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Selección de básquetbol: los jugadores, los únicos que pueden sanar una crisis alimentada entre egos y patrones de estancia
La eliminación de la Copa del Mundo corrió el maquillaje de una actividad que deambula sin remedio
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Todo va a doler. Las imágenes no los van a dejar dormir por un par de días. Los 17 puntos de ventaja van a resonar y el festejo de Néstor García en el centro del Polideportivo de Mar del Plata será una marca eterna, por una infinidad de cuestiones. El registro de un traspié durísimo después de cuatro décadas será igual de lacerante. No habrá bálsamo que calme lo que sienten los jugadores de la selección argentina de básquetbol y todo el staff técnico. Pero ellos deben saber que son los únicos que tienen la fórmula para salir de este momento tormentoso, en un escenario en el que se mezclan egos, patrones de estancia y algunos actores que se aferran al poder.
Es injusto también, porque nuevamente todo queda en los jugadores, pero sólo ellos son los que tienen la posibilidad de hacer algo desde ese sentido de pertenencia que crearon. Son una isla alejada de una competencia local que día a día se mete más en su nicho y no logra asomar la cabeza más allá del universo de los que aman este deporte.
En la espalda de Facundo Campazzo recaerá la durísima tarea de sostener la imagen que supo ganarse el básquetbol argentino. En las acciones de Nicolás Laprovittola y Gabriel Deck de sumarse al equipo para sólo un partido y después de viajar varias horas desde Europa, se alimentará la ilusión de un deporte que con este frustrado paso hacia el Mundial queda más expuesto que nunca. Y cualquiera podría decir que es demasiado lo que se les pide a estos jugadores, que se los pone en un lugar que no corresponde, pero no hay otra solución, porque desde afuera no hay ninguna señal que permita advertir que se pueda lograr algo semejante.
Es desde la impronta de Pablo Prigioni o Leonardo Gutiérrez, como conductores, que se puede creer que el básquetbol argentino no será un absoluto desconcierto y se sostendrá una luz viva de una posible clasificación a los Juegos Olímpicos de Paris 2024 cuando le toque jugar una primera eliminatoria sudamericana para tratar de acceder a un repechaje olímpico posterior, que se presume una empresa dificilísima. Todo en ellos, porque sólo hace falta ver hacia afuera y darse cuenta de que sobre la mesa queda nada. El interior del básquetbol argentino cruje como nunca desde que se organizó la competencia interna de manera ordenada, en las épocas de León Najnudel.
Se buscó potenciar el marketing de la Liga Nacional, la competencia local, la herramienta más valiosa para desarrollar talentos, y se pensó en una plataforma a la que denominaron Basquetpass; o sólo que es prácticamente desconocida, sino que tuvo una infinidad de problemas en sus transmisiones, mal audio, cortes interminables... Y con Fabián Borro a la cabeza de todo, Confederación y Asociación de Clubes (AdC). Si hasta hicieron jugar partidos en Formosa, Corrientes y Santiago de Estero a las 19.30 para que no colapsara Basquetpass, pero el resultado fue canchas prácticamente vacías y con temperaturas altísimas que alejaron a los hinchas que estaban acostumbrados a asistir a los partidos a las 22, justamente por el calor agobiante.
No parece haber otro camino que encomendar el básquetbol argentino a lo que ellos puedan contagiar. Porque ni las protestas directas de ex jugadores como Andrés Nocioni, Alejandro Montecchia, Luis Scola o Federico Kammerichs modificaron el escenario de dirigentes que no estuvieron (ni están) a la altura. Se podrá hablar de un sistema de clasificación mundialista que no le ofreció un guiño al seleccionado argentino, es posible que se argumente cierta mala fortuna por la combinación de resultados, que no se cerró bien el juego ante República Dominicana... Pero lo concreto es que la caída del domingo no es más que el desenlace de una situación que sólo estaba sostenida por el sentido de pertenencia de los jugadores.
Una clasificación a Japón, Filipinas e Indonesia 2023 iba a permitir seguir caminando en la elite, quedar afuera no implica perder esa condición, pero sí corre el maquillaje de un básquetbol argentino que cuando mira hacia abajo no encuentra soluciones. No hay un desarrollo del básquetbol juvenil que permita proyectar y ahí está el verdadero problema. Sin una Liga competitiva, sin difusión, sin claridad en los calendarios y con superposición en grilla con otros eventos deportivos de peso, es imposible pensar en que la actividad pueda crecer.
Yo te avisé... 🏀🇦🇷 https://t.co/zgAc209sbM
— Ale Montecchia (@alemontecchia) February 27, 2023
Garino, Campazzo, Laprovittola, Delía, Brussino se retiraron del Polideportivo de Mar del Plata pidiendo disculpas por el brutal traspié con República Dominicana que dejó al seleccionado argentino sin ir a un Mundial después de 41 años. Y ver eso hace que el dolor se multiplique, porque ellos no son los que tienen que ponerse delante de este momento. A 48 horas de la eliminación no se escuchó a ningún dirigente, en especial a Fabián Borro, hablar de un momento tan complejo para la disciplina. Al menos un gesto, algo que permita pensar que los jugadores no están tan solos.
Pero cómo imaginar algo semejante si tras la eliminación el vicepresidente de Borro en la Confederación, Miguel Angel Chami, sacó un comunicado en contra de la propia CAB por cómo se gestionan algunas competencias y la organización de las mismas. De sólo pensarlo, bien podría formar parte de alguna escena Los Simpson… Y pensar que será Chami, por cómo están dados los cargos jerárquicos de la CAB, el que deba tomar el control del básquetbol argentino si es que finalmente Borro escala hasta la presidencia de FIBA Américas. Chami además estaba al frente de la Federación de Buenos Aires, de la que fue separado de su cargo por la vía judicial y mediante una intervención luego de que la Dirección de Personerías Jurídicas considerase que la Federación había incurrido en “irregularidades administrativas e ineficiencia”, entre ellas su propia reelección.
Tan inquietante es el escenario y tanto depende el básquetbol argentino de sus jugadores y su staff técnico que con sólo revisar cómo se dieron las ventanas clasificatorias alcanza para comprender por qué se terminó afuera de la Copa del Mundo. Porque para la doble jornada ante Panamá y Venezuela, que terminó con victoria ante los panameños (65-58) y una caída increíble frente a los venezolanos (58-71), en Obras, se realizó una conformación de la lista, que realizó Che García, que estuvo atada a la voluntad de querer o no pagar algunos pasajes para poder traer a los jugadores desde Europa. Carlos Delfino se pagó su propio ticket y después le reembolazaron el dinero, pero no se aceptó pagar por los traslados de jugadores como Juan Pablo Vaulet, Máximo Fjellerup, Juan Fernández, José Vildoza, entre otros.
😢Triste y doloroso análisis de @patitogarino.
— JoseMontesano (@JoseMontesano) February 27, 2023
🗣️Entre lágrimas, dijo: "Tanto sacrificio... Les pedimos disculpas a los hinchas. Esto nos va a marcar para toda la vida".
🏀🇦🇷El marplatense terminó con 3⃣ puntos y 5⃣ rebotes. pic.twitter.com/ceePryOWGt
Será cuestión de convencerse que sólo se puede sostener todo por el amor de los jugadores por la selección argentina. No hay otra. Porque si se depende de dirigentes que supieron habilitar un estadio para jugar Liga Nacional con capacidad para 500 personas, no hay nada más que hablar. Un voto vale más que mil palabras. Y si eso no es suficiente, sólo hace falta revisar los comunicados oficiales de la Asociación de Clubes, que les pidió a sus afiliados que si necesitan reprogramar un partido por las altas temperaturas (deben superar los 36 grados) debe ser cotejado con AccuWeather y con… 15 días de antelación. Así están las cosas.
Más detalles: se vivieron varias incomodidades en la logística para el traslado de los jugadores para la ventana de eliminatorias en la que el equipo tuvo que viajar a Canadá, ya que la delegación tuvo que hacerlo en diferentes vuelos. Y como si fuese poco, vale recordar que en el camino hacia los Juegos Olímpicos de Tokio la selección argentina hasta se quedó sin su proveedor de indumentaria oficial...
Es por eso que los jugadores de ninguna manera deben pedir disculpas por no llegar a una Copa del Mundo. En realidad, debería todo el básquetbol argentino agradecerles a ellos por hacer todos los esfuerzos posibles, y más, para mantener con vida a una disciplina que está sin rumbo y que así parece no tener remedio.
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