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Boxeo: Marcos Escudero, el primer argentino en subirse al ring durante la pandemia
Hay momentos de la vida que marcan a fuego a las personas. Situaciones delicadas e impactantes, que obligan a cambios. A Marcos Escudero Besana, la pérdida de su abuelo materno Norberto, cuando asomaba como una joven promesa de Sarmiento de Junín, lo llevó a dejar repentinamente el fútbol y a calzarse los guantes de boxeo. "No tenía sentido seguir en el fútbol sin la presencia de él. Así que, en 2013, armé el bolso y me fui a Rosario con la idea de estudiar y hacer otra cosa", rememora. Casi sin pensarlo, sumido en el dolor, descubrió la disciplina que hoy lo apunta como una de las esperanzas más firmes del pugilismo nacional.
Este sábado, Machete, como lo apodan sus amigos, se convertirá en el primer boxeador argentino en combatir tras 142 días de inactividad oficial por la pandemia del coronavirus. En el Casino Mohegan Sun de Connecticut se enfrentará al norteamericano Joseph George. Lejos de esas historias llenas de miseria y violencia, la suya está marcada por sueños y decisiones. Tiene en su rostro la infancia de hijo obediente, de actitudes reflexivas, envuelto por el afecto familiar de un hogar sin privaciones. Nació en Córdoba, creció en Arenales, provincia de Buenos Aires, y se hizo boxeador en Rosario, a los 19 años. Actualmente está radicado en West Palm Beach, Florida, donde llegó hace cuatro años sin saber hablar inglés, con solo 1000 dólares y un montón de sueños en su valija.
- ¿En el fútbol eras tan bueno como en el boxeo?
-Jugaba de cinco, me caracterizaba por correr y meter mucho. No era ni un Mascherano y tampoco un Gago, era un poco de todo.
- ¿Si no hubiese fallecido tu abuelo hubieras llegado a primera?
- La muerte de él me desenfocó mucho, pero no sé. En el fútbol, además de talento, también se necesitan de otras cosas. Y yo ya no sentía las ganas de ser futbolista que me inyectaba mi abuelo. Muchos de los que jugaban conmigo llegaron, Juan Ignacio Stefanoni, Nacho Cacheiro Ezequiel Cerutti y Renzo Spinaci.
- ¿Por qué decidiste radicarte en Miami para hacer tu carrera?
- Mi idea era venir a Estados Unidos, pero no sabía bien dónde. Empecé a ver los precios del pasaje y para el único destino que me alcanzaba la plata era Miami. Así que lo compré y le avisé a mi familia que me venía. Fue una locura lo que hice. Me subí al avión sin conocer nada y sin tener un contacto que me abra puertas.
- ¿Fueron duros los primeros meses?
-Al no conocer a nadie y no saber inglés se hizo difícil conseguir un gimnasio y un entrenador que me preste atención. Nadie me creía que yo era boxeador y que había estado en la selección argentina. Tuve que andar mostrando con el celular mis peleas en YouTube para que me den una oportunidad.
- ¿Cómo te mantenías?
- Me ayudó mucho la solidaridad que existe entre los inmigrantes latinos. Los primeros dos años hice de todo para poder comer. Trabajé de lavacopas en restaurantes, fui cortador de pasto y llegué a repartir folletos disfrazado de oso, con 40 grados de calor. Por suerte, hace un año que puedo vivir por y para el boxeo.
- ¿En Estados Unidos hay más posibilidades de vivir netamente del boxeo que en Argentina?
- Ser boxeador en Estados Unidos es igual de sacrificado que en Argentina. La gran diferencia está en las bolsas que pagan. Acá, sin tener un título, cobras diez veces más y te permite vivir solo para el boxeo. En Argentina, siendo campeón nacional, sudamericano o Latino, la plata que cobras no te alcanza ni un mes.
A los 27 años, Escudero Besana es un boxeador aún en formación técnica y física. Pero su estilo, de una continuidad llamativa y con una puntería destacable, lo transforman en un serio prospecto para el mercado norteamericano. "Tengo mucho por mejorar todavía, pero confío en mis condiciones", afirma. Hace un año firmó contrato con el reconocido promotor Sampson Lewkocwicz y comenzó a ser entrenado por Kevin Cunningham, actual entrenador de Adrienn Broner. Su récord se compone de 10 triunfos, 9 por KO, y una derrota, justamente contra el rival de este sábado, Joseph George.
- ¿Cómo fue entrenarse en el epicentro de la pandemia?
- Fue muy complicado, sobre todo al momento de conseguir sparring y hacer las sesiones de guanteo. Y por necesidad económica y deportiva, tuve que ajustar muchísimo los cuidados que venía teniendo. No quería que por un descuido se me suspenda la pelea. Estuve dos meses en una especie de burbuja y solo mantuve contacto con mi novia, Carolina, mi entrenador y dos sparrings que se autoaislaron para darme una mano.
- ¿A cuántos tests te sometiste?
-El último mes, nos hisoparon dos veces por semana. Esta semana nos hicieron un test antes de entrar al hotel y nos vuelven a hisopar antes del pesaje (NdeR: se pesó este viernes y le hicieron el hisopado sin problemas). Estamos totalmente aislados con mi entrenador, Kevin Cunningham, solo bajamos al gimnasio y al comedor en los horarios asignados con gente de seguridad.
Lejos de su familia, a la que no ve desde hace un año y medio, Escudero no puede soslayar sus orígenes, los cuales siempre tiene presentes cada vez que puede. "Los extraño mucho, pero este sacrificio lo tengo que hacer si quiero cumplir mi objetivo de ser campeón mundial", dice Marcos, quien es fanático y admirador del filipino Manny Pacquiao. Su único combate en la Argentina fue ante su gente, en General Arenales, donde se consagró en campeón latino de la categoría mediopesado el año pasado.
- ¿Qué mejoraste desde que estás en EEUU?
-Prácticamente aprendí a boxear. Cuando llegué era un boxeador básico, que apostaba a la pegada, ahora soy otro, mucho más pensante, camino mejor el ring y saco las manos con más continuidad. Hicimos mucho trabajo de mecánica, de cuerpo, para pegar más fuerte. Trabajar con buenos sparring te ayuda a crecer boxísticamente.
- ¿Qué tenés por mejorar?
-Hay muchas cosas por mejorar, pero lo que más necesito es sumar experiencia con rivales de fuste. Quiero agregar nombres a mi récord para ver en qué nivel estoy. Las falencias técnicas las voy a ir puliendo a medida que me exijan. Tengo una buena edad para asumir peleas de riesgo.
- ¿Qué objetivos tenés a corto plazo?
- Primero quiero sacarme la espina con George, que me ganó en noviembre de 2019. Si todo sale bien espero ir por una pelea eliminatoria en la categoría mediopesado. Desde el día que me metí a boxear tengo como objetivo principal hacer historia. No puede llegar a los juegos Olímpicos, pero voy dejar todo por ser campeón mundial.
Las pérdidas y los fracasos pueden debilitar de manera circunstancial a los más frágiles de mente o impulsar un fortalecimiento en aquellos que prefieren aferrarse al aprendizaje que eso suele dejar en vez de detenerse en lamentos. A Marcos Escudero Besana la muerte de su abuelo y el sueño trunco de llegar a Rio 2016 lo impulsaron a buscar nuevos rumbos. Por ahora, la apuesta viene bien.
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