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El análisis de Osvaldo Príncipi: ¿Andy Ruiz logrará ganarle a Joshua de nuevo?
Andy Ruiz nació en El Imperial, California, Estados Unidos, pero todas las postales que grafican la evolución de su vida lo exhiben con el clásico sombrero del charro mexicano, una tradición que arrastra por sentimiento real y por la sangre de sus padres. Su imagen es la de un antihéroe perfecto para las esferas del boxeo. Escasa altura para el peso pesado: 1,88 metros y de kilaje excesivo, que desde el día de su debut en 2009 alguna vez tuvo un piso de 113 kg y ayer, en el pesaje para su pelea con el inglés Anthony Joshua, casi tocó su pico más alto: pesó 128 kg, a 2kg de su máximo de 130. Siempre optimista y portador de una sonrisa infantil, distante del horror y el miedo –siempre necesarios– para promocionar a este deporte.
Este sábado subirá al ring con 7kg más que en la noche de su resonante victoria ante Joshua, que el 1 de junio lo consagró campeón mundial de los pesados (FIB, AMB, OMB) y conmovió al ámbito noticioso por los distintos períodos vividos en sus 30 años convirtiéndolo en un favorito de la gente. Sufrió bullying infantil por obesidad, pasó por las pandillas callejeras más bravas de Los Ángeles y fue agasajado por Andrés López Obrador, presidente de México, en el Palacio de Gobierno, con los mejores acordes. Quizá la suma de todos estos factores es lo que potencie al combate que este sábado sostendrá en Diriyah, Arabia Saudita, con transmisión de ESPN desde las 13. (Se estima que la pelea estelar comenzará después de las 17).
Ruiz amenaza y vocifera repetir su KO. Tiene un récord de 33 éxitos, 22 antes del límite y una derrota injusta ante el neozelandés Joseph Parker, cuando disputó por primera vez la corona de los máximos en 2016 y los arábigos creyeron en él.
Arabia Saudita, un país con una superficie desértica casi en su totalidad (95 %) dejará de hablar este fin de semana del avance meteórico de su obra magna: la torre Yedá, que será la más alta del mundo, por inaugurarse en 2020, con 1.009 metros de altura y un costo final de 1.230 millones de dólares. Tampoco importarán los cotos de caza de rapiñas preparados para los turistas más pudientes ni nada estrambótico. Todo será boxeo en un estadio adaptado para 15.000 espectadores que será desmantelado tras el evento y gran parte de las 280 toneladas de acero utilizadas para el armado del mismo se ubicarán en otras obras. Nadie sabe sobre el suceso o fracaso la venta de entradas, valuadas entre 1.950 dólares, las más económicas y 13,350 dólares, las preferenciales.
¿Qué se puede esperar de Joshua?
Fue tan decepcionante su traspié anterior, sin valías pugilísticas ni anímicas, que lo postergó por completo. Su 1,98 metros, integrado a un físico imponente de 115 kilos, no despierta confianza. El recuerdo de su medalla de oro en Londres 2012, su consagración en una pelea heroica ante Wladimir Klitschko, ante 90.000 personas, en el estadio de Wembley en 2017, se asemejan a fantasmas dormidos que él mismo deberá despertar. Su pasado oscuro juvenil, ligado al cannabis y su venta clandestina, se convirtió en una historia tediosa e ignorada.
Con 30 años y un récord de 22 ganadas y una perdida, buscará su propia revancha, esta vez y a diferencia de su rival, con 5 kg menos que en el combate de Nueva York. Su espíritu se la exige. Y su interior, es su propio condicionante. Pese a todas estas falencias de "alma" se eyecta como favorito, en la teoría boxística, ante Ruiz, cuyo corazón de león requiere de otros complementos técnicos para perdurar en el sitial de Rocky Marciano y Muhammad Alí. Hay una superioridad manifiesta a favor del inglés que deberá hacer prevalecer, más allá de su decepcionante y fresco traspié. Y estos valores aparecen en escena para esta ocasión.
Presumimos una pelea más corta que la anterior, en la que ambos visitaron la lona. Esta vez, se conocen y saben lo que deben hacer. Joshua, tiene todas las herramientas para volver a ser parte de lo que se pensó podía ser. Y Ruiz no debe dejar de soñar. Ello, lo convirtió en lo que es: el campeón de los pesados.
Será el gran desquite de una de las grandes sorpresas en el historial del peso completo: Alí pudo vengarse de Leon Spinks, que lo había destituido del trono en su octava pelea profesional en 1978. El británico Lennox Lewis, fue noqueado por Hasin Rahman, cuando el mismísimo Nelson Mandela le había preparado su gran tributo en Carnival City, en 2001. En la revancha, Lewis puso las cosas en su lugar. Hace casi cien años, Gene Tuney, sorprendió de ida y vuelta, batiendo a Jack Dempsey, en 1926 y 1927. Mike Tyson nunca tuvo oportunidad de volver a ver a James Douglas, después de ser noqueado en Tokio, en 1990.
Esta pelea se relaciona con estas aventuras del boxeo de todos los tiempos. Y es valioso y meritorio, para justificar el consumo que tendrá cuando esta noche suene la campana del primer asalto.
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