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Brian Castaño: una tarea notable ante Charlo, entre el localismo y el “robo”
Empataron en un mal fallo de 12 rounds y cada uno conservó las coronas
- 6 minutos de lectura'
La notable actuación del bonaerense Brian Castaño, la retención de su campeonato mundial mediano Jr (OMB) ante el estadounidense Jermell Charlo, poseedor de las coronas CMB, FIB y AMB, y la considerable suba de sus acciones en la industria boxística norteamericana, no deberían relegar mérito alguno ante todas las polémicas desatadas por un empate extraño que lo perjudicó, en San Antonio, Texas.
El veredicto particular de los jurados estadounidenses fue el siguiente: Nelson Vazquez, 117-111 para Charlo; Steve Weisfeld, 114-113 en favor Castaño, y Tim Cheatham optó por igualdad en 114. LA NACION señaló 116-112 para el argentino.
Nos preguntamos entonces: ¿Fue “robado” Castaño por los intereses del negocio que protege a los gemelos Jermell y Jermall Charlo tal si fuesen atracciones regionales? ¿Fue castigado con un mal fallo que benefició en exceso los cuatro rounds explosivos de Charlo en todo el combate? ¿Por qué razones no se apreciaron -como correspondía- los ocho asaltos en los que Castaño marcó claras diferencias? Las respuestas nos llevarían a priorizar al boxeo como espectáculo y no como deporte. Valorando los estallidos y las “bombas” sobre la estrategia y la elaboración en el cuadrilátero.
Brian Castaño hizo la mejor pelea de su vida. Realizó todo lo que debía hacer para contrarrestar el favoritismo y la potencia física de su oponente, Jermell Charlo, que ratificó en el ring todas las debilidades y virtudes que alimentaron el comentario previo de este pleito. Y Castaño, las “leyó” en modo impecable y acomodó muy bien sus ideas tras tutearse con el primer contragolpe temible del mellizo, que lo conmovió en el segundo asalto.
Dos horas después del match, Castaño asistió a la conferencia de prensa oficial con sombrero texano. Satisfecho por su tarea pero no exultante. Con el correr de los minutos, reflexionando en los camarines tras el combate, fue consciente de dos factores fundamentales que no resaltó en demasía al declarar ante las cámaras de TV: el resultado del cotejo y del poder del oponente. Dijo entonces: “Me siento robado. Gané yo y Charlo se sus llevó tres cinturones que yo necesitaba. El tiene lo que es mío, se lo gané en el ring. Pero hay algo para destacar: su pegada. La sentí bastante en el segundo round, mucho durante todo el décimo y algo en el undécimo. Me confié y no pude cerrar la batalla con el lucimiento que quería”.
Cuando Brian Castaño reaccionó con un achique veloz de distancias para llevar a Charlo al encordado pudo cambiar el rumbo del cotejo. Y así lo hizo. Ganó los rounds 1, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9. Trabajó con convicción y mentalidad ganadora. No lo achicó la investidura de Charlo y reflotó sus golpes de poder que dañaron a Jermell en el tercer asalto. Le pegó como nadie lo había hecho en su carrera de 34 éxitos (18 KO), un revés y un empate. El matancero tuvo sagacidad para pelear en zonas reducidas con un brillante trabajo de izquierda, en apertura y remate.
Muy relajado, se mantuvo ante la prensa texana y acotó: “Los dos nos sentimos las manos y no solo demostré pegada sino todo lo que aguanto. Tengo mentón duro y eso es valioso. Sin la gran preparación física y técnica con la que llegué a esta pelea no hubiese podido sobrevivir a Charlo. El juez que me dio 117-111 en contra no estuvo en el estadio ¿Qué dijo Jermell de eso?”.
Enterado que Charlo también se sintió vencedor en una pelea pareja pero objetando la tarjeta absurda del jurado Vázquez que lo benefició con seis puntos en su haber, Brian agregó: “Me parece muy bien que diga eso y reconozco la injusticia. Ni él mismo puede admitir que ganó nueve rounds”.
Castaño monopolizó el match hasta el décimo round. Costaba creer que nada extraño sucedería. ¡Y sucedió!. Un golpe de Charlo le puso dramatismo y épica al tramo final y decisivo. Y quizás, en ese domino, intenso y fogoso, se tejió una imagen del combate que fue irreal. Castaño sobrevivo a la cacería de los nueve minutos finales y Charlo se convirtió en el calderero del infierno recuperando fuerzas y puntería. No obstante al cabo de los treinta y seis minutos, Castaño fue mucho más de lo esperado, halló su máximo rendimiento y ello minimizó la tarea y la patente pugilística del moreno texano.
Ya cansado y mirando la hora ante los reporteros , Brian exclamó: “Algunos dicen que fue la pelea del año. Entonces, hagamos la revancha. Que él diga lo que quiera, que ganó en fallo cerrado y que me pone nocaut en la próxima… Lo que quiera. Pero yo deseo la revancha y esas coronas… que van a ser mías. Peleamos cuando y donde quiera”.
Al respecto Sebastián Contursi, su manager, anticipó: “Todos queremos el desquite pero será difícil organizarlo por las defensas obligatorias que ambos deben hacer muy pronto de sus respectivas coronas. Y allí, está el problema. No fue fácil promover ésta contienda y me imagino lo complejo que sería armarla otra vez”.
Si bién Contursi no oficializó nada, existen rumores insipientes que indican que el estadounidense Errol Spence, campeón mundial welter, en caso de vencer al filipino Manny Pacquiao el mes próximo, intentaría subir de peso y desafiar a Castaño. Aunque el australiano Tim Tszyu, lo presione como retador oficial.
Su padre y entrenador, Carlos Castaño, no dudó al decir: “Tenía la toalla en la mano y rogaba no tirarla en el undécimo round. No tengo dudas que ganamos y solo debemos hacer algunos retoques defensivos si volvemos a pelear con Charlo”.
Brian Castaño, a los 31 años, conservó su récord invicto de 17 victorias (13 KO) y 2 empates. Cumplió con todas las expectativas que debía aportarle a este evento. Una gran pelea que despertó un interés absoluto –popular y pasional- en la Argentina y no decepcionó. Superó los escollos físicos de Charlo y “bancó” todos los intereses que aparecieron en su contra. Creció boxísticamente y elevó su prestigio.
Cerró su diálogo con la prensa con una sonrisa tibia: “Me voy de luna de miel con Carolina. Lo merecemos. Trabajamos en familia en pos de este objetivo y nos dio resultado. En agosto vuelvo a San Justo. Estoy fuera de servicio…”.
No le hizo falta posar para la fotografía celebre con la diestra en alto para comprender cómo y porque había ganado; más allá de la perpetuidad de éste salomónico y frustrante empate.
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