promesa o gran candidato”.
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Las realidades que definen los presentes del mexicano Emanuel “El Vaquero” Navarrete y el bonaerense Maximiliano Verón ilustran los grandes contrastes con los que convive el boxeo al mismo tiempo: el auge y el ocaso, la ilusión y la desesperanza, la protección, la necesidad, y hasta el modo crudo y dramático con que podría palpar la puja entre la vida y la muerte.
La geografía de estas situaciones no tiene fronteras definidas, pero hay un boxeador lesionado (Verón), que pelea por su supervivencia en Rosario, Santa Fe. En tanto, en un plano de opulencia y euforia, Navarrete estará ante los ojos del mundo este sábado a la noche en Kissimmee, Estados Unidos, tratando de fortalecer su imagen de bicampeón mundial forjada en base a un estilo áspero y atractivo. Y esta disparidad de vivencias motiva un análisis tan irritante como real y tan doloroso como sensible.
Maximiliano Véron tiene 32 años y es de peso welter (66,676 kilos) que más allá de haber recorrido todos los ciclos de TV nunca pudo consolidarse en el boxeo nacional. Con un récord de 12 ganadas y 4 perdidas, en ningún momento logró el rol de “promesa o gran candidato”. Devoto de su trabajo y peleador profesional, entregó lo mejor de sí conectando tres ciudades unidas por las vías del ferrocarril Sarmiento y el tren de los obreros: Luján, su pago natal; Moreno, donde vive, y Morón, sede del gimnasio.
Orgulloso de la gallardía del Deportivo Morón y sus colores, decidió no sólo desafiar a la balanza y bajar su kilaje a los 63,5 del peso welter junior, tuteándose con la posibilidad de una deshidratación manifiesta, sino también de retar al invicto tresarroyense Gustavo Lemos, 3º en el mundial (FIB), y favorito excluyente para ese combate que ganó por KO en el 8º round, en las afueras de Santa Fe.
La ilusión de ganar un puesto en el ranking por 270.000 pesos lo acercó al desastre. Dolores de cabeza tras el match, vómitos, y un hematoma subdural hemisférico que obligó a una operación el hospital Clemente Álvarez de Rosario. En medio de todo este trajín, Verón contrajo Covid-19 en su internación y esto condiciona su recuperación en los tiempos estipulados.
El boxeo no sólo es un deporte. Es, también, un trabajo pasional con muchos “peones de la derrota” que actúan con frecuencia en nuestro medio pero no saben cómo ejercer esa labor. Y quienes los dirigen, menos aún. Los juegos de luces imponentes y las novedades cibernéticas estrenadas en este tipo de espectáculos son destacables, semana a semana, pero ameritarían también sumar gente con conocimientos y sapiencia sobre esta disciplina a la hora de armar los festivales. Sería productivo.
Navarrete, del fratacho a la gloria
Emanuel Navarrete nació y creció en Zitlalpec, en las afueras de México DF. Todos en su familia tuvieron el mismo apodo: “Vaquero”. Y todos fueron primero albañiles y luego boxeadores.
A los 26 años, con dos coronas mundiales ganadas en pesos diferentes y con un registro admirable de 33 victorias (28 KO) y una derrota, expondrá este sábado el título pluma OMB frente al puertorriqueño Christopher Díaz, perfilándose con grandes chances, en una pelea de 12 rounds que será televisada por Space, a partir de las 23.
Nosotros no venimos a #laTiajuana a jugar.#PuroVaqueroNavarrte 🤠💪🏼👊🏼 #Abril24 🇲🇽vs 🇵🇷 pic.twitter.com/DxI4mp30Ja
— Emanuel Vaquero navarrete (@EmanuelNarrete) March 9, 2021
De estilo ofensivo y llamativo, Navarrete se preocupó en explicar que la musculatura y el contorno de su cuerpo fueron forjados por todo el esfuerzo corporal que demandó su trabajo en la construcción. El martillo, el balde, el cortafierros y el cucharín fueron tan importantes como los ejercicios practicados en el gimnasio para moldear su cuerpo. Y ésta es su proclama ante las cámaras y sus colegas. Casi como mensaje a todos los humildes que comporten estas dos labores.
Emanuel y Maximiliano son emergentes de las mismas raíces, pero con destinos distintos. Lucharon –siempre– por concretar el mismo sueño, pero el boxeo les ofreció dos epílogos diferentes. Tan duros como reales.
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