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Belén Casetta en los Juegos Panamericanos: “Ya no me importa nada, así que voy por todo”
La marplatense llegó a Santiago 2023 en condición de madre: se siente como una “leona”
- 12 minutos de lectura'
El día que Belén Casetta elige para llegar a los Juegos Panamericanos es quizás el más frío y gris en las más de dos semanas en las que se extiende la competencia. Es miércoles, llueve y hay viento. La Cordillera de los Andes casi no se ve y las manos se endurecen ante lo intempestivo del clima que cambia en un abrir y cerrar de ojos, pero hoy perdura a diferencia de otros. Pese a que no se aloja ahí porque decidió hacerlo afuera con la familia, surcando la Villa Panamericana, desde el comedor a la Zona Internacional, Belén cubre el trayecto con dos valijas enormes, la mochila característica que usa la delegación argentina, su suegra y un cochecito de bebé. Le hizo un cobertor con pulóveres y lo saca al entrar al centro de prensa, encuentro para esta nota: así, se descubre a Lina, su hija de cinco meses y medio, que viajó con ella. Lina se duerme en los brazos de la abuela y Casetta se acomoda en un puff de la sala.
“Acá estoy, en mis terceros Juegos Panamericanos, esta vez con una beba, vine muy bien acompañada. Me van a ver este sábado, a las 19.20, en los 3 mil metros con obstáculos”, dice como si fuera un spot publicitario. Ríe con frescura y se relaja: pese al trajín, pocas cosas alteran hoy su vida.
A los 29 años, la atleta marplatense, llega en una condición distinta: la de mamá. Apenas se preparó los meses que transcurrieron desde el nacimiento de Lina, aunque aclara sentirse mejor que cuando viajó a los últimos Juegos Olímpicos. Ya no es esa Belén que un par de veces hizo raid de aviones para ir llegar a Kenia a vivir y “correr con los keniatas”, como reza el libro clave que ayuda a entender el fenómeno. Tampoco es esa belén que se angustia dos o tres meses porque un resultado no se le da. O la que mastica nervios y ansiedad como si fueran chicles, en la previa de salir a la pista. No.
Esta Belén Casetta es ahora la atleta que se siente superpoderosa desde la llegada de su primera hija. Tiene la misma voracidad competitiva que aquella que corrió los Juegos Suramericanos ya embarazada (y los ganó) y la que se entrenó hasta el último día antes de dar a luz, pero es distinta. En Lima 2019, la edición anterior a estos Juegos, fue la única atleta argentina en conseguir una medalla en su deporte y se llevó un bronce histórico. Este sábado, cuando se presente en el Estadio Nacional de Santiago 2023 irá por eso y más: ‘Ya no me importa nada, así que te juro que voy por todo’, afirma. Se siente como una leona. Y se ve.
-¿Cómo estás?
-Acá estoy, en mis terceros Juegos Panamericanos, esta vez con una beba, vine muy bien acompañada por una beba de cinco meses y medio que es el tiempo en el que estuve preparándome y entrenándome. Siempre acompañada de ella, sino no estaría acá. La verdad es que al ser madre primeriza pensaba que me iba a encontrar con que no iba a dormir nunca, que iba a estar complicada. Obviamente que se levanta a comer, pero la verdad es que me ayuda un montó. Y bueno, acá estamos, me van a ver este sábado, a las 19.20 en los 3 mil con obstáculos pero mi cabeza está totalmente cambiada, ya hay otro objetivo, hay otro disfrute. Ahora estoy refeliz. Podría estar renerviosa porque se me aproxima la competencia y realmente lo estoy disfrutando porque estoy muy bien.
¿Las idea siempre fue venir con tu hija?
-Sí, sino me daba de baja. Mi prioridad era el atletismo y ahora no, yo todo con mi beba. Un bebé cambia de un día para el otro y son etapas que si no las vivís ahora cuando ocurren, ¿cuándo la vas a disfrutar’? Ya fui a unos Juegos Olímpicos, a unos Panamericanos, a unos Suramericanos, he cumplido con todas las metas que me propuse y ahora mi meta es ella, disfrutar con ella.
-¿Estos Juegos estaban en tus planes o ibas a ir viendo cómo te sentías después de ser mamá?
-Sí, iba a ir viendo como iba a ser todo, porque no sabía con qué me iba a encontrar, sobre todo en el tema del descanso para entrenar. Y realmente llegué muy bien en lo físico, estoy dispuesta para competir y dar batalla por una medalla.
-Lina es bebé pero el día de mañana le vas a poder contar que fue parte de tu historia deportiva. Está acá aunque por ahora no entienda.
-Obvio, ella no va a recordar nada, lógico, no tiene ni idea de lo que es una medalla. Pero mi marido y yo somos deportistas, amamos el deporte, amamos competir, el deporte sano y es lo que queremos inculcarle a nuestros hijos, no sé cuántos tendremos. A mi hija le quiero inculcar el deporte y el entrenamiento. Obviamente que el día de mañana me puede salir con que le gusta tocar el piano o leer libros y la voy a apoyar 100%, pero ahora que no toma la decisión y no recuerda nada me la traigo conmigo y le inculco atletismo.
-¿Cómo es esa Belén diferente de la que hablás? Hace unos años te fuiste a Kenia para buscar tu mejor rendimiento deportivo y correr con ellos, ¿te animarías a seguir haciendo algo así?
-Me animé a un montón de cosas, me fui a Kenia y me quedé varada allá en plena pandemia. Hoy en día prefiero estar en casa, ¿viste cómo cambian las cosas, no? No me iría de nuevo, o no por lo menos ahora. Es África, la bebé es chica y allá hay enfermedades que acá nos tenemos. Iría con mi hija, no te digo que no volvería, pero lo haría con mi hija más grande.
-¿Fue la locura más grande que hiciste por tu carrera?
-En el deporte sí y me encantó, lo volvería a repetir, pero en familia. No tengo pensado irme y separarme de ella por mucho tiempo. En nada.
-¿Cuántas veces fuiste?
-Dos. La primera fue por un mes y la segunda dos meses y me quedé varada por el estallido de la pandemia. Intenté volver a la Argentina y de nuevo quedé varada, en Etiopía. Ahí me dieron la opción de quedarme en Etiopía o San Pablo. Así que decidí San Pablo, estaba más cerca de mi país. Estuve 10 días encerrada hasta que pude viajar.
-¿Alguna vez tuviste miedo?
-Y… Me agarró un poco de miedo porque estaba sola y porque allá había un poco de discriminación. Vos imaginate, yo blanca, era la enfermedad viviente, yo era el Covid-19. Pensá que me subía al matatu (el transporte público de Kenia, como un colectivo) y la gente se bajaba, o no me dejaban subir.
-¿Creían que llevabas la enfermedad?
-Sí, fue horrible. Los nenes chiquitos me veían y decían ‘Covid, Covid’. Capaz que esos nenes no entendían nada pero los mismos padres les explicaban que el Covid eran los blancos. Queda medio racista decir esto, pero nosotros éramos la enfermedad.
-Después de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (en 2021) tuviste tus momentos de duda, estuviste bajoneada. ¿Cómo transitaste esos años hasta decir de nuevo ‘voy a probar’?
-Post Juegos Olímpicos entré en duda. Antes me exigía mucho, realmente no estaba disfrutando lo que estaba haciendo y cambié el chip y dije ‘ya está, no me voy a poner presión, si tengo ganas de entrenarme me entreno, si llego al objetivo llego, sino no llego, si no estoy bien no voy y es así como mi cabeza dio una vuelta. Iba a competir retranquila. Hoy en día sigo igual y a mi no es que me va a mover un pelo que esté tal en la prueba, no me voy a poner nerviosa. Ahora voy y enfrento, cosas que no hacía antes.
-¿El bajón fue por el resultado o por lo que dejó la pandemia?
-Fue un bajón por el resultado, por la pandemia, por el encierro, por no poder entrenar. Ir a unos Juegos Olímpicos así nomás… Te digo que ahora, con cinco meses de entrenamiento, estoy mejor que lo que estaba para ir a Tokio. El encierro a mi me mató.
-¿Realmente pusiste en duda seguir?
-Sí. Sí porque no lo estaba disfrutando.
-¿A esa cabeza la pudiste cambiar vos naturalmente o lo hiciste con ayuda?
-Mi marido me ayudó un montón, me sacó del ambiente del atletismo, me llevó a hacer otras cosas, otro deporte. Y es eso, me metió en el mundo de la bicicleta y eso me cambió, fue lo que me dio el click, que no es todo al 100% atletismo. Me siento mucho mejor y lo disfruto. Entonces, no es que tengo todo el tiempo el atletismo en la cabeza, el ‘corré, corré, corré’. Chau, me voy a andar en bici. ¿Viste que estuve haciendo triatlón, carreras de posta, ciclismo?
-¿La llegada de Lina sirvió para que desdramatices resultados, especialmente los que no son buenos?
-No es que elegí ser madre después de Tokio por eso que pasó. Sí me había planteado ser mamá. Llegó un día que nos sentamos con mi esposo para saber si nos sentíamos preparados: ‘Yo ya estoy’, ‘Yo ya estoy también’. Y se dio. Pero me planteaba: ‘Esto es la ambición del mismo deporte’. Porque sino, ¿cuándo es? Porque después es el Mundial, después están los Juegos Olímpicos, después de vienen los Panamericanos y después los otros Juegos… Y así voy a tener 30 y pico de años y voy a estar con la ambición de competir, competir, competir… Es un círculo al que entrás y siempre querés más… Y te fue bien y aplazás todo lo otro porque querés continuar con la racha. Entonces, ¿cuando lo iba a decidir? Yo quería ser madre joven. Bueno, lo fui a los 28.
-Joven y presente si no admitís dejarla por los viajes.
-Es como dije: mi cabeza ya cambió. O comparto con ella o nada. Con el atletismo ya cumplí: completé todas las etapas que hay que completar y ahora hay que disfrutarlo de otra forma. Estoy en el ambiente, estoy en estos Juegos Panamericanos, pero con mi hija.
-De todos los momentos buenos de tu carrera deportiva, ¿cuál ponés en la cúspide?
-Son los torneos de ahora porque estoy con mi hija. O el que corrí embarazada, los Juegos Suramericanos (Odesur). A partir de ahí empecé a disfrutarlo más, estoy relajada. No pierdo energía en nervios, en que me tengo que concentrar. No, lo disfruto. Los resultados no me cambian. Antes sí me cambiaban, terminaba llorando o sufriendo por dos o tres meses.
-¿Qué recuerdos tenés de Lima 2019? Fuiste la única atleta que pudo conseguir una medalla.
-Bueno, lo de Lima fue inesperado. No era algo fácil lo que tenía por delante, era un carrerón, con una rival que había sido finalista del mundo. Fue algo grandioso lograr esa medalla en los Panamericanos, el tercer lugar en ese momento.
-¿No te cambian los resultados pero viniste con objetivos de podio?
-(Sonríe) Ya no me importa nada, así que te juro que voy por todo.
-Ya sos mamá pero seguís siendo una referente del atletismo, ¿lo pensás?
-Sigo vigente hasta donde me dé el cuerpo. Obviamente, no voy a mentirte, tengo otros desgastes como madre, estoy al 100% y 24/7 con la gorda, el descanso es otro, por más que me deje dormir, pero es otro tipo de descanso. Son otras rutinas que también mi físico y mi cuerpo se fueron adaptando en este tiempo, en estos cinco meses con ella. Estoy impecable.
-¿En qué lo notás?
-En la cabeza, cuando vos tenés cabeza y avanzás a otro nivel, ya las competencias las encarás de otra forma, estás con otras energías y el poder de ser madre… Me siento como una leona que protege a su cachorro, entonces tengo otra fuerza, como una sensación de… No sé, tengo a mi hija.
-En la Villa hay una sala de lactancia para que las atletas madres puedan amamantar o extraerse leche. Es la primera vez que ocurre en unos Juegos Panamericanos, ¿qué opinión te merece?
-Está impecable que incentiven a las mujeres deportistas. Como te digo, hay muchas que aplazan la maternidad por la ambición del mismo deporte y algunas terminan aplazando tanto que después se arrepienten. Para mí demostrar que podés ser madre, que podés entrenarte, pero buscándole la vuelta, está impecable. Yo no estoy entrenándome lo mismo que cuando no tenía a la gorda, antes hacía otro kilometraje, me preparaba en doble turno y ahora es como que me voy administrando, pero le busco la vuelta. Estoy corriendo igual que otras veces, que en mis mejores momentos.
-¿Hablaste con otras deportistas madres antes de decidir serlo?
-No, porque de las que tenía referencia no habían vuelto o les había costado después del año del bebé, entonces dije: ‘No, yo me arriesgo’. Y después me puse a entrenar con la gorda. Pero lo hacía por una cuestión natural mía que me sentía bien y ella se sentía bien adentro de la panza, seguí entrenando. De todas las referentes que tenía nadie se había entrenado embarazada, por eso al principio me empezaron a cuestionar o criticar, que hacía todo mal. Pero yo estaba supervisada por los médicos y el pediatra. Al final nadie lo podía creer, tuve un parto natural impecable, en cuatro horas nació y en dos días ya salí. En 15 ya estaba andando en bicicleta, el cuerpo me respondió. A los dos meses corrí nueve kilómetros a un buen ritmo.
-¿Pensaste en algún momento en esa posibilidad de no volver?
-Na. Cuando tomé la decisión sabía que podía salir pan A o plan B como plan C. Salió el plan A, volver. Pero ya me lo había planteado, uno como deportista se plantea muchas cosas. ¿Viste esto de sacar medalla de oro, plata, bronce o cuarto puesto? Bueno, lo mismo.
-¿Qué te dejaría feliz este sábado cuando concluya la jornada?
-Ya está, haber venido con la bebé me hace superfeliz.
-¿Estamos ante la mejor versión de Belén Casetta?
-¡Obvio! Positiva, disfrutando, madre y luchadora.
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